Hace un año, cuando en México se empezaron a sufrir los primeros estragos de la pandemia por Covid-19, también incipientemente surgió una corriente opositora a la política sanitaria del gobierno, que tomó como bandera el uso obligatorio del cubrebocas en toda la población.

En ese tiempo se desconocían muchísimas cuestiones sobre el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19 (hasta la fecha no se conoce del todo), desde su propia composición genética, hasta los medios farmacológicos y preventivos que pudieran combatir o mitigar la enfermedad. Sin embargo, ya había voces que luchaban porque se tapara la boca de los mexicanos.

 

Los riesgos de lo desconocido

Los médicos y científicos iniciaron una carrera por desvelar los secretos de ese coronavirus, por lo que los primeros pasos por detener la infección fueron erráticos. Uno de esos primeros intentos, basado en conocimientos anteriores, fue recomendar el uso de cubrebocas, que ya había probado su eficacia en la contención de contagios de otras enfermedades infecciosas.

En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), algunas veces lenta en su reacción como todos los organismos regidos por consenso, refirió que no había estudios suficientes para probar su eficacia, por lo que no podía ser recomendable en todo momento.

Claro, surgieron los argumentos basados en la percepción: en tal o cual país contuvo la propagación, según datos estadísticos, en tanto que en otro que no aplicó esa medida siguieron los contagios. En ese contexto, se abogó por hacer obligatorio el uso del cubrebocas a toda la población, mediante la aplicación de duros castigos monetarios o corporales a quienes no lo usaran.

En México, por supuesto, un sector que apoya el autoritarismo siempre que no se use en su contra, dirigió esa campaña. Por su parte, el gobierno federal sostuvo que no existían evidencias suficientes para recomendarlo —y no las había—, y menos aún se dictarían medidas restrictivas como toques de queda o uso obligatorio del cubrebocas, pues los antecedentes históricos del país eran que la violencia física o psicológica no soluciona los problemas y que, en cambio, preservaría el clima de represión y terror que imperaba y sigue presente, porque su resolución no es mágica.

Entonces todo estaba preparado para emplear el cubrebocas como una gran arma en la campaña de desprestigio a la política sanitaria, ya que el número de contagios y fallecimientos seguían en México (aunque también seguían y siguen en países desarrollados), porque no se instauraba el uso obligatorio del cubrebocas.

 

La verdadera eficacia del cubrebocas

En el avance de la lucha contra el SARS-CoV-2 se comenzaron a publicar en revistas de prestigio científico (indexadas) trabajos con los resultados de investigaciones virológicas, inmunológicas, farmacológicas y, por supuesto, epidemiológicas. El alud de estudios se fue sistematizando rápidamente, de tal forma que se logró un mejor conocimiento del virus y su comportamiento; así como de las medidas preventivas eficaces.

En la actualidad todavía no se logran poner de acuerdo los científicos sobre lo importante del uso del cubrebocas, pero ya hay un consenso en que su empleo junto con otras medidas preventivas como higiene frecuente de manos, mantener la sana distancia, estornudar y toser en el pliegue del codo, son medidas que pueden evitar el contagio.

Es decir que el solo uso del cubrebocas no es eficaz. Ahora tanto la OMS y el gobierno mexicano recomiendan, además de las otras medidas preventivas, usar el cubrebocas en lugares donde no se puede mantener la sana distancia, como el transporte público, centros comerciales, templos y restaurantes, así como en habitaciones cerradas con ventilación deficiente o desconocida.

Pero el discurso sigue siendo el mismo: si los funcionarios no usan el cubrebocas, cómo quieren que toda la gente lo haga. Y en parte tienen razón, porque el enorme apoyo que conserva el actual gobierno puede conducir a algunas personas a opinar que si el presidente no usa el cubrebocas, porqué lo van a usar ellas.

Efectivamente, en el contexto sociocultural del país es muy importante que los líderes demuestren con su ejemplo lo que debe hacerse y allí sí se puede atacar el comportamiento de algunos miembros del gabinete, aunque no usen el cubrebocas en lugares amplios, con buena ventilación en los que se puede conservar la sana distancia.

Pero aún así, el cubrebocas por sí solo se convirtió en un arma tenaz con la que se pretende demostrar que la política sanitaria del gobierno federal ha sido errónea, a pesar de que otras medidas han sido eficaces como el cierre de escuelas, la compra oportuna de vacunas y su programa de vacunación, que avanza según el número de dosis con que se cuente.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico