Poco se ha discutido de la manera en que la polarización ha entrado en nuestras sociedades y los efectos que ha provocado. Muchos son los ejemplos de cómo se ha dado este fenómeno en fechas recientes, la mayor parte de la mano de políticos que buscan romper con el sistema y las reglas establecidas.

El problema es que esta división no va de la mano de la reflexión, pues lo mismo encontramos a quienes previamente sostenían posturas contrarias a las de sus nuevos compañeros de aventuras.

Un ejemplo lo están dando quienes apoyan a Donald Trump, en el marco de la elección presidencial del 3 de noviembre, en México. En este grupo, vemos lo mismo a los que piden el voto a favor del presidente en funciones porque es próvida, que los que apoyan con el mismo entusiasmo a Morena y a López Obrador.

Si bien para muchos la distinción derecha-izquierda dejo de tener sentido, esto queda claro cuando vemos a los electores estadounidense que se reúnen en centros de votación para manifestar el apoyo a su candidato, pero armados y, unos, pidiendo que se detenga el conteo, en tanto que otros piden que se cuenten bien los sufragios.

Las redes sociales dan bastantes muestras de lo que representa la polarización en nuestros días, en un espacio en el que se dan muestras que los argumentos dejaron de tener validez y lo que importa es mostrar en que bando se milita, sin importar que el ridículo ronde la conversación.