En el marco del pasado 25 de noviembre, Día Internacional de la no Violencia contra las Mujeres, es obligado recordar a las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, originarias de Ojo de Agua, provincia de Salcedo, República Dominicana. Mujeres que, en la lucha por la equidad, la justicia y la democracia, padecieron en carne propia los actos más degradantes y despiadados de la conducta humana.

¿Cuál fue el contexto de su historia?

En el siglo XIX, en oposición al neocolonialismo, en América Latina se desarrolló un fenómeno social denominado “caudillismo”, que consistía en el reconocimiento del liderazgo de ciertos personajes que, bajo la manifestación de intereses comunes y la posibilidad de resolverlos, impactaron positivamente en grupos multitudinarios, con cuyo apoyo accedieron al poder en diversos países, a través de procedimientos informales y poco ortodoxos. Desafortunadamente, la mayoría de estos liderazgos fueron fértil semilla para las dictaduras o para los antagonismos de los insipientes partidos políticos.

En 1924 en República Dominicana, fue electo presidente de ese país Horacio Vázquez, quien nombró como jefe del Estado Mayor al entonces coronel Rafael Leónidas Trujillo Molina. Seis años después, cuando Trujillo ya había ascendido a General, surgió una insurrección en contra del régimen y fue designado para combatir el levantamiento. Sin embargo, cuando los insurrectos pretendieron tomar la capital, Trujillo, en vez de enfrentarlos les dio la bienvenida, lo que puso al descubierto su complicidad. Al enterarse de la traición de Trujillo y de los militares que de él dependían, el presidente Vázquez, con el objeto de evitar una batalla inútil, renunció y fue exiliado. Rafael Estrella, quien se encontraba al frente de la rebelión fue proclamado presidente interino.

El verdadero líder de la revuelta era el General Trujillo quien al poco tiempo se convirtió en el candidato a la presidencia de la república, desde luego, con Rafael Estrella como compañero de fórmula para la Vicepresidencia. Los métodos para la obtención de votos durante la campaña fueron de tal manera violentos y sucios que obligaron a renunciar a los integrantes de la Junta Electoral y a los candidatos de la fórmula opositora, quedando Trujillo-Ureña como candidatos únicos.

En mayo de 1930 ambos tomaron posesión de sus respectivos cargos. Trujillo tenía entonces 38 años. Desde sus inicios, su régimen se perfiló hacia un comportamiento dictatorial que llegó a extremos exacerbados. Se mantuvo en el poder 31 años con pequeños intervalos en que algún títere ocupaba el espacio preparando su retorno. El partido Dominicano fue la bandera ideológica que lo apoyó, se formó cuando el presiente ya estaba en el poder y fue el único partido en operación durante su mandato. La credencial del partido era el documento oficial de identificación.

La carrera militar de Trujillo fue algo que siempre llevó con orgullo, al grado de que determinó que el Congreso Nacional lo nombrara “Generalísimo de los Ejércitos Nacionales”. Su presidencia se caracterizó por imponer su voluntad a costa de lo que fuera. Asesinó, encarceló y, en el mejor de los casos, exilió a sus oponentes y a las personas que por cualquier motivo cayeron de su gracia.

Se dice que una de ellas fue la familia Mirabal. Trujillo puso los ojos en Minerva y acostumbrado que amigos y colaboradores pusieran a su disposición a esposas e hijas, invitó a los Mirabal a una celebración, pero cuando los Mirabal se percataron de las verdaderas intenciones, en un rato de distracción escaparon del festejo. Lo cual le valió el encarcelamiento del padre y la incautación de muchas de sus propiedades.

Trujillo siempre tuvo el prurito racial de sus vecinos haitianos, en contra de los cuales, en 1937 ordenó la masacre de miles de personas que habitaban la zona fronteriza, lo que pretendió justificar con el pretexto de combatir una conspiración en su contra. Este genocidio fue conocido como la “Masacre del Perejil o el Corte”, porque para identificar a los haitianos les hacían decir en español la palabra “perejil”, cuya pronunciación los delataba.

Ante este régimen dictatorial de terror, hubo muchos intentos para derrocarlo, pero Trujillo creó el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) para reprimir estos movimientos, mediante el espionaje y la tortura. Uno de tantos fue el del 14 de junio de 1959, dirigido por Enrique Jiménez Moya, el que después de varios días de enfrentamiento fue sofocado. Muy pocos sobrevivieron, la mayoría fue encarcelada, torturada y finalmente fusilada.

En conmemoración de estos acontecimientos y, con el objeto de lograr un cambio hacia la democracia, un sector juvenil dominicano formó el grupo político de izquierda denominado “Movimiento 14 de junio” , liderado por Manuel Tavárez Justo y su esposa Minerva Mirabal, cuyos miembros, como era de esperarse, fuero acosados por el SIM, torturados y privados de la libertad.

Las hermanas Mirabal eran identificadas en el grupo opositor como “Las Mariposas”, de ahí el nombre de la novela “En el Tiempo de las Mariposas” escrita por Julia Álvarez que narra su vida. En un juicio sumario efectuado en Santo Domingo, fueron declarados culpables de atentado contra el Estado Dominicano, encarcelados, cruelmente maltratados y en el caso de ellas, además, violadas. Aunque para las hermanas la condena fue menor que las de sus esposos, (3 años), misteriosamente, por orden directa de Trujillo las Mirabal fueron puestas en libertad, no así sus cónyuges.

Trujillo ideó la maquinación para asesinarlas. Tras ese gesto de “benevolencia” que se inició con su libertad, a los pocos días anunciaron el traslado de sus esposos de la cárcel de Victoria a la de Salcedo, con el argumento de que esto evitaría a las Mirabal viajar prolongadas distancias para visitarlos. En realidad, los trasladaron al penal de Puerto Plata, con el pretexto de que identificarían a integrantes del movimiento que recibieron un cargamento de armas, hecho lo cual, los llevarían a Salcedo.

Esta patraña fue solo con el objeto de que ellas tomaran una alejada y sinuosa carretera para ir a visitar a sus esposos, escenario elegido por Trujillo para la ejecución de su orden de muerte. El fatídico 25 de noviembre de 1960, miembros del SIM, asegurados de que las tres hermanas Minerva, Patria y María Teresa viajaban acompañadas únicamente de un chofer, después de la visita carcelaria, al retornar a Salcedo fueron brutalmente asesinadas. De las cuatro hermanas solamente sobrevivió Dedé la única que no iba con ellas.

Simulando un accidente automovilístico, el jeep en el que viajaban fue encontrado desbarrancado con los cuatro cuerpos sin vida con huellas de ahorcamiento, así como de haber sido cruelmente golpeados. Hay versiones de que esto sucedió en la soledad de la campiña y otras que fueron llevadas a una casa que se encontraba en la cumbre de la montaña. El lugar donde realmente sucedió es intrascendente, lo que ya no puede borrarse de la memoria de la humanidad es la alevosía, premeditación y ventaja con que se cometió el artero asesinato de cuatro personas indefensas.

La Asamblea General de la ONU, el 7 de febrero de 2000, aprobó el reconocimiento del 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, en honor a las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal que ofrendaron su existencia en la lucha por la equidad, la justicia y la democracia, y se convirtieron en el ícono de la no violencia contra las mujeres.

La autora es ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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