Morena ya tiene candidato oficial a la gubernatura del estado de Guerrero; a falta de argumentos o de un currículum convincente, terminó por prevalecer la candidatura de quien gritó y amenazó más: Félix Salgado Macedonio.

Gritar, amenazar y emborracharse fue un procedimiento válido y admisible para hacer carrera dentro del PRI. Los casos de Gonzalo N. Santos, Maximino Ávila Camacho, Rubén Figueroa Figueroa y otros son prueba de ello. Para desgracia de los mexicanos, ahora también lo es en Morena.

En 1984 Salgado Macedonio llegó a legislador federal recurriendo al expediente de exhibir costales que contenían votos parcialmente incinerados, supuestamente para exhibir un fraude electoral. Como anticipo de su sistema para ascender en la política mexicana, en forma teatral, a la vista de los presentes, los tiró en la sala de plenos de la Cámara de Diputados; de ahí el mote de “diputado costales”.

Al ahora candidato oficial de Morena es famoso por su afición al alcohol y los desplantes de machismo que realiza bajo su influjo; se habla que es aficionado a las mujeres. Otro de sus méritos, que sin duda contó para que el dedo del gran elector se inclinara a señalarlo, es el de haber sido acusado de acoso sexual. Existe una acusación en su contra por ese delito. Obvio, no ha prosperado.

Dejó en el camino a quien se consideraba como el más viable: Pablo Amilcar Sandoval. Lo habían nombrado superdelegado federal con vistas a enfilarlo a la gubernatura. Hubo un conato de destape a su favor en el mes de diciembre. Los gritos y amenazas de Salgado Macedonio impidieron que se consumara. La familia Sandoval, que considera al estado de Guerrero como su coto particular, gritó y pataleó; lo hizo a través de su vocero oficial John Ackerman. No logró nada.

También quedaron en el camino Luis Walton, el doctor Marcial Rodríguez Saldaña, Nestora Salgado y otros. De Nestora hablaré enseguida; mal, desde luego. El doctor Rodríguez Saldaña, maestro universitario, a pesar de sus muchos méritos académicos, fue preterido.

Salgado Macedonio habrá que enfrentar a quien se perfila como candidato del PRI: Manuel Añorve Baños, legislador federal, que creció a la sombra de Manlio Fabio Beltrones. En una de esas, con tal de arrebatarle a Morena esa posición que ya da por ganada, hasta pudiera ser adoptado como candidato por la triple alianza: PRI, PAN y PRD. Frente a Salgado Macedonio, por mucho, cualquier candidato es mejor.

En esta colaboración abordo un tema colateral; aludo a un vicio grave: el de violar la Constitución Política como práctica ordinaria y cotidiana de parte de una ciudadana y de un partido político. Por lo mismo, estoy aludiendo a algo que, aparte de ser censurable, debe ser impedido.

Bajo el pretexto de equidad de género, la senadora con licencia Nestora Salgado García pretendía ser registrada como candidata por Morena a la gubernatura del estado de Guerrero y excluir a otros candidatos que tenían, por una parte, mayores posibilidades de alcanzar el triunfo; y, por otra, menos impedimentos legales.

“A lo bueno se acostumbra uno fácil” dice un dicho de Guerrero; la señora Salgado García ya se acostumbró a violar la ley; llegó al cargo de senadora en violación del artículo 32 constitucional. Como de la primera infracción no hubo para su persona y para quien la hizo su candidata, consecuencias adversas, pretendía ser gobernadora de ese estado suriano y hacerlo en violación de la misma prohibición constitucional.

El mandamiento fundamental dispone lo siguiente:

“El ejercicio de los cargos y funciones para los cuales, por disposición de la presente Constitución, se requiera ser mexicano por nacimiento, se reservan a quienes tengan esa calidad y no adquieran otra nacionalidad. Esta reserva también será aplicable en los casos en que así lo señalen otras leyes del Congreso de la Unión.”

Es bien sabido que la señora Salgado García, aparte de ser mexicana, también es ciudadana de los Estados Unidos de América; por serlo, debe fidelidad y obediencia a las leyes y autoridades de ese país. El artículo 32 constitucional antes transcrito busca evitar conflicto de intereses y que alguien, por su doble nacionalidad, ponga en peligro la seguridad nacional; por esa razón prohíbe que quienes se hallen en ese supuesto ocupen cargos públicos, ya sean de elección popular o de designación.

No es admisible que alguien pretenda sacar jugo de dos nacionalidades. Se debe tener presente que la señora Salgado García ha dicho expresamente que no renunciará a su nacionalidad norteamericana.

Existe el principio de interpretación jurídica que dispone que en la aplicación e interpretación de las leyes que establecen o prevén prohibiciones, más debe darse una interpretación que haga efectiva la prohibición, que una que la desvirtúe. En el caso, permitir que la senadora fuera candidata a la gubernatura, a pesar de la prohibición constitucional expresa, es inadmisible.

La señora Salgado debe tener presente lo que dispone un principio general de derecho que está contenido en los códigos civiles, tanto federal como locales:

“Contra la observancia de la ley no puede alegarse desuso, costumbre o práctica en contrario.” (artículo 10 del Código civil federal).

La Constitución Política del estado de Guerrero, en su artículo 75 dispone:

“Para ser Gobernador del Estado se requiere:

  1. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en ejercicio de sus derechos civiles y políticos”.

Por más que no lo quiera reconocer, la señora Nestora Salgado, con vistas a lo que dispone el segundo párrafo del artículo 32 de la Constitución de la República, no está en ejercicio pleno de sus derechos políticos; no lo está por cuanto a que no puede ejercer cargos de elección popular o de designación, por razón de que tiene una doble nacionalidad.

Si bien Morena ha mostrado poco interés en cumplir la Constitución Política, los partidos políticos, organizaciones civiles y autoridades electorales, no deben convertirse en sus cómplices y sancionar, con su silencio u omisión, una violación tan grave.

Es de desearse que, de darse la triple alianza, ella escoja como candidato de consenso a un candidato que, cuando menos, parezca gente decente y que sea menos cuestionable y borracho. Existen posibilidades de que resulte triunfador, lo que implicará para Morena no amarrar un estado que aporta buen número de votos para la elección del 2024. De darse este supuesto, sería algo trágico para esa organización política.