La letanía
La “Letanía” a la que hago referencia enseguida, es la continuación del estudio que formulé y publiqué bajo el título Contribución para una teoría de los alardes; éste, originalmente, fue publicado en 1995, en la revista Alegatos del Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana (número 30, páginas 319 a 342). Posteriormente, engrosado, revisado y actualizado, volvió a aparecer en mi obra Maquiavelo: estudios jurídicos y sobre el poder, (Oxford University Press, México, 2000, páginas 141 a 177).
Esta “letanía” es una de las formas en que se manifiestan los alardes; con éstos, según lo asenté en el estudio a que he hecho referencia:
“… se muestra algo con el fin de establecer relaciones de sometimiento, de crear la sensación de que existe un poder que no se puede rehuir, desobedecer. En la ostentación, busca un propósito: la vanagloria, hacer gala de grandeza, lucimiento y boato; procura, sobre todo, impresionar, satisfacer el ego; con ella no se intenta establecer relaciones dominicales de manera directa, aunque indirectamente terminen por crearse. …
El vocablo alarde tiene una amplia tradición de contenido netamente político represivo. Se trata, de una u otra forma, de una exhibición de fuerza; no importa que sea física o moral. De la exhibición derivan sensaciones diversas: para quien hace el alarde, de seguridad y dominio; para quien lo percibe, de intimidación. El alarde, aunque no explícitamente, busca amedrentar. …
Los alardes verbales tienden a realzar la fuerza física, el potencial sexual, la riqueza, el valor, la belleza, la alta alcurnia, la inteligencia, la agudeza, la malicia y otras virtudes de quien los emite. También buscan a poner en evidencia la debilidad, bajeza, torpeza, fealdad, pobreza y cobardía del adversario. Procuran poner en ridículo. Los alardes son mecanismos de compensación psicológica de los que se echa mano para ‘aliviar’ complejos de inferioridad y persecución”. (pags. 143 y 166).
En ese estudio analicé las formas como se manifiestan los alardes en las relaciones que se dan entre particulares; también entre los religiosos, la clase adinerada; entre gobernantes y súbditos.
La teoría de los alardes que he esbozado no está completa; está por hacer el estudio de cómo se manifiestan en el campo de la política y, en especial, la mexicana. Son formas muy complejas de comportamiento que, frecuentemente, sólo comprenden los iniciados. No estoy aludiendo a las formas corrientes, burdas o groseras de aquellos que confunden la política con un ring de lucha en el lodo.
Antecedentes
La primera vez que escuché la letanía fue por el año de 1950, en Cuernavaca Morelos; la recitaba un conocido de nombre Abelardo Gómez, alias “La María”. Él murió hace un poco más diez años. Todavía vive un hermano de él de nombre Armando, alias el “Garrafón”; también están vivos algunos que conocieron a “La María”, como Antonio Martínez “El Telolo”, mi compadre Josué Juárez Peña “Josuaco”, Froilán Blanch “La Marrana o Cucha”, mis amigos Francisco Salgado Aranda, Raúl Muñoz Astudillo y uno que otro más. Tal vez ellos recuerden otras partes de la “letanía”.
Con el tiempo oí otras versiones de ella tanto en Cuernavaca, como en la Ciudad de México y otros lugares. Aquí intenté incorporar las diferentes versiones y fusionarlas. No sé si lo logré y sí tenga la aceptación de los conocían sus diferentes versiones. Como dice el dicho: peor es nada.
La versión que recitaba “La María”, tenía ciertas particularidades; las intento consignar en este documento; ellas son las siguientes:
Antes de lanzar los improperios, como una forma de descanso, haciendo las veces de una variante, como se observa en el rosario, se recitaba un refrán o alarde; éste podía tener o no relación con ellos.
Los términos en inglés los transcribo tal como los pronunciaba “La María”; de igual manera consigno la forma como los diferentes informantes pronunciaban los términos migitorio, miadas, malavidero, guevón y otros. El término leer, lo oí como ler; tal parece que mis informantes fueron los que le enseñaron a hablar al secretario de educación Aurelio Núñez Mayer.
Advierto que las habladas y los albures son dos instituciones que, aunque parecidas, son diferentes. Hace setenta años, cuando menos en Cuernavaca, no era común alburear. Algunos los tomaban como una forma corriente de homosexualidad. Los tiempos han cambiado.
Algunos términos pudieran ser desconocidos para muchos, como cuatezón, cuilón o chiclán; respecto de ellos don Francisco Santa María dice:
“Cuatezón. … Dícese del animal que debiendo, por su naturaleza, tener cuernos, carece de ellos, natural o artificialmente.” El término se usa en dos acepciones más: una, se da ese nombre al toro que en los jaripeos entra a guiar al toro que se acaba de montar, para guiarlo a la salida. El otro, con el se alude al marido a quien su mujer lo engaña con otro.
Cuilón, es un término nahual, con el se alude a quien es homosexual o marica.
Chiclán o ciclán, con él se alude a un varón o a un animal que únicamente tiene un testículo; con ello se denota que es cobarde.
La “letanía”, en la variante que recitaba “La María”, con algunos agregados, era la siguiente:
Desgraciado
Muerto de hambre
Mal fin tengas
Junta palitos
Come cuando hay
Cierra la puerta, mira quien viene.
A mi no me vengas con que guichu duin y gua yu sei
Sábana de hospital
Pañal de niño
Migitorio de cantina
Escupidera de tranvía.
Yo como no sé ler ni en los anuncios me fijo
Pedo pronto
Culiaguado
Boquimierda
Piernas miadas
Puerca en celo
Cornudo.
A mí las nalgas sólo me sirven pa cagar
Malavidero
Lengua suelta
Mal amigo
Soflanero
Come mierda
Mata perros.
A mi ni a orinar me ganan
Aguafiestas
Traicionero
Culo visco
Caga solo
Caza pendejos
Zopilote carroñero.
Con pendejos ni a misa, porque se hincan en los gargajos
Mal nacido
Corre ve y dile
Chichi caída
Ojituerto
Puta regalada
Cuatezón.
No a todos les queda el puro, nomás a los hocicones
Métome en todo
Caga cuadros
Aguafiestas
Puñetero
Huele pedos
Catre de puta.
Si he sabido que te orinas ni pañal te pongo
Boquiflojo
Cagón
Ojete
Llorón
Cuenta chiles
Chiclán.
¿Desde cuándo las arañas mean?
Chicharrón de perro
Guevón
Te sientas pa miar
Costal de mañas
Cejiputo
Letrina de cuartel.
Con esa carne ni frijoles pido
Culo prieto
Gusano panteonero
Cucaracha en quemazón
Ventajoso
Aprovechado
Bacinica de hospicio .
Ni yo que soy la portera me asomo tanto al zaguán
Cuilón
Ojo de Pancha
Cacarizo.
Cara de nejayote
Sábana pedorriada
Catre de puta.
Aquí yo soy el que orina más lejos
Culo prieto
Nalgas pintas
Ave de mal agüero
Cobija de limosnero
Calzón cagado
Caga bolas
Buitre de camposanto.
No sean montoneros, vénganse de siete en siete
Zopilote de rastro
Hocico de regadera
Dientes de mazorca loca
Cara de tepalcate
Puñetero
Nalga peluda.
Gano poco, pero pa´ frijoles saco
Besa culos
Calzón sin nalgas
Chaquetero
Mata piojos
Pito caído
Monta perros.
Hasta la risa te pago, cuantimás unos eructos
Mal nacido
Putañero
Caga riatas
Te sientas pa miar
Fundillo roto.
La “letanía” era más larga. Únicamente recordé lo anterior. Es otra parte de la cultura popular que se perdió. Hay otras formas de alarde.