Un alma rebelde y humorista

 

Corrijo: Don Alex nació en 1906. Si de crítica se trata, el libro El Cine Mexicano de Emilio García Riera, es un parahúso taladrador, más que historicismo agradable: “Alejandro Galindo, realiza dos nuevas películas que merecen ser consideradas dentro de lo mejor de su obra: Espaladas mojadas (México, 1953) y Los Fernández de Peralvillo (México, 1953). La primera de ellas, interpretada por David Silva y Martha Valdés, no se exhibe sino hasta 1955. El film ataca frontalmente el problema de los “braceros”, o sea, los trabajadores mexicanos que emigran a los Estados Unidos.

En la segunda, basada en una obra de Juan Durán Casahonda, Galindo cuenta la historia de una familia de la clase media, como lo hizo ya en Una familia de tantas. Los actores son David Silva, Víctor Parra, Sara García y Adalberto Martínez [a] Resortes. La virtud principal de Galindo ha sido la espontaneidad, sin duda… sus personajes hablan y actúan muchas veces como lo hace la misma gente del pueblo”. Añade golpes bajos presididos de retórica verborrea: “… Galindo es un director tan vulgar como la mayoría de sus colegas del cine nacional. Sus films no reflejan nunca una concepción del mundo consecuente y rigurosa; por el contrario, no hay concesión melodramática en la que el director, no incurra, muchas veces con la mejor buena fe.

Por lo tanto, sus “tesis” no son demasiado dignas de tomarse en cuenta: se sostiene sobre la base de una concepción rudimentaria y rutinaria del lenguaje cinematográfico. Galindo, como la mayoría de los demás directores, no sabe hablar en cine. Pero, cuando menos, ha balbuceado algunas veces.”.

Pese al parahúso taladrador  y a los golpes bajos, en otro texto (La guía del cine mexicano, de la pantalla a la televisión, Editorial Patria, México, 1984), Riera y Fernando Macotela, escriben, a propósito de Los Fernández de Peralvillo: “Crónica del arribismo de la clase media, encarnada por un vecino (Parra) de Peralvillo que llega a tener dinero y poder, pero queda solitario e infeliz… melodrama no tan certero como Una familia de tantas, pero en la misma línea…, abundante en personajes significativos. Uno de ellos era el vago y borrachón bien interpretado por Resortes que venía a resultar un símbolo del espíritu del barrio…”

La crítica hizo escuela: “Cruz de olvido (México, 1980). Cuando dos hermanos cantantes regresan a su pueblo natal, uno de ellos encuentra a la muchacha que amó tiempo atrás y revive una relación sentimental. Melodrama campirano con canciones, cuyo nivel de manufactura está bien representado por el nombre de la compañía productora (Cinematográfica Z). EL Sexo de los pobres (México, 1981). Un hombre es juzgado por violar una muchacha y varias personas dan su testimonio. Por respeto al Galindo de Una familia de tantas y Campeón sin corona, es mejor evitar todo comentario. El color de nuestra piel (México, 1981). El color de la piel de uno de los hijos, enfrenta a muchos  problemas a una familia burguesa. Adaptación de una obra teatral de Celestino Gorostiza que dio como resultado un melodrama toralmente anacrónico”. Dirigidas antes de Lázaro Cárdenas.

La escuela utilizaba un lenguaje crítico color de rosa, comparado con la crítica que hizo escuela: “A partir de 1953, todo lo que hace Galindo es cine lamentabilísimo. Melodramas, películas cómicas, etc… En 1956, Galindo dirige Tu hijo debe nacer… muestra definitiva de un cine abyecto capaz de plantear tesis tan inhumanas como la de que una madre debe morir si ello es necesario para que nazca su hijo. Es obvio que la Iglesia y su “Liga de la Decencia” algo tienen que ver con todo ese cine inmoral. Por lo demás, la película de Galindo no es sino una larga sucesión de diálogos melodramáticos entre la madre, el marido, el cura y el médico, todos ellos personas con un corazón así de grande”.

Helo ahí, a Don Alejandro, en pleno trabajo: apuntando, corrigiendo, dirigiendo y fumando. Con su inconfundible boina negra. Pareciere un intelectual republicano español en el exilio. Pero no. Fue un mexicano nacido en la Ciudad de Monterrey y emigrado a la Ciudad de México, siendo niño, gracias a su familia, claro. Muy pronto se fascina por el cine y se va a Hollywood, donde aprende el oficio en todos los niveles, incluso aprende dibujo, técnica dramática, guion, principios de teatro y actuación y, lo más importante, técnica de la dirección cinematográfica, bajo el influjo de Gregory La Cava.

Regresa a México en 1930, a trabajar como guionista radiofónico y se incorpora al cine mexicano como argumentista y guionista e intérprete de pequeños papeles. Filma el corto documental Tierra de emperadores (1937) e, inmediatamente, realiza su primer largometraje, Almas rebeldes, como ya se apuntó en la Primera Parte del presente texto. Artesano al fin, con aspiraciones autorales, Don Alejandro dirigió  cine policíaco, comedia, horror, y, adivinaron, porque ya los sabían, melodrama. Sorprendió a la crítica y al público con Campeón sin corona (primera de las películas sobre el tema urbano que le da sitio de honor en el cine mexicano. En 1952 realizó Crisol del pensamiento mexicano (cortometraje documental) y en 1961 realizó La mente y el crimen, interesante investigación sobre la conducta psicópata-criminal, combinando realidad con ficción, con intenciones científicas y didácticas, ganando un premio en la IX Reseña del Filme Científico, Roma, 1962, dándole notoriedad internacional.

Dícese que Medea de Novara, viuda  del realizador y productor Miguel Contreras Torres (célebre personalidad de la historia del cine mexicano, de quien espero escribir sobre él en el futuro mediato), lo apoyó para realizar su inédita y última película Lázaro Cárdenas (México, 1985). Enlatada indefinidamente. ¿Dónde está, quién la tiene?

Don Alex fue autor de piezas teatrales y escribió varios libros sobre el cine mexicano. Por cierto que en una puesta en escena, en la Casa de la Cultura Reyes Heroles, de Coyoacán, mi familia y yo nos tomamos una fotografía con él. ¿Dónde está, quién la tiene?

No quiero ser macabro, pero debo decir que la muerte de Don Alejandro Galindo me llamó a verlo. En la agencia funeraria conocí a su hijo Alejandro, quien comentó el hecho de que media hora antes de morir, Don Alejandro se fumó un cigarro, con suma tranquilidad. Placer último de un condenado a morir inevitablemente, como le ocurrirá a todos nosotros.

En No. 07 de la desaparecida Revista de cine intolerancia (nueva época, noviembre-diciembre de 1990), dirigida por Gustavo García, se le rindió un homenaje a Don Alex, todavía en vida (Alejandro Galindo: un alma rebelde). De las páginas 77 a la 107, se esmeraron escribiendo Gustavo García (Gente como uno), entrevistándolo Francisco Martín Peredo (La necesidad del cine). Vienen un comentario crítico sin firma (El Galindo perdido) y su Filmografía: Los cortos Tierra de emperadores y Crisol del pensamiento mexicano y 75 largometrajes, entre muy malos, malos, regulares, buenos, muy buenos y obras maestras.