En vísperas de Día de Muertos, algunos de los elementos que no pueden faltar en las ofrendas y altares de los hogares mexicanos son las veladoras y los cirios. Aunque la llegada de industria eléctrica remplazó en gran medida la necesidad de estos objetos conforme transcurrieron los años, lo cierto es que siguen siendo primordiales dentro del ámbito religioso, especialmente en el católico. Sin embargo, poco sabemos de los rostros y las historias que se encuentran detrás de la elaboración y venta de estas efímeras fuentes de iluminación, sobre todo cuando se trata de aquellas que aún son hechas de manera artesanal y artística dentro de una cerería. Estos establecimientos, de los cuales quedan ya muy pocos en la ciudad, inspiran inevitablemente la nostalgia de un México que ya no existe, pero, a la par, representan un baluarte de memoria e identidad, y un espacio de enigmático misticismo, despertado tal vez por el envolvente olor de las ceras.

La cerería La Purísima, es precisamente la firma más representativa del rubro, pues sus productos han mantenido la llama encendida en casas y templos por más de 126 años, conservando su invaluable tradición, pero, igualmente, los más altos estándares de calidad. Ubicada en el numero 172 de la calle de Mesones, La Purísima es un negocio que nació y ha permanecido en familia por cuatro generaciones, siendo José Antonio Olivares Gómez su actual propietario y heredero del legado de sus antepasados, los cuales se iniciaron en el ámbito de la cererías a mediados del siglo XIX en el estado de Hidalgo.

Así pues, al atravesar el portal del sitio, el visitante se encontrará con una suerte de ilusión óptica al observar cirios de múltiples tamaños suspendidos frente a los muros y decenas de veladores coloridas llenando repisas y anaqueles. Sean diminutos o monumentales, con imágenes religiosas o sencillos, todos los artículos de La Purísima son fabricados artesanalmente, es decir a mano, y con diferentes ceras, de las cuales depende la durabilidad del producto. No obstante, en esta cerería se trabaja primordialmente con cera de abeja, un material que es extraído naturalmente de la miel y que garantiza veladoras y cirios de excelencia.

Ahora bien, muchos de estos objetos tienen características peculiares que los convierten en propicios para ciertas ocasiones, por ejemplo aquellos con hechos para alguna ceremonia en particular como primeras comuniones y bautizos, o aquellos que son idóneos para las Pascuas. Por otro lado, en La Purísima también se podrán encontrar veladoras con una variedad de impresiones de santos, vírgenes y cristos, junto sus respectivas oraciones, todas ellas buscando acompañar la devoción personal de cada cliente.  De la misma manera, la cerería ofrece a sus compradores velas personalizadas a su gusto en cuanto a colores, aunque la mayoría de estos pedidos responden igualmente a un simbolismo, tal es el caso de la utilización del color rojo representado al amor, el verde y el blanco en honor de San Judas Tadeo o el rosa en alusión a la advocación del Sagrado Corazón de Jesús.

Aunque es por sí mismo fascinante encontrarse frente a este universo,  sin lugar a dudas el mayor atractivo visual lo encontrara el visitante al levantar la vista y encontrarse con hermosísimas velas escamadas, que además de cumplir su propósito esencial, son auténticas obras de arte conformadas por flores y encajes de ceras, formando una especie de retablo de nubes. El origen de estas valiosas artesanías, que han adornado los más suntuosos altares, puede rastrearse hasta el siglo XVII en México y su elaboración requiere de varios días con el fin de detallar cada uno de sus elementos.

De forma paralela, La Purísima cuenta también con un extenso surtido de materiales y objetos relacionados con su giro, como bases para velas, incienso pontifical, parafinas, cera de abeja, cera de soya, cera de ámbar, cera de Campeche, cera candelilla, cera de coco y cera de palma.

Después de que se vieron obligados a cerrar por seis meses a causa de la pandemia de COVID-19, la cerería La Purísima vuelve a abrir su puertas con la misma gentileza de siempre y ello se deja ver en las palabras que José Olivares dirige a todos sus clientes y amigos:

“Siguiendo la tradición heredada de nuestros antepasados, llena de amor, trabajo y mucho cariño, continuamos elaborando con mucha dedicación y esmero (utilizando las materias primas naturales como lo es la cera de abeja y los derivados necesarios para la elaboración de velas, cirios y veladoras)  más artículos en todos sus modelos y estilos, los cuales aún en estos días son tan útiles y necesarios para iluminar nuestros hogares y nuestros santuarios. A más de 120 años, seguimos fabricando y esforzándonos día a día en nuestros productos para darles a ustedes un servicio inmejorable.

“Para mí en lo personal, la cerería es muy significativa: representa un cariño y un amor muy grande; el hecho de haber convivido con mis ancestros me motivó a tener un sentimiento y una sensibilidad extraordinaria en mi corazón.

“La familia me dejó con una tradición enorme al enseñarme la fabricación de estas velas y cirios, todo relacionado con la cera natural de abeja.  Les doy las más infinitas gracias a todos ellos y deseo de todo corazón que mis descendientes sigan con esta tradición tan grande y hermosa para nuestro pueblo y nuestra sociedad”.