El 11 de noviembre apareció esta esquela en varios diarios: “Compartimos el dolor que nos embarga por la pérdida de una persona maravillosa. Esposo solidario y divertido, padre comprensivo y amoroso, viajero incasable. Un ser humano increíble. Dr. Martín Luis Guzmán Ferrer. Lo recuerdan con cariño su esposa María Victoria Méndez, sus hijos Bibiana, Martín y Manuel, sus nietos Sara, Susana y Manuel y sus perros Willy y Lola”. Fue periodista y funcionario cultural y el nieto más cercano al escritor. En el suplemento en línea del Siempre, puede el lector consultar su testimonio sobre la muerte del autor de El águila y la serpiente, y un sintético y acertado comentario sobre su obra. Vicky es hija del director de cine Federico Méndez, conocido por sus filmes de terror como El vampiro, de Germán Robles, aunque yo lo recuerdo por Sí, mi vida con Lilia Michel y Rafael Baledón.

 

Selma y Luis Prieto

En los sesentas, Juan Guerrero y su esposa Lourdes estaban muy quitados de la pena en su casa de Peyton Place, como apodaban a los edificios Condesa, cuando comenzaron a llegar invitados a un homenaje a Ermilo Abreu Gómez, el autor de Canek. A los primeros “invitados”, Juan y Lourdes les dijeron que seguramente era en otro departamento, pero a las quinientas cuando llegaron Don Ermilo y su esposa Margarita Paz Paredes, casi los corren porque era la enésima vez que alguien llamaba a la puerta. Luis Prieto y la actriz Selma Beraud nunca le confesaron a Don Ermilo que ellos eran los autores de la broma, sino que dizque muy apenados por lo sucedido lo invitaron a otra fiesta para desagraviarlo, esta vez en casa de Selma. Todo iba muy bien, hasta que decidieron jugar al famoso juego de la tarántula china que consistía en tomarse de la mano y dejarse caer unos sobre otros, pero, como era china, sin zapatos. Mientras se apachurraban unos contra otros, Selma sustrajo los zapatos y los arrojó desde su terraza a la casa de junto. En esa casa, que creo era de una de las hijas de Lombardo Toledano, ya estaban hartos de las fiestas de Selma, por lo cual nunca regresaron los zapatos, así que los invitados, incluidos Don Ermilo y Doña Margarita se fueron a las cuatro de la mañana con calcetines o medias, pero descalzos. Como buena actriz, Selma imita el tono yucateco del escritor y dice que la despedida fue: “qué bueno que esta fiesta fue en mi honor, no me imagino si hubiera sido en mi desdoro”.

 

Ibáñez y El Divino Narciso

Si bien José Luis estaba al final de su vida empeñado en la puesta en escena de una obra de Lope de Vega, los años anteriores, tal vez una década, estuvo dedicado a Sor Juana y a esta obra en particular. Dos cuestiones le preocupaban, la primera era que en la escena inicial aparecía una representación de Huitzilopochtli. Como buen director, José Luis se preguntaba cómo podía ir in crescendo después de que esta figura aparecía en el proscenio. La otra era el carácter abstracto e incluso sagrado del soneto (¿en el cuadro IV?) que consideraba el corazón de la obra: la eucaristía. Cómo representarla en escena, por más que la Naturaleza Humana o la Gentilidad fueran interpretados por actores y algunos de los símbolos estaban encarnados no en uno, sino en dos: un hombre y una mujer, como pudimos ver en una representación informal. En El Divino Narciso aparecen la cultura de los gentiles, los antiguos mexicanos, la de los españoles e incluso la judía encarnada en la Sinagoga, por eso mi hermana Magdalena sostiene que la monja excepcional es la fundadora de nuestra identidad, a todas luces sincrética.