Hace unos meses, cuando empezó a generalizarse en Estados Unidos el empleo de pruebas rápidas de antígenos para detectar la covid-19, se pensó que esas pruebas serían muy valiosas, no solo para mitigar sino también para controlar la pandemia, pues podría aislarse a tiempo a las personas enfermas.

La utilización masiva en Estados Unidos de pruebas rápidas de antígenos comenzó en septiembre, con la intención de distribuir 150 millones de pruebas rápidas. Lo esperado fue que disminuyera el número de personas contagiadas, pero las infecciones comenzaron a aumentar a principios del mes pasado.

 

Pruebas de anticuerpos que nada prueban

En México apenas se comienzan a aplicar las pruebas rápidas de antígenos, pero ya desde mayo hubo expertos y líderes de opinión que pedían a las autoridades sanitarias seguir el ejemplo de los gobiernos de Francia y el Reino Unido de utilizar pruebas de anticuerpos (solo detectan si se tuvo covid-19) para asegurar que el desconfinamiento tuviese buenos resultados.

Por supuesto, se ponía el ejemplo de esos países que practicaron esas pruebas. Las autoridades sanitarias mexicanas se negaron a hacerlo porque se consideró poco útil, ya que solamente puede detectar si una persona hace días o semanas estuvo en contacto con el virus.

Sin embargo, el clamor de algunos expertos y epidemiólogos instantáneos era: “pruebas, pruebas, pruebas”. Los datos científicos y el tiempo dieron la razón a los encargados de la estrategia gubernamental, ya que lamentablemente se presentaron nuevos casos de covid-19 en Europa, pese a la aplicación de pruebas de anticuerpos.

Claro que la respuesta de los críticos del gobierno fue el silencio o la nueva acometida contra la política sanitaria, respaldada por un solo estudio sobre la propagación del virus por el aire en lugares abiertos y cerrados (a la fecha solo se ha documentado el aumento de contagio en sitios sin distanciamiento social y mal ventilados).

Una vez que se corroboró que el uso de pruebas rápidas con anticuerpos tiene poca utilidad epidemiológica, se han enfocado a pedir medidas dictatoriales como el uso obligatorio de cubrebocas y el regreso prematuro al confinamiento, por la presentación de un repunte de la epidemia.

Ahora que en México se han comenzado a utilizar pruebas rápidas de antígenos, para detectar la presencia de porciones del virus SARS-Cov-2 en el organismo, no ha habido todavía detractores.

 

Pruebas más certeras

Lo que sí debe haber es más precaución de la población y de las autoridades, ya que si bien es una valiosa herramienta no es la panacea ni garantiza que no aumenten los contagios. Lo que sí pueden hacer es proporcionar indicios de aumento de casos en determinados sitios, como las casas de ancianos y en las concentraciones de equipos deportivos.

El objetivo de estas pruebas es detectar a personas sintomáticas, y asintomáticas para evitar o contener la propagación de la enfermedad. Por la experiencia estadounidense, se estima que en ese país se requerirían 20 millones de pruebas diarias para reducir la infección, porque siempre habría la posibilidad de que una persona con prueba negativa al día siguiente fuera positiva porque podría contagiarse.

Así que esta medida por sí sola no es suficiente, también debe tomarse las medidas higiénicas ya recomendadas: uso de cubrebocas en lugares cerrados, distanciamiento social, lavado frecuente de manos o uso de alcohol gel y estornudo de etiqueta.

Esas prácticas unidas a la prueba de antígenos pueden ser más eficaces para contener o mitigar la epidemia, como lo demostró el contagio de Donald Trump y su grupo de colaboradores, quienes tuvieron covid-19 a pesar de que se les hacían pruebas diariamente, ya que no llevaron a cabo las otras medidas preventivas.

Lo importante es aplicar la prueba de antígenos y continuar las medidas de higiene, solo así podrá haber una mayor posibilidad de mitigar el repunte de la epidemia. En resumen, las prácticas higiénicas que se han recomendado desde el inicio de la pandemia y la prueba de antígenos pueden ser valiosos auxiliares para combatir la pandemia en México y en otros países.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico