La humanidad está cimentada bajo cicatrices y memoria. La hiperinflación de la República de Weimar continua ejerciendo ciertos efectos sobre las políticas alemanas y su austeridad. La Gran Depresión de 1929 dejó en Estados Unidos (EE.UU.) el principio de no malgastar. La crisis de 2008 y su precariedad continúan empobreciendo la vida de millones de personas en numerosos países occidentales. Sin embargo, nos percatamos que todo es distinto, que cada crisis se presentó en momentos diferentes, unas por su parte como son las crisis económicas del 29 o la Segunda Guerra Mundial vinieron a poner la base al Estado Moderno de Bienestar, mientras que una crisis sanitaria como pudo ser aquella acaecida en 1918 ayudó a crear los sistemas de salud en un gran número de países europeos.

Desde hace más de seis meses nos encontramos sumergidos en una crisis sanitaria per se cuyos efectos han venido a acentuar las problemáticas económicas y sociales ya presentes en nuestro país. Nos vino “como anillo al dedo” para quitarnos la venda de los ojos y ver no la realidad que se buscaba presentar, sino la única realidad que existe: estamos entre la espada y la pared (seguridad, salud, educación, economía).

La pandemia ha provocado, entre muchas otras cosas una contracción de la economía global sin precedente en lo que consta de un siglo. Las previsiones actuales van encaminadas a que el PIB global caerá 4.9 por ciento. Sin embargo, el mundo se encuentra en un problema mayor; es decir, cuando llegó la crisis en 1929 y 2008, conocíamos las causas y la metodología económica que se debía seguir para poder salir del hueco en el que solos nos habíamos metido, y ahora solo son especulaciones tanto de las causas como de las soluciones, teniendo como única realidad las consecuencias hasta ahora negativas.

La sincronización de la recesión ha golpeado, como ya se había visto desde el inicio de la pandemia a los intercambios comerciales y sus cadenas de valor que se han visto claramente afectados tanto por el lado de la demanda, resultado del confinamiento en los esfuerzos gubernamentales en su intento fallido (al menos en nuestro país) por controlar la propagación del virus, como de la oferta ante la imposibilidad de poder mantener los niveles de producción anteriores a la pandemia.

El panorama internacional supuesto por la OMC un tanto positiva, mantenía la confianza en que ciertos flujos comerciales presentarían una recuperación rápida. Para la misma organización la Inversión Extranjera Directa (IED) caería entre un 30 y 40 por ciento, mientras que el tráfico aéreo comercial y de mercancías se reduciría en un 44 y 80 por ciento respectivamente.

Como se mencionó, la crisis de salud actual vino para acentuar la crisis comercial que ya venía cimentándose desde más atrás. De las guerras comerciales abiertas de EE.UU. en particular con China. Del progresivo nacionalismo económico y la imposición de barraras arancelarias. De la revisión de la fiscalidad de las grandes corporaciones. Del proceso de desglobalización que lo anterior ha generado. Todo tiene un proceso, es por ello que los grandes golpes económicos imprevistos más que impulsar grandes cambios, ocasionan una aceleración en las tendencias que ya se encuentran en marcha.

Los cambios ya estaban presentes antes de la crisis de salud y ya se habían materializado en tres diferentes formas: retrocesos en la globalización, nacionalismos y un emergente nuevo orden bipolar EE.UU.-China. Los avances hacia el libre comercio se frenaron a partir del inicio del nuevo milenio aunado al estallido de la crisis financiera internacional y el cuestionamiento del modelo económico vigente empezó a replantear la bondad de la apertura comercial. A lo anterior es necesario sumarle la imperativa necesidad y necedad del Reino Unido por abandonar la Unión Europea (UE) y la llegada de Donald J. Trump a la Casa Blanca dando como resultado la renegociación de los tratados comerciales vigentes con el país más poderoso del mundo y sus relaciones con socios y competidores.

La pandemia por un lado ha venido a acelerar muchos de estos cambios ya en proceso de gestación desde tiempo atrás y por otro lado ha actuado como una especie de catalizador para redibujar el nuevo mapa del comercio mundial. Si bien la evolución de pandemia, así como la recuperación económica continúan siendo una incógnita, el incremento de tensiones económicas y políticas ya existentes con anterioridad, continuarán intensificándose con el paso del tiempo.

El autor es Licenciado en Relaciones Internacionales con especialidad en Seguridad y Negocios Internacionales y maestrando en Administración Pública por la Universidad Anáhuac México. Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales.