No es menester confesar la fe
en cualquier tiempo y lugar.
Vitoria

El pasado martes 24 de noviembre, las autoridades civiles de la capital del país y las eclesiásticas ofrecieron una conferencia de medios a fin de dar a conocer las medidas y acciones que de forma coordinada se tomarán en torno a las tradiciones y festividades que cada 11 y 12 de diciembre convocan a millones de devotos en la Basílica de Guadalupe.

Con dicho anuncio oficial culminaron una serie de encuentros y mesas de trabajo sobre los impactos y riesgos que representa el comportamiento del Sars-Covid19 en el mundo y particularmente en la Ciudad, y el peligro que representaba para otras entidades de la república y del extranjero que los peregrinos pudiesen contagiarse en la zona del Tepeyac y al regresar a sus lugares de origen fueran portadores, asintomáticos o sintomáticos, del letal virus.

Partiendo de un pleno acatamiento a la laicidad del Estado Mexicano, y por ello respetando los ámbitos y obligaciones inherentes a las instituciones que conformamos la mesa de trabajo, se perfiló un protocolo común con el único fin de anteponer las acciones sanitarias y, por ende, la salud de la gente en un evento que convoca multitudes.

A través de todos los medios al alcance de las autoridades clericales, estas iniciaron un profuso mensaje pastoral, a través del cual se propusieron nuevos ritos para llevar a cabo la celebración sin desplazarse del hogar; así mismo, se difundieron los medios por los cuales la feligresía podrá seguir los actos litúrgicos y populares característicos de la fiesta guadalupana, los cuales, al producirlos, se han pregrabado con todas las medidas sanitarias.

En tanto, los gobiernos de la Ciudad y de la Alcaldía hemos dispuesto una serie de acciones sanitarias que dieron inicio el lunes 30 de noviembre y que concluirán hasta el jueves 24 de diciembre, reforzándolas entre el 10 y el 13 de diciembre, días en los que se orientó a la feligresía a regresar a su lugar de origen desde las entradas carreteras, centrales de autobuses y aeropuertos, y hasta en las magnas calzadas de Guadalupe y de Los Misterios, así como en otras avenidas que convergen al santuario mariano, cuya zona se cerró al tránsito vehicular y peatonal, a excepción de vecinos.

La medida de cuarentena hacia la devoción guadalupana contempló, también, el cierre del espacio que conforman el atrio, los recintos de culto, museográficos y funerarios del Tepeyac, así como el exhorto masivo a permanecer en casa para seguir los diversos actos que la Basílica preparó para insertar las celebraciones religiosas a la virtualidad ya aplicada por la Iglesia en diversas latitudes del orbe.

Nunca mejor aplicada la consigna del burgalés Francisco de Vitoria, de cuyas reflexiones religiosas hoy entresacamos aquella que remite al hecho de que, más allá de todo, la fe no tiene tiempo ni lugar para ser profesada.