Por Ma. de los Dolores Delgado Ochoa
En enero de este año la Secretaría de Salud nos avisó que pronto llegaría el virus SARS-Cov2 causante de la pandemia de la enfermedad COVID-19, a fines de marzo empezó la hospitalización de personas con el virus. Revisando el manejo que dieron los países donde ya se había presentado la enfermedad, en especial la Unión Europea en donde se observa una mortalidad alta en grupos vulnerables; en Holanda su filosofía es la siguiente ”para ellos es inhumano llevar a un anciano a morir en un hospital”, mencionan que en Italia y España se colapsaron las unidades de terapias intensiva por que aceptaron a todas y todos los pacientes infectados por el virus que eran adultos mayores, pacientes débiles, con problemas físicos y mentales, que no iban a vivir más de 12 meses y los holandeses los enviaban a cuidados paliativos, el servicio médico fue aplicado en personas con mayor esperanza de sobrevivir para que los recursos disponibles fueran bien invertidos. En cambio, España presentó casos donde los adultos mayores, cedieron sus ventiladores a personas jóvenes y lo decían: “yo ya viví tú todavía tienes que hacerlo”. Sí tratamos de analizar lo anterior son posturas diferentes posiblemente por su cultura, pero es ético llevar a una persona vulnerable con COVID-19 a morir dignamente al hospital o con sus personas queridas. El servicio médico a nivel mundial fue desnudado o rebasado, hasta la fecha han fallecido mas de 750 mil personas por la pandemia. México tiene un servicio de salud abandonado por años, trató de preparase para enfrentar la pandemia, al ver que pudieran saturarse los hospitales, planearon la reconversión de varios hospitales a nivel nacional, todas las instituciones de salud trabajan en conjunto para la atención de los pacientes de la pandemia, se emite una guía propositiva para la toma de decisión médica, pero no garantiza un comportamiento ético ya que obedece a otorgar recursos limitados a pacientes con COVID-19 que puedan ser rescatados, se presente la discriminación y la justicia distributiva no se aplicada correctamente, en este momento el médico entra en crisis para decidir a quien se le brinda la atención. Una característica de la cultura mexicana es que el anciano es el conocedor de los misterios y designios, por lo cual recibe el respeto la comunidad, comparándolo con el dios viejo, el guardián del fuego sagrado como Huehuetéotl, equivalente a Khin en los mayas. Con el manejo dado del gobierno a la pandemia no se ha llegado a la toma de decisión a quien proporcionar atención médica con ventilador y a quién no, además la mayor cantidad de las familias mexicanas han protegido a los adultos mayores.
Un dilema que se tiene tiempo atrás es la parte utilitarista del servicio médico en cualquier país no solamente en México, en el cual no se respeta la dignidad del paciente en especial los que forman parte de grupos vulnerables en el caso de la COVID-19, se tiene una preocupación sobre la aplicación de los escasos recursos médicos a las y los pacientes que sean rescatables y los que no lo son que hacen con ellos, por ejemplo se mencionó que a las personas adultas mayores no iban a ser atendidas con ventiladores, los y las enviarían a su casa, lo cual no es posible hacer ya que el derecho a la salud es para todas y todos los paciente, los recursos serían aplicados a personas rescatables, un dilema importante en el momento de la atención médica, ¿quién puede apoyar a tomar la decisión médica?, en el caso de que existe en el hospital un Comité Hospitalario de Bioética, deberán se enviar una solicitud para apoyar la toma de decisión en el caso.
¿Y si tú estuvieras en el hospital con COVID-19 usando un ventilador se lo prestarías a un paciente del grupo vulnerable?

