No todo lo que se puede contar cuenta y
no todo lo que cuenta se puede contar
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Albert Einstein.

 

Este gobierno federal ha demostrado que para gastar los recursos públicos no tiene comparación con sus antecesores, aunque su gasto no se ciñe a lo dispuesto en la Ley de Egresos de la Federación, como debería de serlo, toda vez que para ello ha sido creado ese instrumento.

Ha sido un gasto desordenado, mal aplicado, sin rigor técnico financiero, ni apegado a la ley. Así han sido tomadas las decisiones en materia presupuestal y económica por las autoridades federales, todas a capricho del Presidente de la República.

Decidió cancelar obras tan importantes como el aeropuerto de Texcoco que le implicó un gasto no programado que superaba en mucho el costo para concluir esa obra. Por decisión política el ejecutivo decidió tomar recursos para pagar penas, cláusulas y requerimientos de las empresas que venían ejecutando la obra y con ello evitar el conflicto jurídico en tribunales nacionales e internacionales.

Para evitar problemas legales el gobierno de la República cubrió los requerimientos de los empresarios, el dinero pagado solo las autoridades federales saben de donde lo tomaron. Por cierto, están obligados a transparentar la información y rendir cuentas al respecto.

Así ha pasado con muchos rubros de la administración pública, se toman decisiones y se pide se cumplan, sin requerimientos técnicos, sin viabilidad financiera, todo al cálculo inmediato a ocurrencias.

El presidente dispone que se le tenga lealtad ciega, que los funcionarios cumplan sus requerimientos, no importándole de qué manera se financien.

Programas que gastan mucho y no han dado resultado son el de sembrando vida que se ha quedado atorado. El gran sueño de producir Arboles maderables y frutales se quedó en intento pues con los resultados presentados por los propios encargados del programa se ha demostrado que los árboles que sobrevivieron constituyen el siete por ciento del total sembrado.

Pagar por adelantado no funcionó pues muchos ejidatarios recibieron el dinero, pero no sembraron nada. El año pasado se presupuestó gastar 15 mil millones de pesos y el programa se amplió para hervir 23 mil millones, este año se tenía previsto que fueran 25 mil millones.

Lo mismo pasa con la construcción de las sucursales del banco del bienestar, mucha inversión pocos resultados. El tren maya ha generado que muchas empresas a las que se les asignó contrato han renunciado porque lo proyectado no alcanza y demandan más recursos.

El dinero generado en las subastas del Instituto para devolverle al pueblo lo robado, nadie sabe a dónde ha ido a parar, su extitular Jaime Cárdenas ha denunciado robo, corrupción y tráfico de influencias, decidió renunciar por lo grave de los actos contra las arcas públicas.

Narrar aquí todos los casos es imposible, desgraciadamente son muchos y siguen apareciendo más. Lo más grave es que cada día que pasa nos enteramos que el gobierno habla de tener mucho dinero para las necesidades del país, pero en los hechos vemos que no es así.

Inclusive observamos con preocupación el anuncio gubernamental de echar mano de recursos que nos son parte de las arcas federales como el dinero de las afores, que son ahorros de los trabajadores para su retiro.

Han osado de la amenaza al intento de desaparecer cientos de Fideicomisos, en un primer momento, fueron cincuenta y cinco, ahora dicen que serán ciento nueve, entre los que se encuentran proyectos tan importantes como centros de estudio e investigación o el de protección a periodistas, salud, reforestación, desastres naturales, bellas artes, cultura, etcétera.

El dinero público peligra pues el gobierno federal ha demostrado que solo dilapida los recursos públicos de los mexicanos.

 

@perezcuevasmx

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