Era hijo de Enrique González Rojo, poeta del Grupo Contemporáneos, ya saben Novo, Villaurrutia, los Gorostiza, Carlos Pellicer. Nieto de Enrique González Martínez y por este abuelo, primo de Salvador Elizondo. Sólo lo vi una vez, en una mesa redonda que moderé y en la que se reunieron, convocados por Pável Granados: Marco Antonio Campos y Jaime Augusto Shelley. Estuvo cerca del Poeticismo, al que pertenecieron Marco Antonio Campos y Eduardo Lizalde. Se le suele asociar a La Espiga Amotinada, grupo del que formaba parte Jaime Labastida, con quien González Rojo compartía, además, la carrera de Filosofía. José Revueltas formó. con otros comunistas, la Liga Leninista Espartaco que se proponía convertirse en la cabeza del proletariado mexicano, ya que disentían del Partido Comunista cuando era Secretario General Dionicio Encinas. Los espartaquistas fueron luego muy reconocidos: Eraclio Zepeda, Eduardo Lizalde, Andrea Revueltas, Julio Pliego, Carlos Félix, Juan Brom, Rosa María Phillips, Guillermo Mendizábal, Antonio Cuesta Marín.

Hay de poetas aguerridos a poetas aguerridos. González Rojo era el que más. Varias generaciones nos aprendimos de memoria estos versos suyos que son un grito de guerra contra los intelectuales orgánicos al sistema: Se titula La alternativa: “Tan sencillo como esto:/vivir indignamente entre algodones /… con los pulmones llenos del incienso/ de la gloria oficial,/ o vivir dignamente en la tortura,/ en la persecución, en la zozobra,/con la tinta azul cólera en la pluma. /Tan sencillo como esto:/ser Martín Luis Guzmán o ser Revueltas.”

No son los únicos memorables, sus poemas no tienen pierde, cada verso atrapa al lector por su hallazgo literario de recién estreno y un sutil, sonriente sentido del humor que surge de su observación de la lengua hablada. En El entierro del ángel de la guarda que rememora su infancia, al evocar sus avioncitos de papel, juega con la frase “propulsión a chorro” y la convierte, ya que es el niño que lo lanza al aire “en propulsión de mano”.

Su hija, Graciela González Phillips, considera que siempre le cerraron el paso, Octavio Paz y ahora los de Letras Libres. No era para menos, Gonzalez Rojo escribió contra Paz El rey va desnudo y Cuando el rey se hace cortesano.

 

Armando Manzanero

Algún comentarista sostiene que Manzanero hizo conocida la trova yucateca que antes sólo había tenido músicos desconocidos como Guty Cárdenas (sic). A mi entender, Manzanero era bolerista y Guty Cárdenas es uno de los músicos más admirados de la trova yucateca y su trágica muerte fue una conmoción nacional. Al morir, Manzanero era presidente de la Asociación de Compositores y el Vicepresidente era Felipe Gil, quien decidió en su tercera edad optar por la diversidad sexual. La actitud de Manzanero fue que se había votado por Felipe Gil y no por Felicia Garza, que bien pudo considerarse el nuevo nombre artístico de Felipe Gil, pues sus papeles legales siguen siendo los anteriores. Después de todo, antes se llamó Fabricio. Muchos compositores manifestaron su apoyo a Felipe Gil cuando en la comida anual hicieron fila para tomarse la foto con Felicia, a quien le escuché una conferencia en la Fonoteca Nacional evocando a su madre, la cantante internacional Eva Garza.

 

Marco Antonio Muñiz

Le otorgaron una medalla en el Senado de la República que recibió su simpático hijo Jorge, el Coque Muñiz. Hasta hace poco todo mundo sabía que Muñiz, padre, comenzó cantando en la Casa de La Bandida, el famoso burdel de los años cincuenta. La Bandida es Graciela Olmos, la autora de El Siete Leguas y de la Enramada y ahora me entero que Carlos Tello Díaz, hijo del economista y nieto de Porfirio Díaz, escribió sobre ella, y entre los intelectuales que acudían a la calle de Durango menciona a Diego Rivera y José Vasconcelos.