Eran muchas las señales de que, una vez más, las pospuestas elecciones presidenciales en Bolivia se tiñeran de violencia, con pésimos resultados. No pasaron de ser malos deseos que finalmente no se cumplieron. Así las cosas, Luis Arce, considerado como heredero de Evo Morales —en el destierro—, y cerebro del llamado boom económico de Bolivia, el domingo 18 de octubre consiguió un “contundente” triunfo que permitirá al Movimiento al Socialismo (MÁS) regresar al poder tras las denuncias de fraude en los comicios de octubre de 2019, proceso electoral que fue desconocido, nacional e internacionalmente, y que desembocó en la salida del expresidente Morales al exilio, primero a una corta estadía en México, de donde salió como sirvienta de mal proceder a Cuba, y de ahí a Argentina donde actualmente reside.

Siete candidatos disputaban la Presidencia. Tres eran los más relevantes: Luis Fernando Camacho, líder de la Alianza Creemos; Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, y Luis Alberto Arce Catacora, de Movimiento al Socialismo (MÁS), que encabezaba las encuestas. Al parecer, el conteo de los votos ratifica los sondeos. Sería lo ideal para Bolivia, que necesita urgentemente estabilizar su gobierno.

Dos encuestas a pie de urna ubican a Arce como ganador en primera vuelta de las elecciones dominicales en Bolivia, con amplia ventaja. Tales sondeos muestran que el ex ministro de Hacienda —en 2006, y tres años después se convertiría en ministro de Economía y Finanzas Públicas—, habría logrado más del 52% de los votos frente al 31% de su principal competidor, el ex presidente Carlos Mesa. Su regreso a Palacio Quemado, sede del poder Ejecutivo, está asegurado.

Tras conocer las primeras proyecciones de los resultados, Arce aprovechó el momento y declaró: “Todos los bolivianos hemos dado pasos importantes, hemos recuperado la democracia y la esperanza. Por nuestra parte, nuestro compromiso es de trabajar, de llevar adelante nuestro programa y vamos a gobernar para todos los todos los bolivianos”.

Dada la polarización de la sociedad boliviana y el hecho de que un gobierno provisional —mal visto por propios y extraños—, conduzca al país, ha sido sorprendente que Janine Añez, la presidenta interina, reconociera que, aunque no sea el cómputo oficial, la victoria de MÁS se ve segura y felicitó a sus candidatos. Asimismo, a este reconocimiento se agregó el del candidato de Comunidad Ciudadana   (CC), Carlos Mesa, el principal contrincante de Arce, que aceptó el triunfo “contundente” del abanderado de MÁS. El expresidente boliviano (de 2003 a 2005) dijo que los sondeos a pie de urna auguran que será “claro triunfador en primera vuelta”, por lo que su partido, CC, será la “cabeza de la oposición para el periodo 2020-2025. Sin truculencias, Mesa asentó: “El resultado del conteo rápido es muy contundente y muy claro…La diferencia entre el primer candidato y Comunidad Ciudadana es amplia y nos toca, a quienes creemos en la democracia, reconocer que ha habido un triunfador en esta elección”. En entrevista concedida un día antes de los comicios, Mesa aclaró que Evo Morales es un obstáculo para la democracia de su país. Y, denunció: “Los 14 años de gobierno de Evo Morales han sido un lastre para el país, todo lo que pudo haber hecho de positivo lo hizo con el afán de creer que no era un presidente, sino un emperador”. Más claro ni el agua.

Tan fácil es reconocer el triunfo del adversario cuando uno ha perdido. Los hechos son los hechos. Uno gana, otro u otros pierden. El ex mandatario boliviano agradeció a sus votantes y militantes y “al pueblo boliviano por su compromiso democrático”, confió estar a la altura desde la oposición, sin manifestarse triste, sino agradecido por el apoyo de una parte del electorado: “Honraremos a Bolivia”.

Y, como corolario de estos reconocimientos, se registró el de Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), organismo internacional que Evo Morales no ha considerado su mejor aliado al frente de Bolivia. Almagro felicitó a Luis Arce y a su compañero de fórmula, el ex canciller David Choquehuanca, deseándoles éxito en sus futuras labores. “Estoy seguro que desde la democracia sabrán forjar un futuro brillante para su país. Un reconocimiento al pueblo boliviano”, agregó. Por la noche del domingo 18, el dirigente de la OEA ya habría elogiado en un tuit la “conducta cívica” de los bolivianos, así como el trabajo de la Misión de Observación Electoral de la OEA en Bolivia “por su profesionalismo, independencia y compromiso con las instituciones democráticas del continente”.

Cabe señalar que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, antes de que oficialmente se declarara triunfador a Luis Alberto Arce Catacora, lo felicitó por su éxito electoral y porque Bolivia resuelva sus problemas por la vía pacífica. AMLO, como se sabe, dispuso enviar un avión de la Fuerza Aérea Mexicana para trasladar a México a Evo Morales y a su vicepresidente, Álvaro García Linera, tras los comicios de 2019, ofreciéndoles asilo político que disfrutaron durante pocas semanas. Los adversarios de la 4T sarcásticamente calificaron la decisión del político tabasqueño como “candil de la calle, oscuridad de su casa”.

Para muchos bolivianos las palabras de Almagro no caen en saco roto: “La Organización de los Estados Americanos siempre ha defendido la voluntad popular en Bolivia expresada a través de elecciones libres. Una jornada como la de hoy (domingo 18 de octubre) es una oportunidad para avanzar en la construcción de un país más incluyente y tolerante”.

En el pasado quedaba la discutida victoria de Evo Morales en los comicios del 20 de octubre de 2019. La derecha boliviana acusó a MAS de fraude, gesto avalado por la Organización de Estados Americanos, la siempre acusada de ser el brazo del “imperialismo” yanqui. Las protestas impulsadas entonces por el líder cívico Luis Fernando Camacho causaron 30 muertos. Evo Morales, que pretendió eternizarse en el poder cedió a la presión popular y de los militares a renunciar. De tal suerte, las palabras de Arce Catacora fueron de otro talante: “Nosotros apostamos a la vía democrática, por la solución democrática. Nosotros no tomamos el poder por la vía armada, sino por la vía electoral”. Sin baladronadas, el futuro presidente del Estado Plurinacional de Bolivia prometió: “Vamos a construir un gobierno de unidad nacional. Sin odio y aprendiendo nuestros errores como Movimiento al Socialismo”.

Al comprobar su triunfo, Arce Catacora anunció que su primer acto de gobierno será otorgar un bono contra el hambre: “Lo dijimos en nuestra campaña: lo primero que vamos a hacer es pagar el bono, eso ya está aprobado por la Asamblea  y el Ejecutivo no lo ha hecho, el financiamiento está asegurado”. La propuesta de bono de Catacora equivale a 144 dólares, en contraposición al que impulsaba la presidenta interina Jeanette Añez por la mitad. La Asamblea, dominada por MÁS, aprobó el bono propuesto por Arce, quien además consideró como simple “capricho” de Añez no pagarlo. En pocas palabras, el economista (cuyo segundo apellido es aymara escrito Qataqura, y que significa “yerba amarga”), reiteró su propósito de ampliar la política de bonos a la ciudadanía como uno de los ejes de su plan de reactivación de la economía, afectada por la crisis internacional y la pandemia del COVID-19. La toma de posesión del nuevo mandatario tendrá lugar entre el 31 de octubre y el 14 de noviembre.

Tal y como lo promete Arce de reconducir “el proceso de cambio sin odios”, Sebastián Michel, el portavoz de MÁS, el partido ganador, hace lo propio al insistir en el cambio de estilo y en el diálogo con la oposición, arrinconada y perseguida durante la época de Evo Morales: “La gente no quiere más odio, hay que mirar hacia adelante, no hacia atrás”.

Ahora, la pregunta que muchos se hacen, propios y extraños, es cuál será la estrategia de Evo Morales para regresar a Bolivia, pese a estar indiciado en varios procesos. En este aspecto, Arce debe actuar con cautela. El retorno del expresidente al país podría no ayudar lo suficiente para calmar las aguas. Bolivia necesita un ambiente tranquilo, sin procesos escandalosos que en nada ayudarán al nuevo gobierno. Morales lo sabe, y en una conferencia de prensa desde Buenos Aires, advirtió que “es cuestión de tiempo, tarde o temprano vamos a volver”, pero que no tiene intención de asumir un puesto en la próxima administración. Y, aclaró: “yo volvería a la zona del trópico, de Cochabamba, voy a volver a ser agricultor o pequeño productor”. ¿Será?

A Luis Arce Catacora se le considera como el “cerebro” detrás del desarrollo económico que vivió Bolivia durante el gobierno de Evo Morales. En su plan de gobierno propone la defensa de las empresas estatales, de los recursos naturales y trabajar para volver a las tasas de crecimiento que tuvo Bolivia cuando fue ministro de Economía. Sin embargo, su perfil más bien técnico y el haber hecho carrera a la sombra de personajes mucho más carismáticos como Morales o el ex vicepresidente Álvaro García Linera son elementos que sus adversarios destacan como factores en su contra.

El virtual presidente de Bolivia para el próximo quinquenio, nació en La Paz, Bolivia, el 28 de septiembre de 1963, en el seno de una familia de profesores. Estudió economía en su país natal y cursó una maestría en el Reino Unido. Inició su vida laboral como funcionario en el Banco Central de Bolivia (BCB). Al mismo tiempo se dedicó a la docencia e impartió cursos en universidades de Bolivia, Estados Unidos de América y otros países hispanoamericanos, como Harvard, Columbia y la de Buenos Aires.

En las décadas de 1980 y 1990, mantuvo sus ideas socialistas pese a que en Bolivia predominaba el consenso neoliberal en lo político y lo académico. Aunque declarado de izquierda, no se le consideraba un marxista ortodoxo ni un militante comunista tradicional. De hecho, durante ese tiempo le dio importancia al estudio de la macroeconomía. Tras el ascenso de Morales, fue nombrado en 2006 ministro de Hacienda. En ese puesto promovió medidas para incentivar el mercado interno, la estabilidad cambiaria y la promoción de políticas de industrialización de los recursos naturales. Una de sus medidas más importantes y controversiales fue una serie de nacionalizaciones, principalmente la de los hidrocarburos cuya recuperación consideró como uno de los pilares sobre los que se sustentó la economía boliviana de aquellos años. Arce acompañó a Evo Morales durante la mayor parte de su gobierno. Tras sufrir un cáncer de riñón, renunció al cargo en 2017, y tras una larga recuperación en Brasil, retornó a Bolivia y volvió a asumir el puesto hasta la renuncia de Morales hace casi un año.

En enero pasado, Arce fue nombrado por MÁS como candidato a la presidencia para las elecciones que se programaron inicialmente para el mes de mayo, después pospuestas para septiembre y luego nuevamente para octubre por la pandemia del Coronavirus. Cuando se hizo su candidatura, Morales dijo: “Arce es el hombre capaz de garantizar la economía nacional”. Buena suerte. VALE.