Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas,
sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás

Nelson Mandela.

Cuando un líder autoritario se ve rebasado por la realidad, ve en sus adversarios un gran peligro, sobre todo si empieza a perder popularidad. Se dedica a gobernar primero por los que votaron por él, quienes poco a poco se han ido desencantando, pues fueron muchas las promesas de las que se fiaron y legítimamente creyeron en una transformación que cambiara para bien el rumbo del país.

Muchos de ellos creyeron que el mesías tropical, como bien lo describiera Enrique Krauze, era la salvación para muchos de los más graves problemas en que por décadas hemos estado inmersos.

Lo más lamentable es que López Obrador uso esos problemas para descalificar a gobiernos, ex gobernantes, políticas públicas, que según él habían empobrecido al país, no se diga la corrupción, que fue el ariete con el que se abrió paso, la inseguridad, el ejército en las calles, la economía que crecía muy poco, las políticas neoliberales, los empresarios, la mala distribución de la riqueza, la falta de explotación de nuestras riqueza naturales, en fin, construyó una narrativa que convenció a unos, enamoro a otros y esperanzo a millones que decidieron acompañarlo.

Pero el rayito de esperanza se diluyó, la esperanza se volvió desencanto, desilusión, enojo, frustración. Los perfiles de sus colaboradores dejaron mucho que desear, el presidente mismo privilegio la lealtad hacia su persona por encima de la capacidad, pronto nos dimos cuenta de que todo era un falso discurso contra una mafia del poder, que en efecto existe, pero que hoy muchos de sus integrantes se pasaron al lado del “purificador”, quien los sumó a su proyecto exculpándoles todas sus tropelías contra el país.

Se cumplió el dicho del mandatario al pie de la letra “llego el tiempo de definiciones, el que no está conmigo esta contra mí”. El que esta con él, puede continuar con sus corruptelas, errores, deficiencias, abusos, incapacidades, mentiras, no importa, el presidente los disculpa y los alienta.

Que se preocupen los adversarios pues, aunque muchos puedan no tener culpa alguna, solo por el hecho de contradecir, pensar diferente, hacer llamados a ver la realidad, diferir, proponer cosas diferentes al presidente, deberán cuidarse, pues se les inventaran delitos, se les manchara con la diatriba presidencial.

Con esto que escribo no exculpo a nadie, ni propios ni extraños, cada uno debe rendir cuentas para bien y para mal de lo que haya realizado. Si alguien es responsable de una conducta ilícita sea quien sea, milite políticamente donde milite, debe ser sancionado mediante un proceso claro, transparente, pero nadie debe ser sujeto de la presión del aparato de Estado que se usa para amedrentar, golpear, lesionar, doblar el espíritu para que de rodillas se implore el perdón del autócrata.

Hoy en México se está usando ese aparato de estado con toda la saña para imponer a costa de lo que sea el proyecto presidencial que apenas en dos años ha demostrado que no sabe cómo conducir un país, se trata de tener el poder por el poder mismo.

A pesar de esa presión del aparato de Estado, los ciudadanos libres, partidos políticos, empresarios y toda la gente de buena voluntad que quiera vivir en un país auténticamente democrático, donde se respeten las instituciones y las libertades públicas, debemos mantenernos firmes, exigir, denunciar los oprobios generados por el gobierno, también tendremos que proponer, construir y generar lo necesario para que México siga siendo un país libre y democrático.

@perezcuevasmx

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