Electrizante, para decirlo con suavidad, era escuchar la frase que iniciaba la saga: “Mi nombre es Bond, James Bond”. Fue el galán del siglo, en el (dicho sea de paso) siglo del cine. Los filmes se sitúan, y esa es parte de su encanto, en lugares legendarios: Jamaica, Nueva Orleans, Estambul o en Fort Knox, base militar donde se guarda la reserva de oro de Estados Unidos. Y claro, se suman las fascinantes chicas Bond. Para empezar, en El satánico Doctor No, aparece Ursula Andress saliendo (¿puedo evitar decir que como Venus?) del mar. Su bikini, que llaman color marfil, se va a subastar en este noviembre de 2020 en, se calcula, medio millón de dólares.

A mi entender, estos ingredientes, los lugares exóticos y las mujeres deslumbrantes, receta más de las novelas de aventuras que de las de espías, omiten lo central, la ocurrencia genial es que, al mismo tiempo que García Márquez, se tira al desván de la historia la verosimilitud. Bond, acorralado, se eleva con una hélice y se aleja de su enemigo; cuando alguien trata de clavarle una daga, él observa en el ojo de la muchacha que besa a su enemigo; cuando lo persiguen, de sus famosos coches sale aceite o humo y el villano se accidenta. El público se entusiasma, incluso aplaude. Hay un ánimo de matiné. Ese sentido del humor, basado en lo inverosímil, nos hace no sonreír, sino reír felices.

 

La primera chica Bond

En el suplemento en línea del Siempre!, La cultura hoy, mañana y siempre, el crítico de cine Luis Terán nos reveló que en la TV y no en el cine apareció la primera chica Bond: Linda Christian, esposa de Tyrone Power. Su verdadero nombre fue Blanca Rosa Welter Vorhauer, hermana de Ariadna Welter e hijas de Blanca Rosa Vorhauer, casada por segunda vez, con el doctor José Álvarez Amézquita, quien fue Secretario de Salubridad en el sexenio de López Mateos. Linda Christian nació en Tampico.

 

Sus otras películas

Interpretó a Guillermo de Baskerville en la archicélebre novela policíaca de Umberto Eco El nombre de la rosa que sucede en el siglo XII. De ahí en adelante, nadie dudó de que podía interpretar otros personajes que no fueran el famoso agente 007, producto de la imaginación de Ian Fleming. No es su única cinta memorable: Marnie, de Alfred Hitchcock con Tippi Herden forma parte de la historia del cine. Sidney Lumet lo dirigió en el multiestelar film Crimen en el Expreso de Oriente. Una que a mí me impresionó es El viento y el león en que cambia su impecable elegancia inglesa para convertirse en un jefe árabe: Al Raisuli. Además de una trama política con Roosevelt, copia con Candice Bergen como la viuda que se enamora de su raptor, la trama de El Árabe, de la escritora británica E. M. Hull, que fue el lanzamiento de Rodolfo Valentino. En una que se llamaba algo así como Atrapados alterna con la bella Catherine Zeta Jones y se juega con la juventud de ella y la más que madurez de Connery.

Otros detalles. Umberto Eco ha confesado que se inspiró para mal en Jorge Luis Borges para crear el personaje de Jorge de Burgos. A Fleming no le gustó Sean Connery para interpretar al agente 007, porque consideraba que el papel estaba a la medida de David Niven, quien lo encarnó por única vez en Casino Royale. Sean Connery era escocés y siempre luchó por la independencia de su patria.

 

Sucedió en Acapulco

Jesús Galindo, mi padre, está leyendo una novela de Bond. Bajamos a cenar y pide lo que Bond cena en la novela: pathé y langosta con champaña Taitingger. Mi padre omite la marca de la champaña que cree no vamos a encontrar en México y pide Dom Perignon. Se tarda el servicio, se impacienta. Finalmente, aparece el Señor Chávez, gerente del Focolare de Acapulco, y se disculpa: Señor Galindo, disculpe, pero no tenemos Dom Perignon, sólo encontré esta champaña rarísima que no sé si le parezca: Véala usted mismo, es Taittinger.