Nunca le falta a una pasión grande
una mano de color para deseos
Quevedo
La sombra provocada por la ausencia física del Historiador de La Habana marcó al dolido planeta en la lucha por la vida y dignidad de la cultura y la historia como expresiones de una civilización contemporánea que se niega a ser vencida por una epidemia apocalíptica.
El fallecimiento de Eusebio Leal Spengler, ocurrido el pasado viernes 31 de julio, deja huérfano al galardón que la Ciudad de México le concedió el pasado 8 de junio en el marco de la cuarta edición del Premio Internacional, organizado con la Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) y la Agenda 21 de Cultura, y que se otorgó al cubano por sus múltiples aportes a la memoria urbana de diversas ciudades del mundo, pero, particularmente por su tesón y generosidad para apoyar al rescate del Centro Histórico de nuestra capital.
Dicho reconocimiento, que el finado compartiría con la Dra. Vandana Shiva, ecofeminista, científica y filósofa hindú, y las ciudades de Medellín (Colombia) y Segou (Mali), será entregado el 13 de mayo del 2021 en el marco del rescate de la fundación lunar de Mexhico en el pueblo de Mixhuca de la alcaldía Iztacalco.
El intempestivo desenlace al padecimiento del restaurador que albergó al Centro en el Corazón no es óbice para la entrega post-mortem de este postrer reconocimiento que se suma a las decenas de premios que Leal Spengler obtuvo a lo largo de su fructífera y brillante carrera.
Nacido a fines de los años cuarenta del pasado siglo, desde muy joven se vio forzado a trabajar en la Administración Metropolitano de La Habana, y ello le permitió concluir su educación básica a la par de su dedicación a las labores burocráticas que desempeñó.
Su amor por la ciudad portuaria le llevó a reconocer el valor de la historia y esa pasión le condujo hasta el historiador Emilio Roig de Leuchsenring, quien le adoptó como a otros muchos jóvenes, y a quien sucedió como director del Museo de Historia de la Ciudad, en 1967.
Merced a su imparable sed de conocimientos, obtuvo la licenciatura en Historia por la Universidad de la Habana, e inició estudios superiores, destacando la beca que le otorgó el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Italiana para obtener un postgrado en restauración de centros históricos.
Así, en 1981 recibe la confianza del gobierno cubano para restaurar el Centro Histórico de la capital de la isla, que incluyó la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña y el Castillo de los Tres Reyes de El Morro; obra que un año más tarde fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
La devoción de Leal Spengler por la recuperación de la memoria urbana de La Habana fue reconocida y adoptada por otras ciudades en el mundo; espacios históricos en los que cada restauración es prueba fiel de grandes amores, coloreados de históricos deseos que van de la mano, y son similares a la definición de pasión acuñada por el gran Francisco de Quevedo.