El Colegio Electoral de Estados Unidos confirmó el triunfo de Joe Biden sobre Donald Trump, casi al mismo tiempo que se dio a conocer la designación-regreso de Tom Vilsack como futuro ministro de Agricultura estadounidense. En este momento de definiciones, esta columna presenta la segunda parte de los testimonios de representantes del sector agroalimentario mexicano sobre las expectativas del sector primario en cuanto a producción, competitividad, exportaciones y comercialización en la nueva era Biden.

Al margen de la polarización que ha generado la reaparición de Vilsack como secretario de Agricultura —lo fue durante los 8 años con Barack Obama— las preocupaciones centrales para los productores mexicanos son los importantes apoyos que destina el gobierno estadounidense a sus productores agropecuarios y que dejan a los mexicanos -particularmente a los de granos- en la total indefensión comercial. A ello se suman, además, las amenazas del gobierno de EU de imponer sanciones arancelarias o de otra naturaleza ante supuestos casos de dumping y versiones de explotación laboral en los campos de nuestro país.

En esta segunda parte, Espacio Rural da voz a las preocupaciones y contribuciones tanto del Consejo Nacional Agropecuario (CNA) encabezado por Bosco de la Vega, como del diputado presidente de la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria, de la Cámara de Diputados, Eraclio Rodríguez (PT), quienes coincidieron en que más allá de las políticas proteccionistas de EU, lo que necesitan los productores mexicanos son reglas claras y apoyo del Estado para diversificar sus mercados —particularmente para los productos que son altamente competitivos a nivel mundial— y para impulsar la productividad y disminuir la dependencia de las importaciones agrícolas.

Para el diputado Eraclio Yako Rodríguez el reto va más allá de paliar la pérdida de mercado por la pandemia, toda vez que mientras EU invirtió más de 50 mil millones de dólares para apoyar a sus agricultores, México recurrió a las importaciones, por ejemplo, de maíz, del cual durante 2020 compró 3 millones de toneladas más de lo que normalmente importa anualmente. Advirtió que tratar de competir con EU en producción de granos en las actuales condiciones sería como un balazo en el pie, “estamos fuera de competencia”. El legislador alertó que actualmente se pierden 800 pesos por cada tonelada de maíz que producimos en México. No obstante, considera que habrá productos de exportación mexicanos a los que sí les va a ir bien como son los cítricos, berries y aguacate.

Con estas perspectivas, Rodríguez propone que el Estado mexicano construya una oficina de inteligencia comercial para ponerla a disposición de los productores, que busque mercados, consumidores o clientes potenciales alrededor del mundo a fin de evitar la dependencia de las importaciones alimentarias y exportaciones centralizadas a EU, que al final genera desconfianza y pobreza. Considera que los acuerdos comerciales —cuando menos los contemplados en el TMEC— deberían darse a través de un diálogo directo entre los productores, sin intervención de sus respectivos gobiernos. ¿Será?

El CNA también mostró su preocupación por los subsidios a los productores estadounidenses, y resaltó una condición que en México parece actualmente ignorada, pero que en EU destaca su relevancia: la producción de alimentos es un tema de seguridad nacional. Sugiere al gobierno mexicano implementar políticas públicas y recursos que den certidumbre a los productores para elevar su productividad y competitividad, y que compensen las asimetrías con sus contrapartes estadounidenses y canadienses. El dirigente de ese organismo, Bosco de la Vega subraya que se requiere de reglas claras: “es fundamental contar con certeza jurídica, normativa y de cumplimiento del estado de derecho, en términos generales, se requiere certidumbre”.

De la Vega recordó que con el TLCAN los productores mexicanos se volvieron más competitivos y se insertaron eficazmente en el comercio global, lo que ha permitido que nuestro país sea el principal proveedor de alimentos de EU, así como el 9º productor y el 8º exportador de alimentos en el mundo, gracias en gran medida a los 13 tratados con 52 países que significan el 61% del PIB mundial y casi el 20% de la población. No obstante, reconoció que, si bien la alta concentración de exportaciones a EU es una fortaleza, también es una debilidad por la elevada dependencia, de ahí la imprescindible diversificación de los mercados y de los productos que exportamos. “Existen grandes oportunidades en los mercados asiáticos: en China, Japón y en Corea del Sur; en los países que integran la Unión Europea; en los mercados árabes, sin dejar de ser interesante el comercio con Centro y Sudamérica”, indicó. México tiene las posibilidades para mantenerse y crecer en la competencia global; principalmente en productos hortofrutícolas y más recientemente en productos pecuarios.

Los productores mexicanos saben sus desventajas, pero también sus ventajas comparativas que los han llevado a conquistar mercados de alta calidad y demanda, conocen las rutas y hasta los obstáculos que pueden encontrar, quizá el más fuerte es el desdén de la cuatroté que prefiere ocuparse de temas meramente domésticos, lo cual de suyo no es reprobable, pero deja de lado todo aquello que salga de la producción de autoconsumo y de traspatio, desdeñando las posibilidades y el desarrollo de la competencia comercial global. ¿Será que los productores mexicanos están condenados a ir solos a enfrentar las nuevas políticas de EU justo en el momento en que es preciso tener apoyo y certidumbre del Estado y no regresiones decimonónicas ni puntadas partidistas?

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Las condiciones actuales obligan a las organizaciones a actualizar sus estrategias e incluso dirigencias. El CNA inicia el proceso de renovación de su presidencia, Vicente Gómez Cobo ya levantó la mano, convencido de que son tiempos para mostrar con qué cartas cuenta para enfrentar y superar los tiempos complicados que atraviesa el sector.