El llano en llamas

Tomo prestado el título de los espléndidos cuentos de Juan Rulfo para referirme al contexto de la campaña presidencial de Estados Unidos, que se encuentra en su tramo final, en víspera de la elección del 3 de noviembre. Un contexto que semeja un incendio en la política, las relaciones económicas y la sociedad ¡y con la pandemia asesina, incontrolable! Violencia aquí y allá.

Destaca en este campo minado que es el escenario internacional, la reaparición en Francia del terrorismo islámico -la yihad o guerra santa, según la interpretación más popular- cuando este 16 de octubre el profesor de liceo Samuel Paty fue decapitado por Abdullakh Anzorov, un checheno de 18 años residente en Francia. Solo por el hecho de que el profesor, para hablar a sus alumnos de la libertad de expresión les mostró las caricaturas de Mahoma que la revista satírica francesa Charlie Hebdo publicó en 2015.

Las caricaturas, ciertamente ofensivas y que entre los musulmanes son consideradas blasfemia, ya habían dado lugar a atentados sangrientos: en enero de 2015 en las oficinas de la revista, con un saldo de 13 muertos -uno era policía- y 11 heridos; y en noviembre de ese año en el teatro parisino Bataclan, donde los asaltantes retuvieron a 100 rehenes y hubo 89 muertos, además de los 3 terroristas que se suicidaron y otro que fue abatido por la policía.

La muerte de Samuel Paty, que recuerda los asesinatos de profesores -más de 600- cometidos en los años 90 en Argelia, por los fanáticos del Grupo islámico armado, así como realidades hoy presentes en África, en donde han asesinado a centenares de profesores y cerrado miles de escuelas, muestra que el Estado Islámico –Daech– que planeó y ordenó los atentados en Charlie Hebdo, Bataclan y otros, aunque fue derrotado y expulsado del territorio que detentaba en Medio Oriente, sigue actuando, a través de sus franquicias –al-Qaeda, Boko Haram, etc.- de grupos asociados y de individuos -“lobos solitarios”- que asesinan, como el checheno Anzorov.

El crimen ha sido condenado por el gobierno y la opinión pública francesa e internacional, así como por numerosos gobiernos -entre otros Egipto y Arabia Saudita- y asociaciones islámicas en Francia y en el mundo. Dio lugar también, como era de esperarse, a duras críticas de la extrema derecha -con Marine Le Pen a la cabeza- al gobierno, exigiendo endurecer las leyes y la política de inmigración.

Sin embargo, es muy grave la reacción que provocó el discurso del presidente Macron en la Sorbona, en el homenaje que rindió al profesor asesinado, puntualizando que el Estado -y la escuela- continuará defendiendo la libertad que Samuel Paty enseñaba y defendía, así como el laicismo, y puntualizando que no renunciará al derecho de mostrar las caricaturas. El mandatario galo condenó, además, de manera enfática, al extremismo islámico.

Lo dicho por Macron provocó airados comentarios de representantes de gobiernos y de asociaciones islámicas, afirmando que las caricaturas e insultos a Mahoma nada tenían que ver con la libertad de expresión y sí, en cambio, se empleaban para intimidar a los musulmanes en Europa. Incluso Marruecos, entrañable amigo de Francia, protestó y su canciller señaló que la libertad de unos termina donde se inicia la libertad y las creencias de los otros.

El discurso en la Sorbona provocó también ruidosas protestas de la calle en países musulmanes -Turquía, Qatar, Pakistán e Irán entre otros- y la invitación a boicotear los productos franceses, destacando la que hizo el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien, además de ofendió a Macron tildándolo de desequilibrado mental. Protagonismo el este “sultán pirómano” -como lo llama Le Monde- en su afán de ostentarse como el principal defensor del mundo musulmán.

Antes de concluir con los sucesos de Francia, tengo que referirme a un nuevo hecho horrendo: este 29 de octubre un hombre, al grito de Alau akbar! (¡Alá es grande!), asesinó a tres personas, una de ellas degollada, en la basílica de La Asunción, en Niza. El presidente Macron declaró desde ese puerto, que “Francia ha sido víctima de un ataque terrorista islamista”, convocó a la unidad y anuncio un amplio refuerzo de la vigilancia de iglesias y cementerios.

El Mediterráneo y el Medio Oriente son también escenario de este “incendio”. Con el propio Erdogan metido en Siria, Libia, Irak, y en el Cáucaso apoyando a Azerbaiyán en su guerra contra Armenia. Con Líbano sumido en una grave crisis, Irán, chií, enfrentado a Saudi Arabia y a las monarquías sunitas del Golfo, dos de las cuales, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, firmaron los Acuerdos de Abraham, que apadrina Estados Unidos, por los que establecen relaciones diplomáticas con Israel, mientras las reivindicaciones palestinas quedan en suspenso. Más recientemente Sudán, presionado por Washington, también estableció relaciones diplomáticas con Netanyahu.

De vuelta a Europa, menciono otros escenarios “en llamas”: Bielorrusia, donde la oposición al autócrata Lukachenko sigue desafiándolo a través de huelgas, convocadas por la figura principal de la oposición, Svetlana Tsikhanovskaia, a fin de provocar un “choc” económico y paralizar el país.

La desestabilización de Bielorrusia constituye -dicen expertos en el Kremlin- junto a la lucha de clanes y el caos en Kirghizistán y la guerra de Azerbaiyán contra Armenia, un grave desafío de su “extranjero próximo” -sus vecinos- a Putin.

También Polonia enfrenta turbulencias, a través de numerosas manifestaciones, bloqueando ciudades, contra la decisión del tribunal constitucional, que, acorde al gobierno de ultraderecha católica, ha prohibido casi totalmente el aborto. En un país donde tienen lugar cada año alrededor de 200,000 abortos clandestinos.

En el Lejano Oriente la situación de Hong Kong, desde que China implementó la ley de seguridad nacional, es dramática: a partir del verano más de 10,000 personas han sido arrestadas y no pocas trasladadas a China donde -dice el activista Joshua Wong, el mismo en prisión- se sospecha que han sido torturadas. Mientras que las elecciones previstas, en caso de llevarse a cabo, probablemente serán manipuladas -añade Wong.

También Tailandia es escenario de manifestaciones que reclaman la dimisión del primer ministro Prayut Chan-Ocha, más democracia, derechos para las mujeres y una reforma de la monarquía, que hoy padece -es la expresión precisa- al rey Maha Vajiralongkornla, un frívolo quien pasa la mayor parte del tiempo en Alemania; y cuya conducta contrasta con la del venerado monarca Bhumibol Adulyadej, su fallecido padre.

Curiosamente algunas de las pocas notas positivas de este escenario político incendiándose vienen de América Latina. Primero con la elección presidencial en Bolivia que, contra pronósticos, se celebraron sin mayores turbulencias, además de haber triunfado de manera contundente Luis Alberto Arce, candidato del MAS de Evo Morales. El suceso fue comentado en un bien informado artículo del número anterior de esta revista, y yo solo me permito añadir un par de comentarios: primero, que el triunfo del MAS da oxígeno a la debilitada izquierda latinoamericana y segundo, que Evo Morales debe aceptar que su lugar está en la historia, que será benévola con él, y no más en la política.

Aunque este buen deseo se está frustrando porque, según las noticias de último minuto, el expresidente anuncia su retorno a Bolivia el 9 de noviembre, “nostálgico de su patria”, pero más nostálgico del poder y a la búsqueda de un “baño de popularidad”, como dice el diario El País. Ojalá que no cree problemas al presidente Arce, como los está creando la expresidenta Cristina Kirchner -otra enferma de poder- al mandatario argentino.

La segunda nota tiene que ver con el referéndum celebrado el 25 de octubre en Chile, en el que el 78.27 por ciento de los participantes se pronunció por elaborar una nueva constitución que sustituya la vigente desde hace 40 años, todavía en época de la dictadura de Pinochet. Aunque esto último no pasa de ser simbólico, pues el texto ya fue expurgado de sus artículos antidemocráticos en 2005, durante la presidencia del socialista Ricardo Lagos, es de esperarse que la nueva legislación incorpore los derechos sociales: a la educación, la salud, pensiones, vivienda, trabajo y medio ambiente. En un país que ha avanzado mucho en el combate a la pobreza, pero arrastra una alarmante desigualdad.

También es buena noticia que el Premio Nobel de la Paz 2020 se haya otorgado al Programa Mundial de Alimentos, que da asistencia alimentaria, a veces en condiciones de peligro, a millones de personas -en 2019 prestó asistencia a 97 millones de personas en 88 países. Es, asimismo, noticia grata la posibilidad de que una africana, África, la prestigiada nigeriana Okonjo-Iweala, ex ministra de exteriores y de finanzas de Nigeria y número dos del Banco Mundial, llegue a dirigir la Organización Mundial de Comercio.

Es, por último, de celebrarse que el papa Francisco haya vuelto a pronunciarse a favor de las uniones civiles entre homosexuales, que “son hijos de Dios y tienen derecho a una familia”, dando un significativo impulso con ello a uno de los cambios en actitud y legales que son imperativos y urgentes en la Igesia católica. A pesar de críticas histéricas de quienes no reconocen el paso dado por el pontífice y exigen cambiar de un plumazo 2000 años de historia; y recibiendo, además, Francisco, maldiciones del ala conservadora de la iglesia, no exenta de conspiradores siniestros.

Sin embargo, la más reciente noticia antes de concluir este artículo no es buena: me refiero al nombramiento de la letrada Amy Coney Barrett como juez del Tribunal supremo, que consolida su mayoría conservadora. Un nombramiento que ha sido posible en un Senado manipulado por el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, de negra historia. Esta victoria de Trump le daría apoyo en caso de que se inconforme con el resultado de la elección presidencial y la controversia llegue al Supremo.

 

¿Las potencias a favor de Trump?

En este juego de angustias y esperanzas, de posicionamientos y apuestas, de Realpolitik, que están siendo las elecciones para presidente de Estados Unidos, los expertos se preguntan por cuál de los candidatos votarían las potencias.

Respecto a China, quizá el voto más interesante, del competidor por excelencia de Estados Unidos, en el liderazgo mundial, expertos como Yan Xuetong, profesor de la universidad Tsinghua afirman que Pekín votaría por Trump, porque ello “aceleraría la decadencia de América (sic)”. Una opinión que, según una encuesta de junio de la agencia Bloomberg, es compartida por muchos otros expertos chinos.

De Rusia, que, al igual que en la elección de 2016, interfiere en el actual proceso electoral, está cantado que su voto sería por el actual inquilino de la Casa Blanca, al que puede manipular.

En cuanto a Israel, Netanyahu apuesta por su “amigo” Donald Trump, a quien debe tanto y al que “todos adoran” en ese país, en el que según la encuesta del Pew Research Center sobre 25 países, publicada a principios de octubre, el 94 por ciento de israelíes judíos aprueba al norteamericano: los de derecha el 94 por ciento, contra un 54 por ciento en el caso de los de izquierda. En cambio, un sondeo reciente, realizado por el American Jewish Commitee, descubre que en la comunidad judeo-americana, el 75 por ciento votaría por Biden y solo un 22 por ciento por Trump.

Las monarquías del Golfo y particularmente Saudi Arabia y Emiratos tienen estrechas relaciones y complicidades con Trump; y, en cambio, mala relación con Biden -sobre todo Ryad, al que el demócrata calificó de “Estado paria” a causa del asesinato, por orden del príncipe heredero Mohamed Bin Salmane, del periodista Jamal Khashoggi.

El islamista Erdogan también apuesta por Trump, ambos cómplices, quienes se conocen desde 2012 cuando en su condición de empresario inmobiliario, el neoyorkino inauguró en Estambul dos torres gemelas a las Trump Towers y comó entonces de elogios al entonces premier turco. John Bolton, ex asesor del mandatario estadounidense, en su libro The Room Where It Happened (El cuarto donde sucedió eso) hace revelaciones graves sobre la relación política entre ambos personajes, quienes, según el periodista Carl Berstein, conversan por teléfono dos veces por semana.

¿Qué decir de Europa? Por lo que hace al Reino Unido, los expertos hacen notar la sintonía entre Boris Johnson y Trump, apasionados promotores de “la Unión Sacra” entre las dos riberas del Atlántico y su aversión a la Unión Europea. Aunque el American First que postula Trump podría dar al traste con tan pretenciosa unión anglosajona.

El húngaro Viktor Orban ha expresado su apoyo a Trump para un segundo mandato, porque -dice- “conocemos bien la política de imperialismo moral de las administraciones demócratas”, y ciertamente porque ambos mandatarios comparten su oposición a la inmigración y a una Unión Europea fuerte. Además de tener los dos excelentes relaciones con Putin. Lo mismo -salvo lo de las buenas relaciones con Putin- podría decirse del gobierno polaco.

Los líderes políticos de ultraderecha, como Marine Le Pen, Matteo Salvini y el propio Santiago Abascal, también se alinean incondicionalmente con el actual presidente norteamericano. Con argumentos tan falsos y absurdos algunos, como el de que la Unesco y la OMS, condenados por Trump, pretenden destruir la familia y apoyan el aborto y la pedofilia.

En Latinoamérica seguramente Bolsonaro apoya al presidente que intenta emular.

 

A la espera del 3 de noviembre

A escasos días de los comicios, la mayor parte de los sondeos da al candidato demócrata una ventaja de entre 8 y 12 puntos sobre su adversario, y los expertos dudan que con esta diferencia Trump tenga alguna oportunidad de ser reelecto.

Sin embargo, sus partidarios realizan extraordinarios esfuerzos para movilizar a electores indecisos. Además de difundir ampliamente que lo declarado en el último debate por Biden, sobre el aborto, “contraría sus convicciones de católico practicante”; así como lo que dijo sobre las energías limpias y el futuro del petróleo, en el mismo debate, “pretende destruir la riqueza de Texas, Ohio y Pennsylvania”. A menos que con su propuesta sobre la transición energética “apueste -dice Jeannette Hennequin, mi alumna de la BUAP que actualmente hace una maestría en Europa- por el voto millenial”.

El presidente contará previsiblemente con los votos de la inmensa mayoría de los evangélicos, que representan entre el 12 y 15 por ciento de la población, mientras ambos contendientes luchan por la conquista del voto latino -32 millones de personas, o sea, el 13.3 por ciento del electorado, más que los afroamericanos, según el mencionado Pew Research Center. Aunque los latinos no votan como bloque porque el interés de quienes nacieron en Estados Unidos tiene que ver más con beneficios sociales que con el tema migratorio.

Ciertamente, la campaña de Biden hace referencia al tema migratorio y Kamala Harris, candidata a la vicepresidencia, acaba de declarar que la Administración del demócrata habrá de asegurar la dignidad de los migrantes y defenderá su derecho legal a buscar asilo. Y, de paso hablemos de feminismo: El Washington Post de este 28 de octubre informa: “Doug Emhoff detuvo su carrera por las aspiraciones de su esposa Kamala Harris y se convirtió en el ‘arma secreta’ de la campaña”.

Seguiremos enterándonos de que Trump y los republicanos tildan a Biden de comunista, vinculado a Cuba y Venezuela y a los demócratas de satanistas y pedófilos, como ya se hizo durante la campaña de Hillary Clinton -conversé entonces con un mexicoamericano, salido de la universidad, ¡que lo creía a pie juntillas!