La pandemia ha puesto todo de cabeza: empleos, aparato burocrático, funcionamiento de los poderes públicos, servicios de salubridad y seguridad, comunicaciones e, incluso, al próximo proceso electoral.

El actual gobierno federal, a no querer, tendrá que reconocer que es incapaz de cumplir mucho, si es que no todo, lo que prometió; tendrá que dejar para otro sexenio: el combate a la delincuencia, el traslado de las dependencias federales a provincia, el retiro de los militares a sus cuarteles, el fin de la corrupción y llevar a la cárcel a quienes incurrieron en ella. A estas alturas de los tiempos, todo indica que estamos frente a otro sexenio perdido. Esta es la realidad.

Se está hablando, con exceso, de la salud del presidente de la república, que se descuidó, que no usaba cubre bocas, que de nada le sirvieron sus amuletos, que no sirve para nada el ser honesto y veraz, que se vacunó o que no se vacunó. Que por fin dejo de hablar y que nos dejó descansar de su verborrea diaria; o que está interfiriendo en el proceso electoral. Hay más. Todo lo anterior es importante; también morboso.

Algo muy importante está pasando desapercibido; estamos descuidando un rubro: el educativo. Alguien dirá que habría que agregar otro: el de la salud. Es cierto. De salubridad hablan todos; del rubro educativo pocos y de soslayo.

La pandemia, en general, en el rubro educativo nos sorprendió; estábamos fuera de lugar. No la esperábamos; tampoco supusimos que sería en el grado en que nos está afectando; ahora lo advertimos. Las autoridades educativas, federales y locales, no se han repuesto del golpe ni han sabido dar una respuesta oportuna y adecuada a la dimensión del problema.

Las autoridades educativas, secretarios de educación, federal y locales, rectores de universidades, públicas y privadas, directores de centros de educación superior, de planteles educativos en general y personal docente, no supimos reaccionar a tiempo y de la mejor manera. Fuimos superados por las circunstancias. Todo lo anterior ya tiene consecuencias nocivas. Los estudiantes están descontrolados y desmotivados. Eso es notorio.

Los efectos de las deficiencias que se observan en el rubro educativo se dejarán sentir a corto, mediano y largo plazo. Los docentes que sirven en el nivel secundaria recibirán otra clase de alumnos: distraídos, indisciplinados, incapaces de trabajar en grupo, carentes de solidaridad y con muchas carencias en cuestiones elementales. Dentro de algunos años lo mismo se observará en los niveles de preparatoria y profesional. Estamos ante generaciones perdidas para la enseñanza y el desempeño profesional.

Quienes asuman la docencia en niveles superiores deben estar preparados para recibir estudiantes totalmente diferentes. Unos por sí o por medio de prácticas o lecturas adicionales intentarán suplir las lagunas que observen en sus alumnos. Otros se irán por el camino más fácil: tirarán la toalla, dirán ese no es mi problema y que lo arreglen los alumnos. Dado a que todo apunta a que el futuro será bajo el sistema home office, habrá que reconocer que, aunque la epidemia, finalmente, quede bajo control, la educación también seguirá siendo home school, por lo que la solución habrá que buscarse en varios rubros:

Preparar a los padres para asumir funciones pedagógicas; lo que implica un cambio de mentalidad tanto en ellos como en los patrones a los que prestan sus servicios; todos, de una u otra forma, estamos inmersos en el mismo problema; lo que menos podemos esperar es dar o recibir comprensión;

De manera institucional elaborar los materiales docentes, las tareas a realizar en casa y preparar a los docentes en esta nueva forma de enseñar;

En el rubro de educación física, en el aspecto de deportes colectivos, la generación de la pandemia será una generación perdida irremisiblemente; desaparecerá el espíritu de grupo y de emulación;

En el ámbito universitario se observarán graves deficiencias en rubros tan delicados como lo son los de medicina e ingeniería. En estos no es suficiente la enseñanza teórica;

En la docencia todo cuenta. Si la función educativa es la misma, no por que sea a distancia el docente debe faltar al decoro frente a su grupo. En ciertas carreras, entre ellas la de Derecho, quien pretende transmitir conocimientos debe hacerlo dignamente, cual corresponde a su profesión. Los alumnos deben tener como modelo alguien que es digno de ser imitado.

Todos sabíamos que, dadas los avances de los sistemas de comunicación, se avecinaba un cambio radical en los sistemas de enseñanza, pero nadie esperaba que ello sucediera de manera tan precipitada. Tenemos que improvisar sobre la marcha; los más viejos estamos buscando la forma de aprender a manejar la nueva tecnología.

Una cosa es cierta: muchos docentes estamos fuera de la competencia y sólo funcionamos con dificultades y contando con el apoyo de terceros; estamos intentando entrar al nuevo mundo de la enseñanza.

Hay muchas cosas que son ciertas:

Una, que la pandemia no ha frenado la ambición de los políticos; los que se dedican a vivir del presupuesto público están en una lucha campal por alcanzar la reelección, la elección o por ocupar las posiciones que quedarán vacías por virtud de los procesos electorales. A ellos no les preocupa la crisis, que llega a tragedia, que se está observando en la educación;

Dos, que el presupuesto público que se destina a la educación, debe cambiar de destino y ser dirigido a invertir en tecnología de punta;

Tres, que los conceptos existentes para formar docentes, en todos los niveles, debe cambiar;

Cuatro, instrumentar las medidas a fin de lograr el retiro anticipado de muchos docentes que han quedado al margen de los nuevos sistemas de comunicación y enseñanza;

Quinto, cambiar los sistemas de formación de los docentes que ocuparán las plazas de los que deben ser retirados; y

Sexto y último, que el pensamiento mágico, comprendiendo amuletos, portarse bien, no decir mentira y ser honrados, no ayuda en nada para hacer frente al COVID 19 y, menos, para hacer frente a los nuevos retos educativos. Respecto de quienes son mayores, todo apunta que los regaños de los papás no funcionaron.