Se quedó corto el pronunciamiento de los intelectuales y periodistas contra la enfermiza concentración de poder de López Obrador, pues la ineficacia de su gobierno y las desviadas decisiones que toma, son un viaje al pasado que –con él y sus lacayos dentro y fuera del gabinete– le están comprando a México un boleto solo de ida.

Les platico: Sabrá el Dios de Spinoza quién lo está “asesorando” o si serán él y su circunstancia los que mueven sus virulentas reacciones, pero si alguien no se había enterado del manifiesto contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia, gracias a él mismo ya lo hizo.

La “falta de honestidad” que reprocha a los firmantes, la padece él al no aceptar que mientras los recursos públicos están chapoteando en un charco, las alforjas de sus dadivosos programas electo-clientelares, están repletos del dinero que todos los días le arrebata a Estados, municipios y presupuestos enfocados al desarrollo.

Cuando tilda de neoporfiristas a los firmantes, derrama la sangre de su viperina lengua al mordérsela sin saber –o sabiendo– que sus afanes de poder hacen ver al porfiriato como un bebé de cuna.

En su respuesta a quienes osaron pronunciarse por un bloque que le arrebate la mayoría a Morena en las elecciones de 2021, revela el miedo de perder las posiciones de su maximato, por las mismas razones que le dieron el voto en 2018: el hartazgo de los mexicanos contra la corrupción de sus antecesores.

Y eso mismo está en el horizonte de México de aquí a junio del año entrante: El voto de castigo contra el PRI y el PAN que lo llevó al poder, será el mismo que se lo quite.

Con un agravante: Todo aquello que MALO se comprometió a curar durante su gobierno, no solo sigue enfermando al País, sino que hoy las cosas están peor que nunca en todos los indicadores, los económicos, los de seguridad, salud, educación, en el turismo, el campo, en todo.

En su discurso de la noche misma en que se publicó el pronunciamiento referido, dice que la historia nos enseña que cuando se pone en práctica un proceso de transformación, siempre se produce una reacción conservadora.

Señor presidente, el suyo es un proceso de degradación. ¿No se da cuenta? Lo están engañando quienes le soplan al oído que la pandemia ya va de salida.

También lo engañan los que le susurran que la inseguridad es solo un tema de percepción.

Le toman el pelo quienes le mandan tarjetas informativas a sus mañaneras diciéndole que la economía ya tocó fondo.

Le mintieron los santones de la IP que lo acompañaron en su viaje a Washington, cuando en la cena de la Casa Blanca se fueron parando uno a uno y con micrófono en mano dijeron que van a invertir sus millones en proyectos que no pasan del papel desde que usted tomó el poder.

Todos le echan mentiras. Hasta los que comandan a las granjas de AMLO–bots que desde los dos pisos que antes ocupaba un negocio de telemarketing en la Colonia Roma, hoy pagan $6,350 mensuales a hordas de millennials que teclean como loros cibernéticos los guiones de alabanzas a su gobierno y ataques a sus críticos, que salen del Palacio Nacional.

La semana pasada fueron despedidos 21 de éstos millennials al ser descubiertos mediante una auditoría informática, estar mandando mensajes contra su gobierno, señor presidente. Ya ve, todos le mienten.

Hasta los que le hacen las encuestas ridículamente llamadas “Amlovemetrics” le echan las mismas mentiras que los bufones de la corte de los “Luises” les murmuraban al oído a los soberanos.

Qué tristeza y qué soledad la de un gobernante donde todos le mienten. Vaya, hasta los mal llamados dirigentes empresariales que se agachan a recoger los dulces que brotan de la piñata cuando la tunden a palos en un jolgorio al que no fueron invitados.

Y cuando todos le mienten, señor presidente, pues ¿qué le queda a usted? Mentir, porque si falsedades come, falsedades digiere y lo mismo excreta.

“Da pena ajena su argumento de que buscan construir una alianza con miras a las elecciones de 2021 para obtener la mayoría y asegurar que la Cámara de Diputados recobre su papel como contrapeso constitucional al Poder Ejecutivo. ¿Qué acaso no se han enterado que está por llegar extraditado de España, Emilio Lozoya, quien al parecer presentará pruebas y explicará cómo se lograba el contrapeso que pretenden recobrar los firmantes”, dice –palabras más, palabras menos– en otra parte de su respuesta a los intelectuales y periodistas.

Espéreme tantito, su alteza serenísima, el bote para Lozoya y su cómplice Alonso Ancira, más el de César Duarte, el de Genaro García Luna y lacras que deben acompañarle, no son medallas que usted merece colgarse.

Es más, ni siquiera debe presumir de eso, porque resulta que ese–es–su–jale. ¿Pues no anduvo en campaña 18 años buscando la presidencia de México para servir al País? Ándele, quién le manda, ya es presidente, cumpla con su deber y deje de cacarear lo que es su obligación poner.

Mi abuela la granjera decía: “las gallinas son presumidas y arrogantes por naturaleza, pues cada huevo que ponen, lo cacarean. Pero también las hay modestas, que cuando los ponen, ni un pío se les sale”.

 

 

CAJÓN DE SASTRE

“Entonces, ¿qué tenemos? Contra la deriva autoritaria, el ´bendito´ coraje de MALO”, dice la irreverente de mi Gaby.

placido@detona.com

 

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “María Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Es miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 50 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el ITESM, la U–ERRE y universidades extranjeras, de distinguidos comunicadores. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.