Ahora el gobernador texano se queja de la política migratoria federal, probablemente tenga razón, pero lo que no es válido es anteponer los intereses partidarios al bien nacional. Es cierto que hay toda una nueva política para resolver el problema de las personas que cruzan sin documentos por la frontera sur de los Estados Unidos y para los millones que al interior del país se encuentran, pero poco o nada ayuda a una solución el enfrentamiento político que ha iniciado Greg Abbott con Joe Biden, anticipo ya hay un ganador, el presidente entrante, claro.
Hace unos días el gobernador texano inicio un nuevo capítulo en contra del nobel gobierno durante su vista a la fronteriza ciudad de Mission,Tx… “la Administración Biden ha creado una crisis humanitaria en nuestra frontera al permitir políticas que le dan luz verde a los peligrosos cárteles (del narcotráfico) y a otras actividades delincuenciales” y fue más allá con sus palabras… ”el alto flujo de migrantes procedentes de México y Centroamérica se debe a la firma de decretos por parte de Biden, que anularon el veto de entrada a Estados Unidos para ciudadanos de 11 países, esto es a todas luces un error”.
Más allá de que cuál de estos 2 políticos en cuestión tenga razón, es innegable que la migración en el mundo es una realidad creciente y compleja e incluso la han señalado como un problema.
Abbott habla con conocimiento de causa ya que su Estado (Texas) y California, son por donde se realiza el mayor cruce de personas sin documentos. Sin embargo, también el inquilino de la Casa Blanca lo conoce desde su posición como senador e incluso como vicepresidente, ha conocido proyectos, acciones e incluso leyes en busca de poner un alto a esta situación, ninguno habla sin razón.
Biden, prometió una reforma migratoria tan pronto arribara a la presidencia y ya envió al Congreso una serie de acciones ejecutivas que tendrán que ser analizadas, discutidas y aprobadas o rechazadas en su caso por los legisladores; hombres y mujeres que representan un sin número de intereses que pasan por lo político, lo económico, lo laboral y claro lo social, por lo que una aprobación en automático o en paquete, hay que descartarla, habrán avances, soluciones parciales incluso pero difícil que le digan que sí a todo lo que proponga. Más allá de que haya mostrado un talento para la negociación como quedó de manifiesto con la aprobación del paquete de ayuda económica se ve complicada una aprobación en automático ni duda cabe, los tiempos donde se ganaba o se perdía todo, acabaron.
El mandatario texano habló de los acontecimientos de las últimas semanas donde han sido detenidos en la su frontera más de 800 inmigrantes con antecedentes criminales, entre ellos 78 personas acusadas de agresión sexual y 62 miembros de pandillas como la MS-13, incluidos algunos que ya habían sido deportados previamente, pero también hay que reconocerlo, algunas de sus declaraciones no están apegadas a la realidad…” los miembros de los cárteles mexicanos están involucrados en el cruce ilegal de personas al punto de que al saturar la infraestructura de la Patrulla Fronteriza, aprovechan para infiltrar a sus miembros, además de pasar drogas”.
Y hábil, como ha mostrado a lo largo de su administración, Abbott busca pasar esta problemática y dirige la atención al edificio localizado en el mil 600 de la av. Pensilvania en Washington DC… “el Gobierno federal está colaborando para que eso suceda, para que el cártel genere más ingresos económicos y más poder. Y lo peor es que sabía que eso podía pasar y no han tomado las precauciones del caso”.
El inquilino de la Oficina Oval tiene poco tiempo para se que comiencen a ver los avances en varios de los temas propuestos desde su campaña y uno de ellos sin duda, de gran importancia es el migratorio, ya que no sólo se trata de un asunto de buena voluntad, es un tema de política pura, de conceder en algunos aspectos y ganar en otros. Hacer un país más acogedor para los inmigrantes es una muy buena frase, pero ha llegado el tiempo de mostrar toda su capacidad negociadora.
Vale por ejemplo recordar que cuando, Joe Biden, firmó la orden ejecutiva para reunificar familias de migrantes separadas en la frontera con México, manifestó que lograr esto era un imperativo moral más que un mero asunto político…””vamos a trabajar para deshacer la vergüenza moral y nacional del gobierno anterior que literalmente, no figurativamente, arrancó a los niños de los brazos de sus familias, sus madres y padres, en la frontera”.
Barak Obama fue un hombre bien intencionado, un buen político que intentó en un par de ocasiones la regularización migratoria de los “dreamers” y no lo consiguió, se topó con pared en el Congreso estadounidense a pesar de que Biden estaba dentro del equipo de trabajo.
Llegó el tiempo de Biden y sus acciones políticas hablarán más que sus palabras y expresiones de buena voluntad. La nueva administración deberá hacer un despliegue de todas sus habilidades negociadoras y de convencimiento. Ya sea por escollos legales, burocráticos y políticos, por el reto de dominar a una policía migratoria fomentada por el anterior gobierno o por el riesgo de enfrentar una crisis fronteriza, todo indica que llevará bastante tiempo enterrar definitivamente el legado migratorio de Trump.
Los tiempos en que los presidentes tenían toda la “autoridad” para hacer y deshacer desde su gobierno terminaron, hoy se requiere de oficio, habilidad, astucia y mucho trabajo, veremos qué tanto de estos menesteres tiene Joe Biden.
@Lalocampos03


