La pandemia ha dejado serias consecuencias en la vida de todo ser humano y ha cambiado la forma en la que nos comportamos, desde los espacios de trabajo, la educación y la forma de organización de los gobiernos. Indudablemente, uno de los factores que se han acelerado es la adopción de la tecnología y la digitalización de los procesos, siendo una tendencia que no cambiará en los próximos años.

Las empresas y los gobiernos deberán invertir en educación y capacitación para sus empleados y población, porque esto generará un impacto positivo tanto a nivel individual, como en términos de desarrollo y crecimiento económico. Está demostrado, por ejemplo, que los trabajadores que tienen acceso a capacitación en nuevas habilidades tecnológicas y científicas tienen el potencial para acceder a ocupaciones con ingresos más altos. De la misma forma, dentro del escenario económico mundial, se destaca ampliamente que la inversión en variables tecnológicas es lo que les permite a las economías desarrolladas potencializar su productividad y su crecimiento económico.

En el ámbito gubernamental, la digitalización de las actividades del Estado, permite la aplicación innovadora de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, con el objeto de mejorar la gestión pública y el desempeño de las labores de los servidores públicos, así como los medios para atender a los ciudadanos en términos de servicios públicos y transparencia.

En términos de brindar mejores servicios a la ciudadanía, el gobierno en línea permite gestionar muchos trámites gubernamentales los cuales abaratan los costos y los tiempos de los ciudadanos, pues están siempre disponibles en sitios electrónicos. Y en materia de transparencia y rendición de cuentas, gracias a los portales electrónicos se pueden publicar los gastos de los funcionarios y los ciudadanos pueden conocer en que se invierten los recursos.

México aún tiene que lograr este tipo de transformación digital, pero esto no debe ser un proyecto aislado, debe traspasar preferencias políticas y rumbos de gobiernos con el fin de servir a los usuarios, los ciudadanos, y crear un ambiente de seguridad y de comodidad. Además, de acuerdo al Foro Económico Mundial, para lograrlo será necesario crear una igualdad de acceso a la educación y formación profesional, es decir, los programas de formación deben ser de fácil acceso para todos, independientemente de sus antecedentes, educación o condición social.

En segundo lugar, tener acceso a Internet adecuado y confiable para todos, en otras palabras, se tiene que cerrar la brecha digital. Sin acceso a Internet en estos tiempos remotos, los profesionales, estudiantes y aquellos que buscan aprender, construir y descubrir se encuentran en una desventaja inmediata, y en algunos casos, imposible de superar.

Y, por último, es necesaria una colaboración de los sectores público y privado, para hacer que la capacitación crítica sea de fácil acceso. Este no es un desafío que una organización o incluso un sector pueda resolver por sí solo. En cambio, requerirá un esfuerzo intencional y sostenido de todos los lados. Por esta razón es importante señalar que avanzar hacia una sociedad 4.0 es una responsabilidad común, en donde deben participar la iniciativa pública, la iniciativa privada y, por supuesto, la sociedad.

Al salir de un año de incertidumbre, hay una cosa que sabemos con certeza: se ha preparado el escenario para una transformación profunda y un cambio digital duradero. Se tiene que invertir en esta materia para que nos ayude a ser más eficientes, transparentes y competitivos. No debe olvidarse que hoy en día, invertir en ciencia y tecnología es sinónimo de desarrollo.