Durante la mañanera del 5 de febrero de 2019, luego de diversos reclamos por la desaparición del presupuesto para guarderías y entre otros rubros de apoyo a la población, el presidente López Obrador afirmó tajante que su gobierno ya no entregaría recursos a organizaciones sociales ni de la sociedad civil. El argumento: es función del Estado atender las necesidades de la población. Ya en mofa planteó, “No les gusta el cambio. Pero no vamos nosotros a entregar dinero a organizaciones… los apoyos van directo a los beneficiarios, no va a haber intermediarios. No vamos a ceder…”.
Después, en julio y hasta noviembre de 2019, el desprecio presidencial se trasladó a las movilizaciones convocadas por organizaciones campesinas que fueron objeto de un sistemático golpeteo y desdén que rayó en la humillación presidencial —casi personal— por considerarlas corruptas y meras intermediarias entre el presupuesto y los beneficiaros reales. Desde el pedestal mañanero, López Obrador recordaba un día sí y otro también, que los líderes de las organizaciones se enriquecían, se quedaban “con su moche y el dinero no llega a los más pobres”. Esta actitud propició que organizaciones tan disímbolas como la UNTA, el FAC, la CNC y Antorcha Campesina, entre otras más, le reclamaran su abandono al campo. El presidente insistió: “Que las organizaciones se vayan acostumbrando a que todo va a ser directo, se va a entregar el apoyo a la gente porque antes no llegaba, se quedaba en el camino”.
Nuevamente se trata de otra más de las inconsistencias del discurso presidencial. El intermediarismo no ha desaparecido, sólo cambió de rostro. Mientras para los programas sociales el dispersor favorito del sexenio es Banco Azteca, para el campo reaparece la Congregación Mariana Trinitaria (CMT). El gatopardismo en su máxima expresión.
La Congregación Mariana Trinitaria es una organización surgida en Oaxaca hace 2 décadas, cuyas redes se han extendido desde Canadá hasta Argentina, pasando por Guatemala, Belice, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Colombia, Trinidad y Tobago, Venezuela, Guyana, Surinam, Ecuador, Perú, Bolivia Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. ¿Asombroso? Pues sí. Aunque su nombre recuerda las advocaciones del culto mariano, hoy está más vinculada con la iglesia evangélica, precisamente la que profesa el tabasqueño. ¿Casualidad? ¿Tiempo de corresponderles con amor de prójimo? Son los tiempos electorales, dirán otros.
La Congregación Mariana Trinitaria se declara una Asociación Civil, no religiosa y sin fines de lucro, igual que el inquilino del Palacio. Se mueve con bajo perfil principalmente con gobiernos municipales —más de mil— y estatales. También ha colaborado con gobiernos federales durante el priísmo y el panismo, la mayor de las veces, con recursos “a fondo perdido”, es decir, sin declarar en qué lo gastaron.
Hoy el gobierno de la cuatroté le ha abierto las puertas de par en par a los trinitarios a quienes seguramente les llegó el mensaje del Grito de Independencia “viva el amor al prójimo”. Bueno pues este prójimo recibe “subsidios” —lo que esto quiera decir— de los tres órdenes de gobierno, quienes entregan una parte de los recursos, el beneficiario otra y los trinitarios dotan en especie de productos a menores precios que el comercial.
Desde 1998, la CMT está reconocida por el gobierno de México como una “Organización Asistencial” (DOF 03/07/1998) que ha ampliado sus alcances para apoyar a las áreas rurales productivas con diversos programas como: Granos y Semillas, Adquisición de Ganado, Alimentos Balanceados y Mejorados para Ganado; Tecnificación Del Campo; Financiamiento a Proyectos Generadores de Alimentos de Consumo; Invernaderos de Traspatio; Programa de Aspersoras; Paquete de Herramientas de Mano; Silos Graneleros y Tolvas; Microtúneles; Huertos de Traspatio y Verticales, Cosechadoras de agua de lluvia y Biodigestores e incluso las tan estigmatizadas por la cuatroté Semillas Mejoradas para Siembra y Fertilizantes ¿Será que al ser trinitarios la SADER no ve riesgos para su estrategia de semillas nativas? ¿Nuevamente la SADER obedece caprichos presidenciales? Todo advierte que sí.
Primero. Hace algunas semanas la Secretaría de Agricultura, encabezada por Víctor Villalobos, firmó un convenio de colaboración con la CMT para “potenciar esquemas financieros para productores de zonas marginadas”. A decir de la propia SADER, “el acuerdo implica la aportación de recursos en especie por parte de Congregación, vía mecanismos flexibles de coinversión, compras no convencionales y donativos modulares y acumulables…”. ¿Cuáles serán los indicadores de productividad? ¿Quién les dará seguimiento a los apoyos? Estos factores no aparecen ni en la letra chiquita del convenio. Sin embargo, ya hay señalamientos de resultados pobres de convenios similares con los gobiernos de Puebla y de Querétaro. ¿Será el mismo futuro para los convenios con SADER?
Segundo. Resulta muy significativo que el funcionario que defendió e impulsó este “convenio” fue el controvertido subsecretario Víctor Suárez, quien no es precisamente ideológicamente empático con organizaciones como la CMT, pero sí muy dispuesto a cumplir los deseos presidenciales, así tenga que claudicar en sus valores de lucha que declara tener.
Y a todo esto, cómo se sentirán las organizaciones sociales del campo tan despreciadas y abandonadas por esta administración ¿lamentarán el destierro o buscarán recuperar su estatus de dispersores? Mientras conocemos su proceder, sería conveniente preguntarle al partido Movimiento Ciudadano sobre su experiencia con la Congregación Mariana Trinitaria. ¿Casualidad? No, las redes de la CMT andan por todos lados. Sigamos la ruta del dinero en tiempos electorales porque para la cuatroté, la producción agropecuaria puede esperar.
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