En mis primeros años de periodista conocí a un pintoresco personaje que cubría la fuente del “Aeropuerto”. Se llamaba Carlos Landeros y lo que tenía de refunfuñón lo tenía de buen fotógrafo, fisonomista y memoria prodigiosa.

Les platico: Cuando entré como reportero al periódico El Norte, ésta fue una de las primeras anécdotas que me contó el Lic. Abelardo A. Leal Jr, que era mi jefe y cuando lo hizo, recuerdo que me clavó su penetrante mirada midiendo cuál sería mi reacción y por consecuencia, el aprendizaje que me estaba inculcando. Arre.

El 8 de noviembre de 1972 Carlos llegó al Aeropuerto a su hora acostumbrada para tomar con su cámara a los viajeros del que era el primer vuelo de todos los días de Monterrey a la Ciudad de México.

Era el 705 de Mexicana de Aviación que partía a las 9:22am en un Boeing 727 con capacidad para 110 pasajeros. Ese día –como casi todos– el vuelo iba lleno.

Al Lic. Leal –que llegaba todos los días a la Redacción a las 10 de la mañana después de haberse ido a la medianoche del día anterior– se le hizo raro ver llegar a Landeros mucho antes del mediodía, cuando usualmente regresaba al periódico a escribir sus notas pasadas las 3 de la tarde, pues buscaba cubrir varios vuelos.
Bufando como un toro, como casi siempre andaba, se fue al laboratorio a revelar e imprimir las fotos del día y cuando bajó a la Redacción, don Abelardo lo llamó. “¿Qué anda haciendo acá tan temprano? ¿Nada más trabajó medio turno o qué la cosa?”
“N´ombre, Lic. nomás traigo a la gente de un vuelo, porque, ¿qué cree qué pasó? Unos locos secuestraron el avión de Mexicana y se lo llevaron a Cuba”.
Este despiste de Carlos todavía es recordado hoy en día. Hace cosa de un mes, desayunando con mi querido amigo Omar Elí Robles –otro ex Norte– la anécdota salió a colación cuando estábamos platicando de cómo a algunas personas el día les pasa de noche o las oportunidades les soplan las orejas y ni se dan por enterados.

TATIANA BOTA AL CARAJO LA MARCA DE SU APELLIDO
Hagan de cuenta que lo mismo le está sucediendo a Tatiana Clouthier.
Lo primero es mandar a la fregada una marca tan valorada como lo es el apellido que porta.
Lo segundo es la oportunidad de oro que tuvo de decirle a López Obrador que no aceptaría el premio de consolación que le ofreció por hacerse a un lado y dejar por la paz a Clara Luz Flores Carrales en su imbatible ruta hacia la gubernatura de Nuevo León.

En una entrevista de esas rápidas de preguntas y respuestas cortas que le hizo un colega chilango, Tatiana dice con toda su boca que, si el presidente le ofreciera una secretaría de Estado, ella la rechazaría.

Esto fue hace apenas dos años y miren ustedes cómo el tiempo pone a cada quien en el lugar que le corresponde.
Conocí a Tatiana corriendo en la Calzada Del Valle. En aquellos años era muy fuerte físicamente, como su carácter sigue siéndolo.

Un día que me invitó a desayunar a su casa de la Colonia Mirasierra para que conociera al famoso publicista Santiago Pando, le dije que su apellido era una marca que podría muy bien aprovechar para lanzarse en pos de puestos como la alcaldía de San Pedro.

Ese día tenía unos pocos de que había renunciado al PAN como diputada federal y como que le sacó la vuelta al toro que le solté al ruedo.

Pero un año después de ese incidente, se lanzó en pos de la alcaldía como candidata ciudadana, pero dejándose arropar por el nefasto PaÑal –sí, con “Ñ”– de la igualmente nefasta “maestra” Elba Esther Gordillo.

En esa aventura tenía a Gilberto Lozano como una especie de coordinador de campaña. Terminaron bien peleados –por cierto– y en su campaña acuñó la frase: “¿A quién le confiarías a tus hijos. A Mauricio Fernández o a mí?”

Obviamente, la respuesta de los sampetrinos se reflejó en las urnas, porque todos queríamos a un alcalde y no a una nana o pilmama. Error de estrategia que la mandó hasta el tercer lugar, por detrás de Mauricio y el PAN y del candidato priyista.

Hoy que se frota las manos –y Poncho Romo también– con la Secretaría de Economía en su futuro casi inmediato, Tatiana está cometiendo el error de olfato que cometió mi bien recordado Carlos Landeros.

Si tuviera un olfato congruente con sus supuestos ideales, hubiera hecho que Maquío se levantara de la tumba para hacerle caravanas.

Pero no lo tuvo. Fue al aeropuerto a tomarle fotos a los pasajeros del avión y cuando secuestraron a la nave para llevársela a Cuba, salió con que no pudo hacer su jale, porque no hubo más vuelos… que ese.

En el argot del deporte favorito de su adorado jefe –y mío también, por si les interesa saberlo– Tatiana le tiró a una bola piñatera buscando volarse la barda y por más que me digan que le estoy metiendo mocos al atole, está condenada a poncharse o salir con un flancito para los jugadores del cuadro.

Y ¿saben por qué? Porque ni siquiera está entrenada para jugar en la posición que el mánager la está poniendo.

Es más, ni metiéndose a clases intensivas o entrenamientos de los llamados Tryout, tiene tiempo para descifrar los lanzamientos que le harán las fieras que controlan el comercio mundial.

Tatiana no sabe maldita sea la cosa de economía y para amolarla de acabar, no tiene a un equipo profesional en dicha dependencia, que le ayude a hacer el jale.

 

PONCHO GUAJARDO, KENNETH SMITH RAMOS, ¿DÓNDE ANDAN?
¿Saben por qué? Porque la 4T corrió a todo lo que oliera a Ildefonso Guajardo y a su brillantísimo brazo derecho Kenneth Smith Ramos, artífices de los logros que le dieron al sexenio de Peña Nieto, una de las pocas medallas.

Poncho anda en Nuevo León desmigajando su prestigio en la quimera de arrebatarle al medinismo la candidatura del PRI para perder ante Clara Luz.

Se prestó de fea forma al juego baboso del Alito, que vino a levantarle el brazo lo mismo que a los ilusos Cristina Díaz y César Garza, al lado del dedeado Adrián de la Garza, por cierto, el peor alcalde que ha tenido Monterrey en su historia y el peor candidato que tendrán los priyistas en mucho tiempo.

Kenneth –por su parte– anda esparciendo su talento y altísima capacidad como tutor y mentor de tratados comerciales, ganando una fortuna como asesor de gobiernos como los del Reino Unido y dando cátedras magistrales tasadas la hora en miles de dólares, libras y euros.

Tatiana es miniaturizada por el tamaño de esos personajes. No tiene nada qué hacer en Economía porque –insisto– ni ella le sabe ni los que serán sus coequiperos.

Economía tiene de “Secretaría” nomás el puro nombre, porque las negociaciones internacionales las manda hacer Ebrard y la política-populista-económica la dicta Julio Scherer Ibarra desde su oficina en el ala izquierda del segundo piso del Palacio Nacional.

Entonces, ¿qué diablos está detrás de este carnaval o detestable mascarada urdida por los huéspedes de la suite presidencial del Palacio Nacional?

CAJÓN DE SASTRE
“Que nadie se enrede, son dos los ejes que mueven este absurdo movimiento llamado a ser la puntilla para la agonizante economía mexicana:
1.- La tía Tatis es muy amiga de Beatriz. Entonces, ¿alguna duda de quién manda en la suite presidencial del Palacio Nacional?
2.- Desde antes de que asumiera el poder, AMLO anunció que Economía movería su sede a la cuna del capital mexicano: Monterrey. Y bueno, Tatiana no vive precisamente en esa ciudad, sino al sur del Río Santa Catarina, en el otrora opulento San Pedro Garza García. “¿Quedó claro?”, dice la irreverente de mi Gaby, arrojándole Luz Clara a la asamblea.
placido@detona.com
PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe todos los días su columna IRREVERENTE para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.