La película Mank (Estados Unidos, 2020) de David Fincher, recientemente estrenada, nos obliga a abrir, nuevamente, los libros de cine para hacer una selección selecta sobre lo que se ha escrito acerca de una de las películas que forman parte de la lista de las 10 mejores de toda la historia del cine, gustos aparte: El ciudadano Kane (Citizen Kane, Estados Unidos, 1940) de Orson Welles (6 de mayo de 1915, Kenosha, Wisconsin, Estados Unidos-10 de octubre de 1985, Hollywood, California, Estados Unidos).

Vayamos por parte: El padre de Orson Welles fue hotelero, ingeniero e inventor; su madre, pianista de concierto. A los 5 años, Orson hizo funcionar un teatro de marionetas y empezó a acompañar a su padre en viajes por todo el mundo. De 1925 a 1930 estudió en la Todd School de Woodstock, Illinois, y en 1931 ganó un premio por la dirección Julio César en un teatro estudiantil. Desde entonces, Welles tendría una intensa actividad teatral. Con John Houseman creó en New York la compañía Mercury Theater (1937). En 1938, provocó un pánico nacional con su radioemisión de La guerra de los mundos de H. G. Wells (la gente creyó que los marcianos han invadido la tierra). Después, paralelamente a sus actividades cinematográficas, Welles proseguirá su labor en el teatro, la radio, el ballet y la televisión de varios países. En 1953 publicó una novela traducida al francés, Une Grosse Legume, y, en 1954, otra, Monsieur Arkadin.

Su filmografía, como realizador es la siguiente: Too Much Johnson (1938), desaparecida y recuperada en 2013, Citizen Kane (1940), The Magnificent Amberson (1942), It’s all true (1942), inacabada, Tanks (1942), inédita y desconocida, The Stranger (1946), The Lady fron Shangahai (1947), Macbeth (1947), Otelo (1952), Mr.Arkadin (1955), The Land of the Basques (1955), documental para la BBS, Moonrakker (1956), desconocida en argumento, Touch of Evil (1957), The Trail (1962), Falstaff (1965), The Deep (1967), inacabada, The Immortal story (1968), Don Quijote de Orson Welles (1969), inacabada y montada, en 1992 por Jesús Franco, F for Fake (1973), Filming Othello (1978) y The Other Side of the Wind (2018), filmada entre 1970 y 1976).

Esto se escribió sobre El ciudadano Kane: Construcción dramática: “Siguiendo la escuela literaria anglosajona, nacida con James Joyce (Virginia Wolf, Aldous Huxley, Dos Passos, Faulkner), el tema está construido de forma acronológica. La vida de Charles Foster Kane es reconstruida a retazos, según la memoria de los diferentes narradores, según la importancia que los hechos que ellos evocan tuvo sobre sus respectivas vidas personales. El film sigue, pues, un camino esencialmente psicológico. Algunos hechos que se entremezclan son presentados de modo diferente, según sean vistos por uno u otro de los interesados. La película es una especie de rompecabezas que se reconstruye ante nuestros ojos y cuyo último elemento es el que nos da la clave. (Simbólicamente, Susan pasa el tiempo jugando con un puzzie en la gran sala de Xanandú, sin poder encontrar jamás la pieza que falta.) Pero, como subraya el diálogo, ninguna palabra por si sola puede explicar la vida de un hombre, Rosebud es la palabra que falta, pero no explica al individuo, sólo lo revela. La palabra clave de esta historia es, en efecto, la frase colocada sobre la verja de Xanandú, con la que comienza y termina el film: No traspassing (No entre). No se puede penetrar en el interios de una conciencia. El yo es un mundo prohibido. Sólo se comprende al hombre por su exterior, por comportamientos de los que las razones se nos escapan con frecuencia. El periodista ha llegado a reconstruir al individuo, al ciudadano Kane, tal como todos han podido conocerle, apreciarle o sufrirle. Pero no han podido descubrir al ser que habla dentro de sí mismo”.

Polémica de estilo: “Se ha hablado de estilo barroco, de barroquismo, a propósito del arte de Orson Welles. Pero es preciso entenderse: su arte es rutilante, dionisiaco, lo que es muy diferente. Si parece ampuloso, desequilibrado, sólo es una impresión de detalle, ya que nada está más perfectamente ordenado bajo esta apariencia de desorden. No es porque se componga, a veces, con elementos barrocos (el castillo de Xanandú) por lo que se le puede llamar autor de temperamento barroco. Además, si el relato en El ciudadano Kane, es rutilante (conjunto de tentativas, de acercamientos, de búsquedas, de encuestas), es un conjunto rigurosamente construido, organizado, compuesto. Por ejemplo: se abre una secuencia entrando la cámara en la sala de fiestas nocturna, por el techo encristalado, desde lo alto del cual echamos la primera ojeada (¿Gongorismo? ¿Amaneramiento? Aparentemente, sí. En efecto, es el símbolo de la desvergüenza que acompaña la violación de la pesonalidad que se hace sufrir a Susan, cuando los periodistas vienen a entrevistarla. Los símbolos psicoanalíticos que abundan, dan al film un aspecto barroco, porque la razón no coge rápidamente el sentido. En otro momento, Kane se cruza con un coche que le mancha de barro. En el mismo instante, encuentra a Susan y volverá a echar barro sobre él, cuando coja la paleta de albañil, el día de la inauguración del nuevo edificio en construcción (símbolo de autopunición). Así, cada imagen del film se apoya en una significación simbólica, que pretende aclarar el drama. El ciudadano Kane, es, en resumen, el clasicismo más riguroso aplicado a la construcción de una forma, pero cuidando de que esta forma explique también las fuerzas oscuras y contradictorias que la dirigen”.

Análisis técnico: “La innovación principal de Orson Welles es la utilización dramática del plano general. El empleo de objetivos a foco corto permite la toma de todos los planos, del más próximo al más lejano. Así, en vez de aislar sucesivamente lo hechos o los personajes, de fragmentar la acción, Welles lo coge todo en conjunto, en un gran decorado, en el que los personajes evolucionan más o menos en gran plano, siguiendo su importancia momentánea. Los actos y, sobre todo, las diferentes reacciones, determinadas por una misma causa, son, entonces, tomadas simultáneamente. La diferencia de comportamiento permite definir o rodear el personaje, mientras que el montaje (o el efecto de montaje) está obtenido con la continuidad de una toma de vistas móvil. En otro aspecto, el film se caracteriza por su ritmo, por la violencia de las imágenes choque y de las panorámicas cortas, que contrastan con las largas secuencias. Por los movimientos de cámara que empiezan y terminan con un largo plano fijo: por el empleo constante de ángulos insólitos (picados, contrapicados, et.). Por la concisión de su forma, siempre elíptica y simbólica (extremadamente dinámica y cursiva, efectivamente), por su construcción original, por el interés psicológico y la crítica social que encierra, El ciudadano Kane es una de las obras más considerables del cinema de los últimos 80 años”.