Con motivo de la pandemia provocada por el Covid-19, que ha afectado a millones de personas en todo el mundo, no sólo han salido a relucir los esfuerzo por encontrar una vacuna o lo que han hecho los profesionales de la salud —además de los errores de ciertos gobiernos—, sino que también se ha hecho presente una de las facetas más lamentables del ser humano.

Y es que no sólo se ha visto la falta de interés de algunos por tomar las medidas de seguridad e higiene necesarias para evitar contagios, sino que también han surgido versiones que niegan la existencia del virus o que buscan atribuirlo a una conjura desde esferas del poder.

No menos lamentable es lo que sucede en nuestro país, en donde a lo anteriormente comentado se suman acciones que dejan en entredicho nuestro avance como sociedad.

En Chiapas, por ejemplo, hemos recibido noticias de protestas por la invención del coronavírus —cuya autoría la achacan a Bill Gates— en las cuales participan miembros de comunidades indígenas; semanas antes, también, esa misma población era objeto de un alarmante mensaje que se difundió en redes sociales en donde alertaban de drones que estaban esparciendo el virus, sin dejar de mencionar las quejas por las acciones de fumigación que eran vistas, en medio de esta paranoia, como algo para esparcir la enfermedad.

Pero no son los únicos ejemplos de este tipo de conductas, pues tenemos las denuncias de que los termómetros usados para medir la temperatura pueden matar las neuronas de las personas, el temor a que la red 5G —que aún no se implementa en muchas partes del mundo— contribuye a diseminar el virus, por lo que se han destruido antenas de telefonía celular.

Pero quizá lo más lamentable fue la nota en la que se daba a conocer que médicos fueron agredidos en Michoacán acusados de inyectar Covid-19 a una persona, por lo que estuvieron a punto de ser linchados por pobladores de Paracho.

No cabe duda de que el virus ha sacado lo peor de muchos.