El decaimiento de los infortunios
apoca la salud y acarrea la muerte.

Cervantes

 

Al igual que hace cinco centurias, actualmente la Ciudad vive un diciembre de sobresaltos sanitarios y zozobras ante la angustia, la desesperación por lo desconocido y el incremento de contagios por pandemia.

En ese entonces, en la lacustre México-Tenochtitlán la viruela, importada por un esclavo negro de los españoles, minaba a una población orgullosa de haber expulsado a los invasores; en tanto que Cortés se alegraba por la llegada de refuerzos provenientes del gobernador de Jamaica, hecho que lo animó a celebrar las navidades de mejor talante, que la humilde ceremonia efectuada en las Casas Viejas en las que Moctezuma los hospedó tras su llegada.

Tanto Cortés como Bernal destacan la fecha de Navidad como elemento cronológico de la llegada de refuerzos del gobernador de Garay a favor de la empresa cortesiana, cuya alianza con los tlaxcaltecas le permitiría la conquista de Tepeaca, la fundación de la segunda villa española en tierra firma, Segura de la Frontera, y estar al tanto de las rebeliones en contra de los aztecas y, también,  de las enormes dificultades que los mexicanos padecían a raíz del “cocolli”, esa peste que ya infectaba a sus huestes y que diezmaba aceleradamente a la población que lo expulsó,  cuyo Señor, Cuitláhuac El Victorioso, caería víctima del mal a fines de noviembre de aquel fatídico año.

Pese a la enorme diferencia existente entre los derroteros que tomará la historia de la Ciudad, desde un punto de vista sanitario se encuentran similitudes importantes, pero a diferencia de lo vivido por el Pueblo del Sol, nuestra generación cuenta hoy con sustanciales avances en la ciencia que generan la expectativa de contar con una vacuna que inmunice a la humanidad ante la Covid-19.

Basados en un seguimiento epidemiológico cotidiano y en una coordinación entre niveles de gobierno y sectores sociales, los capitalinos le estamos apostando al acuerdo amplio entre las y los conciudadanos a fin de asumir colectivamente toda medida que permita hacer frente al “rebrote” invernal de la pandemia.

A diferencia de las ciudades que han optado por las acciones y reacciones autoritarias, la Ciudad acuerda con sus habitantes e invita a sus visitantes a asumir como propias las medidas que permitan vivir estas navidades en “Alerta por Covid”, verbalización del semáforo naranja en el que nos encontramos y cuya contundente claridad supera a la cromática semafórica que pasa inadvertida, lo que provoca mayor número de contagios involuntarios.

Para estas navidades del 2020 debe prevalecer la prudencia y, sobre todo, la comprensión colectiva de que estas no pueden ser fechas de fiesta, sino todo lo contrario, a fin de buscar revertir el refrán cervantino que, en síntesis, alerta sobre los terribles efectos que produce el cansancio ante los desastres que debilitan la salud de los pueblos y provocan su muerte colectiva.