En medio de protestas de académicos, investigadores, científicos, artistas, braceros y demás población afectada por la desaparición de los fideicomisos, la Comisión de Hacienda del Senado de la República —en sede alterna— finalmente, de madrugada, con una diferencia de 14 votos (65 contra 51) del partido en el poder y por “recomendación presidencial”, determinó la extinción de 109 fideicomisos y fondos públicos que le representarán al gobierno de la cuatroté, la posibilidad de reorientar a donde le plazca, más de 68 mil millones de pesos. El beneplácito y la consecuente felicitación no se hizo esperar durante la mañanera, el presidente agradeció la extinción de los fideicomisos. ¿Al diablo con la corrupción, pero viva la opacidad?

La iniciativa presidencial que se consolidó en el Legislativo de manera apresurada y sin mayor análisis, sin reflexión o prospectiva que cumplir los deseos presidenciales y sin ver ni oír las posiciones de los afectados, propició de última hora la conformación de un frente de “contención” por parte de los gobernadores que, en su mayoría, llaman la atención sobre los recursos desaparecidos, particularmente del Fondo Nacional de Desastres (FONDEN) y de los relacionados con el tema de la salud pública. Adelantan que llevarán a la corte la decisión.

Pero a todo esto, ¿qué son los fideicomisos? Pues son una figura jurídica, una especie de convenio o contrato por medio del cual se pueden financiar proyectos importantes a largo plazo. Los fondos de los fideicomisos pueden provenir tanto de fuentes públicas como privadas y pueden manejarse de manera multianual, lo cual es muy conveniente para las investigaciones científicas, culturales u otros proyectos cuya envergadura será de largo o muy largo plazo. Es aquí donde se percibe con mayor claridad la visión cortoplacista y sin objetivos productivos o constructivos de este gobierno, donde la proyección a futuro parece reducirse a la consecución del voto así sin más, sin expectativas. ¿Seguirán creyendo que la gente afectada aplaudirá, celebrará una decisión que los desampara?  Parece que sí.

Estos fideicomisos también afectan al campo, precisamente ese sector productivo que sí trabaja con prospectiva de crecimiento, de costos, gastos, de administración de recursos naturales y económicos para poder proveer de alimentos las mesas de los mexicanos. Algo a lo que estamos tan acostumbrados, a comer, a que haya alimentos en todo momento, pero que no lo notamos porque siempre están allí, y que es el encargado de volver realidad uno de los compromisos presidenciales, plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo: la autosuficiencia alimentaria. La carencia de financiamiento y falta de liquidez, por la pandemia, amenaza aún más al sector primario de nuestro país.

Significativamente no se perciben voces del campo, de ganadería, de la agroindustria, de las organizaciones campesinas que advirtieran de las afectaciones al sector. La opinión pública sabe que dañará a la ciencia, al cine a la salud, ¿pero al campo? No rotundamente. No se vieron estrategias de presión como cuando PROFECO inició el quesogate  que no duró más de tres días. ¿Es decir el sector sólo reacciona de manera individual? Sabemos que no, pero en estos momentos tan trascendentales todo indica que cada quien busca para su parcela.

La desaparición de los fideicomisos impactará en el fondo de la Financiera Rural, que no es un fideicomiso propiamente, pero que sí le reducirán más de 12 mil 500 millones de pesos que servían para el financiamiento y avío no solo de los grandes terratenientes como lo elucubra la ignorancia e insensibilidad de la cuatroté, sino que principalmente beneficiaban a los productores medianos -de entre 10 y 40 hectáreas- que con mucho esfuerzo lograban comercializar sus producciones de manera más rentable. Finalmente, los grandes agroexportadores seguirán financiándose en la banca comercial, sin mayor problema.

En esto radica lo complicado del panorama que viene para México y la presunta meta de “autosuficiencia alimentaria” cada vez más lejana, porque si bien la milpa servirá para los productores de autoconsumo y los grandes agroexportadores seguirán enviando sus productos al extranjero, ¿qué comeremos los mexicanos si los productores medianos están siendo presionados financieramente y condenados a desaparecer? ¿Qué pasará cuando no encuentren fuentes de financiamiento para seguir con la producción de alimentos? Los productores de autoconsumo seguirán siendo subsidiados (para su propio consumo) mientras que los grandes tienen otras preocupaciones. Productos del campo sí habrá, pero serán importados. ¡Al diablo con la producción nacional!

La falta de financiamiento también debilitará la investigación para el sector con la eliminación del Fondo Sectorial de Investigación en Materias Agrícola, Pecuaria, Acuacultura, Agrobiotecnología, y Recursos Filogenéticos, que contaba con 421.4 millones de pesos, operados a través del CONACYT, con lo cual, además de dejar inconclusos varios trabajos de investigación, se estaría condenando a nuestro país a un retroceso en la materia, en comparación con otros países a los que sí les importa y destinan recursos para la investigación y producción agroalimentaria, tan revalorada en los últimos meses. No obstante, afortunadamente, FIRCO, FOCIR y FIRA no serán tocados -este último por depender del Banxico. A través de un video en sus redes el diputado Eraclio Yako Rodríguez aseguró que llegó a un acuerdo con el procurador fiscal de la SHCP para acordar un mecanismo que le restituya 12 mil millones de pesos a la Financiera. ¿Será? El mismo Yako concluyó con un ojalá lo cumplan…

¿Cómo es que casi nadie ha levantado la voz para reclamar el impacto negativo que tendrán los más de 27 millones de mexicanos que viven del campo y en el campo? Aunque la bancada del PAN en el Congreso y algunos diputados del PRI han alertado sobre las consecuencias de desaparecer casi la mitad de recursos de la Financiera Rural, son imperceptibles los posicionamientos ni del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) ni de las organizaciones campesinas, con algunas excepciones como las alertas de Isabel Cruz, directora general de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS), quien recordó que con el recorte patrimonial a la FND, este organismo  estaría por irse a la quiebra aún antes de que esté lista la Ley Finagro.

¿Por qué este silencio de la gente del campo? ¿Ya llegó el hastío de no tener espacios de interlocución o es que ya están convencidos de que nadie los verá ni los escuchará? Si esto es así ¿hacia dónde se canalizarán las frustraciones y descontento de los productores primarios? ¿El 2021 será el escenario donde se volverán a ver las grandes manifestaciones y bloqueos de los productores? Es tiempo de un llamado a la unidad para el campo de México, pero ¿quién lo encabezará sin posiciones maniqueas ni tratando de llevar el agua a su molino? Los productores primarios de México ya han alcanzado la madurez necesaria para decidir su futuro sobre lo que quieren y necesitan, es hora de demostrarlo.

@int_rural