Uno de los temas que llamó la atención en la reciente visita del presidente López Obrador a su homologo estadounidense, fue la presencia de una maqueta de un avión en la oficina oval, en donde posaron juntos para una foto.

Y es que luego de que el mandatario mexicano viajara en Delta Airlines para llegar a Washington –aunque parte de su comitiva lo hizo en un avión de la Fuerza Aérea–, y de que el TP-01 no se ha podido vender –o rifar–, la presencia de la maqueta fue notoria, pero no como un mensaje entre líneas entre los dos presidentes, sino debido a que Trump estrenará en unos años una nueva aeronave.

Así, el actual Air Force One –un Boeing 747-200 modificado– será reemplazado por otro aparato del mismo modelo, pero con un fuselaje alargado, nuevos motores y las características de mando y control propias de un avión dedicado al transporte del presidente de uno de los países más poderosos del planeta. La nave tiene capacidad de repostar combustible en vuelo y defensas antimisiles, por cierto.

El costo, para ser entregado en 2024, es de 5 mil 200 millones de dólares, para un aparato que no tiene ni Obama, pero que permitirá al presidente estadounidense seguir controlando su gobierno desde el aire, algo que en México no es posible por la ocurrencia de prescindir de un aparato nuevo y dar la impresión de austeridad.