Emilio L. es lo que en el argot anglosajón popular, vulgar y callejero se conoce como “when the shit hit the fan”, un término más mexicano, igual de popular es “ya cayó el chahuistle” la famosa enfermedad de los nopales.
¿Es Emilio L. culpable de todo lo que le acusan? Probablemente, aunque, hoy día la Fiscalía General de la República confía en que el ex director de PEMEX se auto inculpe y señale a otros, más que poder probar que en realidad tiene algún tipo de responsabilidad punible.
Es indefendible y está haciendo lo que casi cualquiera en su posición haría, intenta negociar un poco de caridad pública a cambio de poder vivir algo de su vida, si es que a lo que le sigue, se le podrá llamar “vida”. L. llega a México en un momento, digamos, propicio. A mi gusto, llegó mucho antes de lo que tendría que haber aterrizado, algo que, sin lugar a duda, juega a su favor y en contra de sus anfitriones.
Justo cuando el triste número de mexicanos muertos por COVID 19 sobrepasan los 50 mil, cuando la economía va en franca picada, cuando no hay medicinas en los hospitales, cuando el sistema de salud pública es desmantelado, cuando aumentan los casos de niños con cáncer y sin acceso a tratamientos, cuando arrecia el desempleo, cuando la violencia no cesa, ni tampoco se calma, cuando aumenta la población en pobreza, cuando faltan las vacunas, cuando ha sido desmantelado el sistema de educación a distancia tan necesario ahora en la pandemia, cuando la violencia contra las mujeres aumenta, cuando hay recortes brutales al sueldo de los burócratas, cuando al violarse el estado de derecho se genera incertidumbre para los inversionistas, cuando las empresas han quebrado, cuando los padres de familia tienen que decidir entre comer todos o educar a sus hijos, justo cuando todo se agrava y esta a punto de iniciar el proceso electoral, justo ahí aparece Emilio L. a escena.
El gobierno federal se ha dedicado a sembrar “mentiras históricas”, como el robo de la presidencia en 2006 y 2012, o en la administración de la tristeza colectiva en el caso de los “43 de Ayotzinapa”, ahora la meta es viajar al pasado y juzgar en la plaza pública, lo que en los juzgados no durará más de un par de años.
Todo en el caso de L. ha sido una sistemática violación al debido proceso, sus primeros triunfos los obtuvo cuando el ex Fiscal Especializado para la Atención de Delitos Electorales, ahora director de la Unidad de Inteligencia Financiera, dio a conocer una parte del cuadernillo de investigación en una entrevista, motivo por el cual fue cesado de sus funciones en 2017, ahí se descarriló el caso Odebrecht.
Este tema, salió a relucir en el cálculo de las multas derivadas por haber excedido los topes de gastos de campaña en la campaña de 2012, en donde a la coalición ganadora PRI-PVEM se le detectaron gastos no reportados por 267 millones de pesos, mientras que a la coalición perdedora PRD-PT-MC le fueron detectados 287 millones de pesos, extrañamente los primeros fueron multados con 203.4 millones, mientras que a los segundos solo se les sancionó con 182.7 millones de pesos, esto fue en 2013, en 2018 prescribió la acción, el estado mexicano no tiene nada más que hacer, si acaso crear una Comisión de la Verdad, en donde difícilmente se llegaría a algo.
El gobierno federal esta caminando en hielo muy delgado, están creando precedentes judiciales a modo que hoy les podría beneficiar en el discurso público, pero que a futuro podría perjudicarles ¿se van a ver beneficiados electoralmente por la información que les dé Emilio L.? No es seguro.
Sin lugar a duda, la ciudadanía de forma legítima desea atestiguar un fallo justo a tanta tropelía, pero nada, absolutamente nada puede reemplazar la incertidumbre que genera el no tener trabajo, el no tener seguridad pública, el no poder acceder a los sistemas de salud pública, el ver morir a la gente que se ama por negligencia o austeridad.
A fuerza de intentar engañar al ciudadano, el político puede acabar convertido en una mentira…
@DrThe

