Andrés Manuel López Obrador sigue en campaña. Sueña con conquistar todos los espacios de la vida nacional, absolutamente todos, después de que en su realidad alterna se le negó el poder presidencial por cerca de veinte años.

¡Claro que a más de campaña, Andrés Manuel también gobierna, pero para él!

Con su visión limitada de futuro que merece México. Como su capacidad quedó impresionada, opacada por el poderío imperial de aquel PRI dueño de todo, para allá tuerce al México del Siglo XXI, solo que con tres problemas encima: el primero es que ya no nos interesa consumar una Revolución Mexicana que ya quedó consumada; el segundo, la realidad integral de la Nación dista mucho de ser la de los cuadros vivientes de Morelos, Juárez, ni tampoco la expresada en los grandes murales de Rivera en Palacio Nacional. Tercero, la sociedad mexicana para bien o para mal, ha evolucionado. Con todas sus injusticias y desgracias, pero aspira a un futuro mejor para esta generación; y si no para ellos, sí para sus hijos y nietos. Por lo tanto quieren, demandan siglo XXI.

En este último aspecto a López Obrador se le empieza a complicar su proyecto de nación, y le comienza a apretar el anillo en el dedo. Porque López Obrador no acaba de entender que inflexiones como la provocada por la pandemia presentan graves riesgos para su administración.

Es más fácil que un gobierno inepto sea expulsado de la mente de los habitantes en momentos como el actual, a que sea aceptado. Hasta buscándole por el lado teocrático se dificulta, dado que la distribución religiosa cambió diametralmente del México de los años sesenta del siglo pasado, a la composición de fieles 2020. En el presente México tiene diversidad religiosa, y sobre todo practica una suerte de orgullo guadalupano, combinado con agnosticismo, o escepticismo, o politeísmo, a la medida de lo que a cada quien se le pega la gana.

Lo que ocurre de este lado de la realidad, en el universo nuestro, es que fenómenos como la pandemia se convierten en puntos de inflexión de las sociedades. Este terrible fenómeno social, económico, de salud, provocado por una emergencia sanitaria, expone nuestras  debilidades y fuerzas múltiples. El cómo termine la historia va a depender de los diferentes líderes.

 

El miope rey sol

López Obrador está en el peor de los mundos para un mandatario: La desgracia en la salud se combina con la miseria económica agudizada por ese personaje tabasqueño que se presentó ante el pueblo agnóstico como su rey sol. Y Andrés Manuel es el infortunado Luis XVI de esta  “Francia” del siglo XVIII en plena efervescencia, que la vino a calentar la torpeza y ceguera de aquel rey sol que próximamente sería decapitado.

Aquellos Cahiers de Doléances o cuadernos de quejas, buscaron desfogar el descontento del pueblo francés. La verdad calentaron más los ánimos de un pueblo enfurecido que se levantó en rebeldía. Sin quererlo el rey sol prendió la mecha de la revolución.

Un artículo extraordinario de Margaret MacMillan del 9 de mayo de este año en la revista The Economist nos recuerda el momento terrible.

El concepto de esos cahiers de doléances, no andaban lejos de las consultas populares de López Obrador. Se le puede volver en contra su ratón loco y perder el control de un pueblo que le cree, pero no tanto como él quiere ser creído.

El artículo de MacMillan nos recuerda que una y otra vez, sean pandemias, hambrunas, guerras, injusticias que llegan al desborde, terminan por estallar al más mínimo detalle, por más bien intencionado que el soberano sea.

Francia en 1789, México en 1910, Rusia en 1917, la Europa de los años treinta que llevó a gobiernos extremos al poder, y provocaron una terrible guerra mundial, para repetir la amenaza ahora con la pandemia de 2020.

Hay gobiernos que lo entienden. Algunos por desgracia incurren de nueva cuenta en la metida de pata histórica.

 

¿Por qué AMLO no escucha?

Bueno, porque a él le gusta oírse a sí mismo. AMLO no escucha; él se oye a sí mismo y a los rastreros que lo secundan. Como lo hace Trump, Bolsonaro, Erdogan, y los otros dos autócratas en pleno, Putin y el primer ministro, también autócrata, demagogo y populista de Hungría, Victor Orban, descarado inventor de ese término de “Democracia Iliberal”, pero que le sienta bien a toda la lista de autócratas antes mencionada, incluyendo por supuesto a López Obrador.

A todos ellos les llovieron las advertencias de pensadores como Picketty, Tony Judt y Paul Krugman en relación a las profundas desigualdades sociales y retos de la globalización que hasta ahora hemos vivido. Pero a todos ellos las advertencias les entran por un oído y les salen por el otro.

Protestas esporádicas recientes como el Ocupemos Wall Street, las marchas de los chalecos amarillos en Francia, Bélgica, Países Bajos, las marchas de Chile, las mujeres mexicanas por el combate al terrible nivel de feminicidios en nuestro país, todo eso vale un soberano comino.

Autócratas como AMLO no escuchan ni entienden. Prefieren sus juegos con calificativos mediáticos; pretenden así mimetizarse con su pueblo bueno y sabio, confundir y predicar su  tremendo rencor en contra de los que él considera sus detractores, que le impidieron los últimos veinte años llegar a la presidencia imperial: los conservadores, porfiristas, fifís, la mafia en el poder, la prensa corrupta y los escritores podridos. Por eso odia a la ciencia, a los intelectuales, a los orgánicos. Porque él nunca podrá serlo.

Tal vez por eso pensó López Obrador que la pandemia le venía como anillo al dedo. Para distraer la atención de la violencia al alza, la economía a la baja, los planes de gobierno sin resultados para un pueblo ofendido desde hace muchos muchos años.

López Obrador nunca sopesó la extensión del impacto en México del cierre sin apoyos para los sectores productivos, tampoco comprende la gravedad de la extensión por la interdependencia en las cadenas de abasto globales y regionales (Norteamérica), los pros y contras de depender de recursos del exterior; tampoco el alcance y límites de los organismos multilaterales, por ejemplo la ONS en momentos como el actual.

La simpatía que AMLO tiene por Trump llegó en momentos en los que EEUU entra en una casi nueva guerra civil por las expresiones racistas y de desprecio a la clase trabajadora del Presidente falso, ese gángster que por accidente los estadounidenses sentaron en la Casa Blanca, que abandona su influencia internacional, se enfrasca a su país en una quasi nueva guerra fría con China, y nadie hasta el día de hoy entiende qué intenciones tiene con Rusia.

Sí, el simpático de Trump que muestra en las acciones y en las palabras su odio centrado en los morenos sí, pero en particular los mexicanos. Y nuestro presidente va a saludarlo y agradecerle quién sabe qué, en momentos en que Washington y el país entero se encuentran al punto de ebullición. Hartos por injusticias, por racismo, rebasados por una pandemia mal manejada, un confinamiento que no se supo vender adecuadamente por su Ejecutivo, y una economía que pone en jaque de pobreza a más y más millones de estadounidenses.

 

La pandemia de López Gatell

Cuando escucho a este señor concluyo que su discurso se refiere a una pandemia alterna. Porque la nuestra, la del covid-19 en México, poco si en algo se parece a sus análisis metafóricos cantinflescos.

Lo cierto es que “alguien” lo deja despacharse con el cucharón sopero. Si existen muertos Covid-19 se deben sobre todo a condiciones preexistentes como la obesidad y la diabetes. Por tanto este señor ataca a la pandemia pidiendo la muerte de los alimentos chatarra.

Si alguien se queja de la atención médica, se va en contra de las familias, o las agencias funerarias, o ya veremos hoy qué se le ocurre.

Dentro de esa lógica kafkiana López Gatell ya se metió en la SHCP. Por lo menos da la impresión. ¿Es Arturo Herrera el que decide las finanzas del país? ¿O acaso López Gatell le dicta el ritmo económico en función de su estratagema sanitaria?

Un pobre artículo pobre del titular de la SHCP en el periódico The Washington Post fechado 9 de agosto, bajo el título de “La Economía en tiempos del covid-19” me invitó a su lectura. Primero por su firma, después por el tema analizado para México, enseguida por el prestigioso diario.

“La crisis económica que estamos viviendo tiene características verdaderamente inusuales: es la primera crisis por diseño de la historia, desencadenada no por algún problema en un mercado en particular, sino porque los gobiernos y las sociedades decidieron cerrar la economía para combatir la pandemia”, dice Arturo  Herrera.

A partir de ese párrafo el tono del artículo decide justificar toda la acción económica del gobierno, al de un Estado condicionado por la pandemia. Es decir que el Gobierno mexicano ha sido reactivo más que proactivo a la pandemia y lo que vayamos aprendiendo de ella sobre la marcha.

Más desamparados no podemos estar usted, querido lector, el que esto escribe, así como otros 129 millones de compatriotas. La economía en el periodo pandémico lopezobradorista es reactiva al covid-19. Según lo que marque el derrotero de esta pompeya neo-tenochca es la respuesta de nuestro gobierno.

Usted dueño de changarros, de la tienditas de la esquina, sí, usted dueño de MiPyMEs, restaurantes, taquerías, hasta grandes empresas y corporativos mexicanos o consorcios extranjeros, todos nos doblegamos ante el dios de las plagas covid-19, a lo que profetice López Gatell y sentencie el emperador López Obrador.

El artículo que escribió el secretario de Hacienda en el Washington Post remata con un galimatías de palabras donde, a decir de él, se esperaba algo como el AH1N1; pero que como no fue, pues ahora la política económica la dictará la expectativa de vaivenes del Covid-19, que no fue como el AH1N1, y que como desconocemos su devenir, pues ahí la llevaremos con la economía según nos indique la pandemia, ya que a corto y mediano plazo sin medicinas ni vacunas, es muy difícil predecir la solución para México, que no es país rico, tampoco pobre, pero que no la libra en las condiciones de “algo” que no se entiende, intenta explicar Herrera, pero que no lo hace. El artículo termina incompleto. Como que le faltaron varios párrafos, pero así lo decidió el secretario de Hacienda y alguien más que seguramente le editó el artículo.

Prepárese amigo empresario: Ahora las leyes económicas, las reformas económicas, las restricciones energéticas a la IP, las políticas de estímulos por sectores, las aperturas sectoriales, las estrategias de creación de empleos, las estrategias fiscales, todo sin excepción, encuentra un nuevo sentido en la 4T, ahora 4T-covid plus: todo, hasta el derecho a vender refrescos, chicharrines o chicharrones, todo, es responsabilidad solo y tan solo de la pandemia. Ni el ejecutivo, ni el legislativo pueden ser señalados. Todo habrá sido culpa de la pandemia, de esa maldita peste que nos enfrenta a la primera crisis económica por diseño de la historia.

Así como la lee, así la firmó el responsable del despacho hacendario.

Mientras tanto la curva de contagios aunque sea falsa, ya se aplanó, si bien a decir del zar de la salud López Gatell va en contra de los análisis internacionales. Eso sí, nos recuerda que en México hay muchas curvas, según la región del país de que se trate. Me pregunto entonces cuál de todas es la que se aplanó, y en cual se basa el secre de Hacienda para modelar su respuesta Económica al nuevo diseño histórico de las finanzas nacionales.

Lea por favor el artículo del secretario de Hacienda en el Washington Post, y ya usted ojalá tenga la venia de comentarme lo que opina.Hasta entonces ya me voy, porque me siento asqueado. Como que me quiero enfermar y ser parte de la excepción histórica que a partir de ya hará nueva modalidad económica.

Efrén Flores es licenciado en Economía. Durante más de 35 años se ha dedicado a la comunicación en medios electrónicos impresos, con temas financieros, económicos, empresariales, estratégicos, RSE, PyMEs, y nuevas tecnologías que revolucionan a nuestro mundo. Es conferencista en México y en EEUU. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.Efrén Flores nunca ha pertenecido a Partido Político alguno.