Enero 2021, un mes que nunca olvidaran los estadounidenses, sobre todo sus días miércoles, por ejemplo, el día 6, fue el asalto al Congreso, una semana después el día 13, también en miércoles la Cámara de Representantes aprobó la realización de un segundo juicio político en contra de Donald Trump y, bueno el pasado día 20, otro miércoles, Joe Biden tomó posesión como presidente constitucional de los Estados Unidos.

Así en miércoles, el pasado no fue el gran día de fiesta para los estadounidenses, sólo se buscó cumplir la ley y algunos adornitos acompañaron el momento, el objetivo la toma como presidente de Joseph Biden y Kamala Harris como vicepresidente, no más, pero tampoco menos. No hubo fiesta, ni baile, ni comida, sólo un discreto y muy reducido festejo por un nuevo presidente.

Joseph R. Biden Jr., tomó posesión minutos antes de las 12 del día, tiempo de Washington D.C., como nuevo presidente por un periodo de 4 años. Minutos antes lo hizo Kamala Harris, como vicepresidenta. Fue un evento donde los simbolismos abundaron al igual que los llamados a la unidad.

El nuevo mandatario esbozó en su primer discurso presidencial la ruta que seguirá su gobierno, en la que la unidad es indispensable como elemento fundamental para superar los diversos problemas estadounidenses, pero dejó claro que siempre hay esperanza. Habló durante 21 minutos en forma solemne, consciente y claro de la responsabilidad asumida, ni la baja temperatura o el constante viento lo movieron.

En su intervención pidió un minuto de silencio en recuerdo de los más de 400 mil muertos por el Covid-19 y los más de 24 millones de contagios, precisamente en el día que se cumple un año de que fue detectado el primer caso de este mortal virus en territorio estadounidense.

Biden, fue claro, debemos dejar las palabras y pasar a los hechos, hay mucho por reparar, no hay tiempo que perder y de manera enfática expresó…”no me digan que las cosas no pueden cambiar, aquí está la primera vicepresidenta”. Y la congruencia parece ser una de las monedas de cambio que impulsará el presidente 46, ya que en su primer día firmó diversas ordenes ejecutivas para poner en ruta nuevamente a los Estados Unidos y así 11 millones de inmigrantes marchan ya rumbo a obtener la ciudadanía, derogó la prohibición para el ingreso de musulmanes a su país, anunció el regreso al programa mundial de la lucha contra el cambio climático y autorizó el inicio del trabajo para contener y eliminar los mortales efectos del Coronavirus, vacunar en 100 días a 100 millones de estadounidenses, entre otras tantas acciones. Un inicio abrumador que veremos si con el paso del tiempo lo seguimos calificando igual.

Una ceremonia donde la pandemia y el terrorismo doméstico (como lo llamó Trump) hicieron la diferencia, donde la distancia social y los 25 mil elementos de la Guardia Nacional transformaron el edificio del Congreso en el más seguro del mundo, bueno por lo menos ayer, un miércoles, el tercero del año de los grandes eventos; el 6, la toma del Congreso; el 13, la aprobación por la Cámara de Representantes de un segundo juicio político y bueno ayer; la toma de posesión presidencial.

De las ordenes ejecutivas presidenciales firmadas el miércoles, algunas impactaran directamente en la relación México, Estados Unidos y Canadá, el regreso al terreno de la lucha en contra del cambio climático, la facilitación para los 11 millones de inmigrantes sin documentos para alcanzar la ciudadanía, así como la lucha para combatir el contagio del Coronavirus, entre otros.

El miércoles 20, a la sombra de todo reflector político, se realizó el cambio de los códigos nucleares entre presidentes, pero mención por separado merecen lo sucedido ante la ausencia de Donald Trump. Desde hace casi seis décadas, durante la toma de posesión del nuevo mandatario eclipsados por la fanfarria y los ornamentos, dos militares con uniformes de gala esperan detrás de unos pilares el momento de la juramentación, sin embargo, ahora todo cambio y esta inasistencia puso en conflicto al Pentágono, ¿cómo cambiarían los presidentes los códigos?, ¿quién le entregaría las maletas y la tarjeta con los códigos?, mil 600 kilómetros los separaban. El presidente saliente siempre fue acompañado en sus viajes por un elemento con un par de maletines de color negro, lleva consigo una valija reforzada con metal que acompaña a todas partes al presidente de los Estados Unidos, pero Trump en Miami y Biden en Washington, D.C.

Desde que se comenzó a utilizar durante el gobierno de John F. Kennedy, el traspaso de la maleta ha sido una parte fundamental, aunque discreta de las ceremonias de toma de posesión en territorio estadounidense. Sin embargo, este año el simple proceso de pasar una maleta de unas manos a otras implicó un desafío logístico sin precedentes: por primera vez, en más de un siglo, el mandatario saliente no estuvo en la toma de posesión de su sucesor.

Según los protocolos, Trump debía tener a mano el maletín nuclear hasta el mediodía del miércoles, pero a esa hora ya estaba a 1.500 km de distancia, en el sur de Florida.

Información que logré obtener de gente cercana al Servicio Secreto, me comentaron que se diseñó una estrategia desde el Pentágono mismo para el día “D”, se utilizarían 3 maletines, 3 tarjetas o galletas con los códigos y serían activados o desactivados según el transcurso de las horas. Un elemento acompañaría a Donald Trump presidente, hasta las 12 pm, otro más estaría con el presidente electo Joe Biden y a las 12.01 se activaría tanto la tarjeta con los códigos como el maletín mismo y un tercero permanecería en el Pentágono mismo, por cualquier situación posible.

Los códigos nucleares y las claves que permiten identificarse al presidente como tal para dar la orden de un ataque no están en los maletines, el presidente en funciones lo lleva siempre consigo en una tarjeta plástica que en caso de ser necesario debe romperla por la mitad para verificar su identidad cuando contacta a la Unidad de Guerra en el Pentágono, la sede del Departamento de Defensa, para autorizar su utilización

En la mañana de la inauguración, el nuevo presidente y el vicepresidente reciben instrucciones sobre cómo utilizar el maletín y el futuro mandatario recibe entonces su tarjeta preactivada.

Ahora el gran reto para la nueva administración estadounidense está en la rapidez, precisión y efectividad con la que comience a actuar. La ruta luce complicada, los retos son muchos, pero Joseph Biden llamó a la unidad como clave para su éxito.