En el último año se han aparecido los jinetes del Apocalipsis, la pandemia, el desempleo, la violencia, y todos se han agravado por decisiones erráticas, un tanto populistas. Los números reflejan esta incertidumbre: la población ocupada de México disminuyó poco más de 4 millones de personas, se han perdido más de un millón de micro, pequeñas y medianas empresas; y el autoempleo disminuyó cerca de 1.2 millones.

Este gobierno tiene un enfoque muy asistencialista a través de transferencias económicas directas, lo que no ha tenido un impacto en el consumo de hogares y no se ha dado apoyo al sector empresarial, especialmente en el comercio, servicios, turismo, transporte y mucho menos a las PYMES. Y se ha creado una gran presión fiscal a los contribuyentes cautivos. Además, los proyectos de infraestructura por los que se ha apostado, no están relacionados con un espíritu de competitividad ni de valor agregado, sino que están localizados y es un dinero que se va a un área en donde no tiene el impacto y la urgencia de hoy en día.

Este no es un panorama fácil frente a una pandemia que ha cobrado ya más de 150 mil vidas. Es urgente responder ¿cómo revertir o neutralizar este deterioro? Es urgente una reorientación en las áreas críticas porque la economía mexicana está herida, pero el país aún tiene músculo económico, construido a través de muchos años de esfuerzos de los ciudadanos, de los empresarios y de todas las personas que aman a México.

Hay que reconocer que aunque se han tomado algunas medidas que han funcionado, cómo tener la inflación bajo control, un tipo de cambio estabilizado y una deuda controlada. Debemos reconocer también que el país tiene capacidad exportadora, logística, puertos, carreteras, infraestructura turística, entre otras. Tenemos un país con fortaleza, pero se deben implementar medidas sólidas para revitalizar la economía.

La apuesta para 2021 deberá ser mantener un ritmo de crecimiento moderado del 3 por ciento, que implicará que en todo el sexenio tendríamos un crecimiento cero, pero por lo menos no se deterioraría la economía nacional.  Es fundamental mantener la inflación máxima de 4 por ciento y orientar el gasto público para que se apoyen a las PYMES que generan empleos. Otro elemento es apoyar y apostar por el desarrollo tecnológico con ayuda de la iniciativa privada. La iniciativa privada tiene que tomar acciones hoy en el desarrollo tecnológico, invertir en el sector energético (hidrocarburos, petroquímica, electricidad). Por último, algo que no se está haciendo y que debe hacerse es invertir en capacitación de la burocracia y apostar por un modelo de gobierno digital.

Mucho de esto se relaciona con fomentar la unidad para que no haya tanta polarización social, elemento que solo genera incertidumbre, riesgo, e inestabilidad.  Tenemos que hacer una invitación ciudadana, a una posible tregua social para reducir el insulto, el encono, la desconfianza y el odio porque es algo que está dañando mucho al país. El objetivo debe ser lograr un bienestar y una felicidad comunes. Somos un país poderoso, con recursos, capacidades y gente muy buena, elementos fundamentales para empezar a construir un futuro más próspero.