Así como en las campañas electorales por la presidencia de algún país se distinguen dos o más grupos sociales que enfrentan posiciones políticas e ideológicas diferentes; asimismo el manejo de la pandemia en cada país ha enfrentado a grupos que atacan o aprueban la política sanitaria gubernamental.

Esta posición, a primera vista sería productiva si las críticas fueran sustentadas con argumentos de las ciencias naturales y sociales pero no es así, surgen de convicciones partidistas o de la máxima: “todo lo que digas y hagas será usado en tu contra”.

 

De la psicología a la economía

Aunque los sesgos cognitivos surgen prácticamente desde el inicio de la humanidad, su definición y posterior clasificación son relativamente recientes, datan de los años de 1970, cuando los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky desarrollaron el concepto de sesgo cognitivo y posteriormente la Teoría prospectiva, la cual describe cómo se toman decisiones en situaciones que pueden representar un riesgo, cómo se evalúan las potenciales pérdidas y ganancias.

Esta teoría aplicada a la economía, lo hizo acreedor al Premio Sveriges Riksbank de Ciencias Económicas, en memoria de Alfred Nobel (Tversky falleció en 1996), el cual compartió con el economista Vernon Smith en 2002, “por haber integrado conocimientos de la investigación psicológica en la ciencia económica, especialmente en lo que respecta al juicio humano y la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre”.

En 1972, según artículo Sesgos cognitivos: descubriendo un interesante efecto psicológico, del psicólogo y economista Bertrand Regader, publicado en la página de Psicología y Mente, Kahneman y Tversky definieron al sesgo cognitivo como “los efectos psicológicos que causan una alteración en el procesamiento de la información captada por nuestros sentidos, lo que genera una distorsión, juicio errado, interpretación incoherente o ilógica sobre el fundamento de la información de que disponemos”.

Por su parte, la Consultoría BrainInvestigations señala en su página que “los sesgos cognitivos están determinados por implicaciones culturales, influencia social, motivaciones emocionales o éticas, atajos en el procesamiento de la información o distorsiones en la recuperación de los recuerdos y la memoria, entre muchos otros”.

Por la diversidad de factores que producen los sesgos cognitivos, estos procesos no se distinguen fácilmente, ya que incluyen también a la heurística (en psicología: atajo a los procesos mentales), que conduce a acciones intuitivas que pueden llevar a tomar decisiones erróneas.

 

Los sesgos en la pandemia

En ocasiones, los sesgos cognitivos pueden evitarnos riesgos, como sucedió seguramente en la antigüedad cuando después de un rugido o un movimiento brusco de hojas se huía o se preparaba el ataque. En la actualidad, la alerta sísmica nos lleva al movimiento o a la parálisis, según nuestra interpretación.

Asimismo, del estudio de la respuesta intuitiva de sobrevivencia se pasó a su estudio en la medicina, la economía y las ciencias sociales y la política, que son las ramas del conocimiento en las que se ha evidenciado en México su prevalencia, cuando se juzga la política sanitaria.

No importan los conocimientos de las ciencias naturales o las ciencias sociales ni el signo político, ya que por lo general los análisis surgen de la heurística. Así, en la presentación del análisis de un grupo de expertos sobre la situación de la pandemia en México, se privilegió una frase (la epidemia rebasó al sistema de salud) fuera de contexto del rector de la UNAM, aunque él no haya intervenido en el análisis.

Recientemente se criticó el prerregistro para vacunarse y se reclamó el lento proceso de inmunización (no importa que no tengamos vacunas, ni que México sea el país latinoamericano que tenga más personas vacunadas). En la parte opuesta, la negativa del presidente a usar cubrebocas se defiende a partir de “no hay evidencias científicas de su beneficio”, lo cual puede ser cierto pero se olvida el contexto sociocultural de la pandemia y el efecto Pigmalión negativo, en el que se imitan las actitudes negativas del líder, no solamente las positivas.

Los más obvios sesgos cognitivos son los de líderes de opinión que se han vuelto expertos en todas las ramas de la medicina y difunden sus creencias más descabelladas, olvidando que todas las pandemias deben analizarse con las herramientas de las ciencias sociales y naturales. Por ejemplo, si el presidente formó parte de un protocolo de investigación, se exige que todos los mexicanos estén en él, sin el menor conocimiento de esos procedimientos.

Y así sigue el sesgo cognitivo en el que todos tienen la solución a la pandemia, excepto el gobierno mexicano… y los gobiernos de los demás países, incluso Japón, el modelo asiático que en los últimos días de enero rebasó los tres mil casos diarios.

 

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico