A las 12 horas del próximo miércoles tiempo de Washington, Joe Biden, jurará sobre una biblia el cargo de presidente de los Estados Unidos, el número 46 en la historia de ese país. Es el día más importante en la democracia de esa nación en ese evento. Hay una parte que está regulada por la constitución y el resto son una serie de tradiciones que se han ido sumando con el paso de los años desde que se aprobó en 1937, la fecha para la toma de posesión ha sido siempre el 20 de enero a mediodía para que nunca haya un periodo de presidente en funciones.

Además de saber cuándo, la Constitución también marca cómo debe llevarse este acto, el presidente debe jurar o pronunciar una frase que recoge la Constitución demostrando el compromiso que él adquiere con el país y algunos al terminar añaden ‘Dios me guarde”. Este juramento debe realizarse ante un representante del poder judicial y éste es el presidente del Tribunal Supremo, Jhon Glover Roberts.

A partir de aquí, el resto son tradiciones que se han ido acumulando año tras año, por ejemplo, el día antes de la toma de posesión, el presidente electo y la vicepresidente realizan una ofrenda floral en el cementerio de Arlington y normalmente dan un primer discurso en el Lincoln Memorial.

El martes 19, el presidente electo dormirá en la Casa Blanca, pero lo hará en la residencia de visitantes. Tradicionalmente en la mañana del día del cambio de poderes había un desayuno entre el presidente saliente y el entrante, al igual que un servicio religioso, ambos posteriormente se trasladaban juntos al Capitolio donde se realizaría la ceremonia, ya que es donde están el Congreso y el Senado y, por lo tanto, donde están representados los cargos electos de los ciudadanos.

La ceremonia tradicionalmente se realiza ante unas mil personas entre; Congresistas, Senadores, Miembros del Poder Judicial, Expresidentes, Representantes de Gobiernos Extranjeros e incluso permite también que los ciudadanos puedan ir al acto comprando una entrada y después de la ceremonia de la toma de posesión, la Comisión Conjunta de Ceremonias se organiza una comida. Sin embargo, ante la emergencia sanitaria y por cuestiones de seguridad, no se ha liberado la agenda del día más importante para muchos estadounidenses.

Una vez terminada la comida, se acostumbra que juntos, presidente saliente y presidente entrante, se trasladen desde el Capitolio hasta la Casa Blanca. Algunos presidentes lo han hecho a pie, otros combinan a pie y en carro, la caminata se realiza por unas calles abarrotadas de seguidores, curiosos, patriotas y miembros de la prensa, de manera muy lenta, este trayecto de unos cuantos minutos llega incluso a efectuar hasta hora y media. Al llegar a la casa presidencial, el ya expresidente aborda un helicóptero que simboliza su partida. En la misma noche del 20 de enero, se tiene la costumbre de realizar una serie de bailes inaugurales, Barack Obama, por ejemplo, en su segundo mandato asistió a ocho de ellos, mientras que Trump asistió sólo a 3, sin embargo, nada definitivo hay aún en este sentido.

Ni el Servicio Secreto, ni integrantes cercanos al gobierno entrante o incluso cercanos a Joe Biden, han confirmado qué sucederá este miércoles venidero, sin embargo, el mismo Donald Trump informó en un Twittee que no se presentaría a ningún evento este miércoles. Ha trascendido que incluso a primera hora del mismo día del traspaso de poderes estará en la Casa Blanca donde después de desayunar tomará un helicóptero que lo trasladará hasta el aeropuerto para viajar a Miami, donde estará en un evento con sus seguidores.

Otro de los factores importantes que marcaran el rumbo de los acontecimientos será sin duda la presencia de más de 60 mil elementos de la Guardia Nacional que fueron desplegados ante las constantes amenazas de acciones violentas o incluso de la toma de varios edificios estatales y hasta federales, por estos grupos fanáticos a Donald Trump. Las barricadas, las vallas metálicas, o simplemente zonas restringidas abundarán en las capitales de los 50 estados. Estados Unidos, vivirá un día de “Inauguración del nuevo gobierno” diferente, inusual, triste.

La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, envió hace unos días una carta al presidente Donald Trump solicitando una declaración de emergencia a fin de obtener fondos adicionales para la toma de posesión del presidente electo, Joe Biden. A medida que aumentan las preocupaciones de seguridad luego de la violación del Capitolio… “a la luz del ataque al Capitolio y la inteligencia que sugiere que es probable que haya más violencia durante el período inaugural, mi administración ha reevaluado nuestra postura de preparación para la toma de posesión incluida la solicitud de la extensión del apoyo de la Guardia Nacional de D.C., hasta el 24 de enero de 2021”.

La seguridad es una de las mayores preocupaciones rumbo al traspaso de poderes a pesar de que faltan unos cuantos días, las autoridades están en alerta permanente, la presencia de diversos cuerpos de seguridad y vigilancia se perciben a simple vista en: hoteles, aeropuertos, carreteras, en todos los lugares de acceso a las zonas más representativas del territorio estadounidense. La pandemia incluso, que tantos y tan fuertes impactos ha generado, no ha sido obstáculo para que la gente no salga, no realice marchas, manifestaciones e incluso acciones violentas.

Y la carta de Muriel Bowser lo refleja… “he determinado que los planes y recursos asignados previamente a la toma de posesión son insuficientes para establecer un ambiente seguro y protegido como resultado directo de las acciones insurreccionales ocurridas el 6 de enero. Con base en los hechos recientes y evaluaciones de inteligencia, debemos prepararnos para que grandes grupos de extremistas entrenados y armados vengan a Washington”.

Y así en este clima único, impensado y de zozobra se espera la ceremonia del nuevo presidente, Joe Biden, como el presidente número 46 de los Estados Unidos y de la primera Vicepresidenta de color, Kamala Harris.