En plena lucha por la independencia de nuestro país (1813), el Congreso de Anáhuac, conformado por patriotas visionarios, lidereados, por José María Morelos y Pavón, emitió el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana (1814). Documento que vislumbraba el perfil del México independiente. En su artículo 44, estableció el Supremo Gobierno, el Supremo Congreso Mexicano y el Supremo Tribunal de Justicia. Este último fue creado el 7 de marzo de 1815, en la población de Ario, Michoacán.
La noción de transitar de un régimen virreinal auspiciado por un Estado monárquico con serios problemas de permanencia, a un gobierno autónomo, con altas probabilidades democráticas y republicanas, fueron ideas que permearon rápidamente en los habitantes de la Nueva España.
Época convulsa de nuestro país, que inicia el 16 de septiembre de 1810 con el llamado del Cura Hidalgo. Movimiento cuya ideología tuvo como inspiración las ideas libertarias de la ilustración, génesis de la revolución francesa. Razón determinante fue también el afán de concluir con el dominio colonial español, que había prevalecido por casi 300 años, en el cual proliferaban los altos impuestos, los privilegios hacia los peninsulares, la discriminación de los criollos y la esclavitud de los indígenas.
Hombres y mujeres como: Miguel Hidalgo y Costilla, Josefa Ortiz de Domínguez, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Ignacio Allende, Leona Vicario y muchos más, que comprometidos con nuestra Nación, cedieron su vida, libertad y patrimonio para concretar esta empresa. Seres humanos extraordinarios a los que Melchor Ocampo definió como los “fundadores de nuestra nacionalidad.”
Durante la guerra de independencia hubo diversas propuestas de formas de gobierno. De entre estas propuestas se creó La Suprema Junta Nacional Americana, promovida por Ignacio López Rayón, autor de un documento que fue verdaderamente fundacional en este movimiento: “Los Elementos Constitucionales”, escrito en 1812, consta de 38 artículos, que según su autor: “…Aunque ocupados en abatir con cañón y espada a las falanges de nuestros enemigos, no queremos perder un momento de ofrecer a todo el universo los elementos de una Constitución que ha de fijar nuestra felicidad.” Sin embargo, este documento establecía lealtad al monarca Fernando VII y esto no fue del agrado de sus correligionarios, entre ellos de Morelos.
El 13 de septiembre de 1813, Morelos convocó a la formación del Congreso de Anáhuac, también conocido como Congreso de Chilpancingo, en la Parroquia de Santa María de la Asunción de esta misma ciudad. Al día siguiente, Morelos pronuncia el famoso discurso en el presenta su obra ideológica maestra: Los Sentimientos de la Nación, en la que expresa los principios y postulados que deberá contener la Constitución que en su momento promulgue dicho Congreso.
Otro acto solemne proclamado por esta Institución, en noviembre del mismo año, fue la Declaración de Independencia de la América Septentrional (México), de la Corona Española, para marcar oficialmente el punto final del colonialismo.
El 22 de octubre de 1814, el Congreso de Anáhuac emitió su acto cumbre, el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana o Constitución de Apatzingán. Constitución que tiene el mérito de haber sido la primera del México independiente, que consolidó el pensamiento de Morelos reconociendo la religión católica y, entre otros conceptos: la soberanía, ciudadanía, igualdad, libertad.
Si bien, por las complicaciones bélicas de la época, este Documento que admiró a propios y extraños, no entró en vigor, fue la fuente de inspiración para las subsecuentes y para la creación de diversas Instituciones, tales como: el Supremo Gobierno, el Supremo Congreso y el Supremo Tribunal de Justicia.
La ubicación geográfica de la Intendencia de Ario, Michoacán, permitió un desarrollo económico importante en esta población. Esto aunado a sus simpatías de sus habitantes con el movimiento independentista, auspició que en enero de 1815, se constituyera como la sede del Gobierno Mexicano y fue considerada como la primera capital de la Nación.
El 7 de marzo de ese mismo año, se instaló el Supremo Tribunal de Justicia, como depositario del Poder Judicial de la Nación. Simbolizó el primer antecedente de nuestro Máximo Tribunal del país. Sus integrantes fueron: Presidente, José María Sánchez de Arriola; Magistrados: José María Ponce de León, Antonio de Castro Elorza y Mariano Tercero Telles; Secretario Civil, Pedro José Bermeo; y, Oficial Mayor, Juan Nepomuceno Marroquín.
Efímera fue la estancia de este Tribunal en Ario, pues por las amenazas realistas emigraron a Tehuacán custodiados militarmente por Morelos. Las causas primordiales para la disolución de las instituciones creadas conforme a la Constitución de 1814 fueron, que ésta nunca logró promulgarse y, la aprehensión y posterior fusilamiento de Morelos en diciembre de 1815.
La casa en la que se estableció el primer tribunal de justicia en Ario, hoy de Rosales, Michoacán, fue donada a la Suprema Corte de Justicia por el Gobierno de esa entidad. Ahora es la Casa de la Cultura Jurídica que alberga el Museo Histórico y Centro de Estudios Históricos de la Suprema Corte. Cuenta con Bibliotecas jurídica e infantil, Ludoteca y organiza eventos culturales, artísticos, académicos y jurídicos.
La Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia proclamó el 7 de marzo como el día del Juez Mexicano, con el objeto de reconocer a los juzgadores que, por su trayectoria, comportamiento y honestidad, son dignos ejemplos de la judicatura de nuestro país.
La institución del Supremo Tribunal de Justicia materializó la vocación de un pueblo por la aplicación del derecho, como la mejor vía para preservar la justicia, a través de tribunales independientes, autónomos, imparciales, honestos, eficientes y eficaces, cristalizando así el ideal de Morelos, acuñado en su pensamiento: “Que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo defienda contra el arbitrario”.
Ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
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