Entrevista con Gustavo López Montiel, politólogo del Tec de Monterrey
“No ha sido un gobierno con buenos resultados, pero sobre todo, no ha sido un gobierno en el que dejen actuar a los especialistas, a los secretarios de Estado”, reconoció en una entrevista en El Heraldo de México, Mario Di Constanzo, quien conoce bien al tabasqueño y quien fuera nombrado hace 14 años como secretario de Hacienda en el llamado “gabinete legítimo” y del que con el tiempo se distanciaría. Remata, “es que si le llevas la contraria a AMLO, te vuelves su adversario”.
Recuerda Di Constanzo que le tocó presenciar discusiones entre el hoy presidente, Porfirio Muñoz Ledo y Dante Delgado, en las que como colofón, López Obrador señalaba “Pues tendrán la razón… pero no la comparto”.
Esta estampa refleja el manejo político del presidente. De ahí las renuncias de secretarios como el de Hacienda, Carlos Urzúa o la del director del IMSS, Germán Martínez Cázares, y la más reciente, el de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, por no estar de acuerdo con la militarización de puertos y aduanas, además de subsecretarios y titulares de organismos autónomos. Otros más, se han plegado sin chistar a las decisiones presidenciales.
Este manejo político, apunta el politólogo Gustavo López Montiel del Tec. de Monterrey, ha hecho que el mandatario no tome en cuenta a sus secretarios de estado y es que “el estilo de gobernar del presidente López Obrador es de centralizar todas las decisiones”.
Apunta que normalmente la función de un gabinete implica dar viabilidad al gobierno a través de las diversas secretarías particularmente en un pais tan heterogéneo como el nuestro, sin embargo, asegura, “como son políticos, su vigencia en términos de las necesidades de gobierno son reducidas”.
Recuerda que normalmente los presidentes hacen cambios en el primer año o año y medio, porque los políticos que la configuraron o ya perdieron vigencia o cumplieron con ser funcionales, en esa etapa de gobierno.
En este caso, asegura, “como el presidente centraliza las decisiones, los temas y la agenda de prácticamente todas las instancias de gobierno y aquellas que no son relevantes o más bien que no entran en su espacio de acción, busca también controlarlas.
“Así, prácticamente los secretarios de Estado se convierten en administradores de las decisiones del presidente, restándoles capacidad de interlocución, porque si bien los secretarios están ubicados en espacios donde tienen que generar diálogo con diversos actores económicos, políticos y sociales, cuando el presidente centraliza la toma de decisiones, ellos pierden esa función, y entonces todos quieren hablar con el presidente en lugar de los secretarios”.
Señala que esa condición del actual gabinete —distinto a los anteriores—, hace que el presidente no quiera cambiar a la mayor parte de sus secretarios porque todos ellos se pliegan a sus decisiones.
Señala, “aquellos que han tenido diferencias fundamentales como el ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa o como el ex director del Seguro Social, Germán Martínez Alcázar o como el hoy ex secretario de Comunicaciones y Transportes Javier Jiménez Espriú, que si bien le fue funcional en la parte del aeropuerto de Texcoco ya que se echó a cuestas la desarticulación del mismo, ahora con la militarización de puertos –como parte de sus funciones es el tema de los puertos– vio la oportunidad de renunciar, como lo hiciera anteriormente la secretaria de Medio Ambiente, Josefina González Blanco”.
Cuestionado sobre si el desempeño del titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha hecho que se le de más autonomía, López Montiel asevera que “hay una sintonía en ese sentido, porque forman parte de un grupo. Vale recordar a Manuel Camacho Solís y el manejo que tenía con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien hasta cierto punto le hacía caso, porque le resolvía problemas como lo fue atender el levantamiento de los zapatistas en Chiapas, en su momento”.
En este caso, prosigue, “el canciller Marcelo Ebrard ha sido eficiente, es una cara distinta respecto del resto de los secretarios, él negocia y cumple esa función para el presidente. Es el único al que el presidente López Obrador no lo ha contradicho, ni le ha plantado una cara distinta en público y tampoco al parecer, en privado.
Van en sintonía, también porque Ebrard se cuida mucho de no contradecir al presidente, pero a final de cuentas vemos a una persona con una psicología distinta, en buena medida porque me parece que Marcelo Ebrard se ha estado posicionando como un posible sucesor del presidente López Obrador”.
Resalta que en este caso se encuentra también la jefa de gobierno capitalino, Claudia Scheinbaum, “a quien también el presidente le tiene cierto respeto, aunque ella tiende a plegarse a las decisiones que toma el primer mandatario en ciertos temas como es el caso del semáforo epidemiológico, aunque con algunas diferencias. Esto a diferencia de lo que pasa con los secretarios de Economía, Hacienda o Salud, a quienes incluso los toma a broma, les resta autoridad y los hace ver como empleados”.
Consecuencias
Para el politólogo, la centralización de decisiones del tabasqueño y la acotada función de los secretarios de Estado, tiene consecuencias que se verán en poco tiempo:
“Tendremos consecuencias importantes, porque no vemos que el presidente en los temas fundamentales, por lo menos no se ve a una secretaría de Economía estableciendo políticas para la reactivación económica que tanto urge. En el caso del secretario de Hacienda cuando plantea ciertos temas, el presidente sale a corregirlo, en el caso de los desastres naturales que asolan el norte del país no vemos estrategias para atender a los que las están sufriendo, ni tampoco a la secretaría de Salud viendo como va a seguir atendiendo no solo el Covid-19 sino el sistema como tal.
“En realidad no estamos viendo acción por lo menos pública en el contexto de lo que el gabinete debería estar haciendo, es únicamente el presidente articulando un discurso. Consecuencias ya las hay, si la mayor parte de la gente sigue sufriendo carencias, o que vean que éstas se profundizan porque el empleo no se reactiva o se hace más patente el incremento de la violencia, eso es lo que valdrá a la hora de emitir el voto”.
Asegura que por eso al presidente le urge tanto generar dinero y recursos, para poder articular clientelas que son las que le van a apoyar en el contexto electoral. “Eso es lo que le importa al presidente, no le importa la agenda que le pongan otros grupos sino su propia agenda. Como ocurrió al inicio de la pandemia, son los grupos sociales, y hasta cierto punto los empresarios, los que toman acciones ante la ausencia de gobierno, ya que por el otro lado, cuando hay acciones de otros actores, el presidente las critica o las descalifica, pero me parece que eso está generando espacios de movilización de grupos que antes no lo habían hecho”.
