De entre las deudas, la más
sagrada es el reconocimiento

Franklin

En ocasión del 178 aniversario del fallecimiento de la heroína de la Independencia, Doña Leona Vicario, con la inauguración del Paseo de las Heroínas este 21 de agosto los gobiernos de México y de la Ciudad rendimos un homenaje a su memoria.

Con esta acción afirmativa el tradicional Paseo de la Reforma se revitaliza y se transforma en una avenida incluyente al albergar la estatua de Leona Vicario y la de Las Mexicanas Anónimas Forjadoras de la República, con ello se ha iniciado el programa de colocación de 12 monumentos más dedicados a mexicanas distinguidas del siglo XIX y XX.

Al igual que en el siglo antepasado hiciera el promotor de las estatuas de los héroes de la Reforma, don Francisco Sosa, el gobierno capitalino ha invitado a otras entidades federativas a integrar a sus heroínas en este emblemático espacio, y simultáneamente la Ciudad inicia una colecta de llaves para producir la tercera y la cuarta estatua del conjunto escultórico, el cual ha sido encomendado a un grupo de escultoras mexicanas coordinadas por Edyssa Ponzanelli.

Por vez primera en la historia del país, el presídium para este evento estuvo conformado por mujeres: encabezado por la Jefa de Gobierno, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, a quien acompañaron la Secretaria de Gobernación del Gobierno de México, Mgda. Olga Sánchez Cordero; la Presidenta de la Comisión Nacional de Memoria y Cultura, Dra. Beatriz Gutiérrez Müller; la Presidenta del Congreso de la Ciudad de México, Dip. Isabela Rosales; y otras distinguidas funcionarias de los gobiernos federal y local.

Fue en la Columna de la Independencia, en cuya cripta se resguardan los restos de Leona Vicario, donde se llevó a cabo esta ceremonia cívica; desde ese espacio se develaron las estatuas que a partir de ese día se encuentran erigidas a los costados del Paseo de la Reforma, frente a la lámpara votiva ubicada al pie de la “Victoria Alada” que corona el monumento.

De esta forma se patentiza la firme decisión de generar un reconocimiento igualitario a las mujeres y a los hombres que han contribuido a consolidar a la República Mexicana en todas sus facetas; este ha sido el comienzo del fin del patriarcado historicista que, por centurias, imperó en la interpretación y narrativa de la historia nacional.

Tal y como lo expresara Benjamin Franklin, este reconocimiento es el inicio del saldo de la deuda que la Patria adquirió con las mexicanas a lo largo de una historia plagada de exclusiones y machismos.