En 1945, cuando los espacios de educación, gobierno, trabajo, artes, entre muchos otros, constituían un monopolio masculino, una mujer nacida en el sur de nuestro continente, rompió las barreras de su tiempo y destacó como Poetisa, escritora, profesora, pedagoga, diplomática, y fue la primera mujer latinoamericana en recibir el premio Nobel de literatura. Me refiero a Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, mejor conocida como Gabriela Mistral.

Nacida en las postrimerías del siglo XIX, un 7 de abril de 1889 en la ciudad de Vicuña, del sureño país Chileno, de padres de ascendencia española y vasca, pasó su infancia en varias poblaciones del actual Coquimbo. Sin embargo, fue Montegrande la localidad que Gabriela consideró su ciudad natal y ahí pidió que sus restos fueran sepultados.

En esa época, la carrera de maestra era una de las que se consideraba apropiada para las mujeres, por su misma condición femenina, les permitía mantener una buena relación con los menores. Esta concepción cultural aunada a que su padre también fue profesor, la inclinaron a dedicarse a la docencia.

En la biografía que publicó el Instituto Cervantes, señala que aún cuando Ma. del Socorro casi no tuvo trato con su padre, pues éste abandonó el hogar cuando ella tenía solamente tres años, siempre le guardó gran admiración. Incluso, a él atribuye su vocación por la poesía y la escritura pues manifestó que, al revisar algunos documentos de su autoría, afirmó: “Estos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética”.

Empuñó la pluma desde muy joven. En 1904, incursionó en sus primeras publicaciones literarias en “El Coquimbo”, “Penumbras de La Serena” y “La Voz de Elqui de Vicuña”. Trabajó como maestra y al propio tiempo, realizó sus publicaciones. En 1908, al publicar el poema “Del pasado”, utilizó por primera vez su seudónimo de Gabriela Mistral, nombre con el que se da a conocer en el mundo de la literatura, como la gran escritora y poetisa cuya obra continúa maravillándonos. Este seudónimo surge de los nombres de dos de sus poetas favoritos: Gabriele D’Aznnunzio y Frédéric Mistral. Posteriormente, escribió “Desolación”.

Su buena fama de escritora traspasa las fronteras de su país y es invitada por Rubén Darío a colaborar en la revista “Elegancias”, que este gran escritor dirige desde París. La joven de 24 años es reconocida con el Premio Nacional de Poesía de Chile, por su poema “Sonetos de la muerte”, que en uno de sus versos dice:

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido”.

En 1922, una de las grandes transformaciones que siguieron después de la Primera Guerra Mundial, fue la reforma educativa, la cual, no pasó inadvertida para José Vasconcelos, el entonces Secretario de Educación Pública, del Régimen del Presidente Álvaro Obregon. Vasconcelos, uno de los intelectuales más reconocidos en nuestro país, que destacó como político, filósofo y escritor. Uno de sus grandes aciertos como Secretario de Educación fue convertir a la educación en un gran proyecto de difusión cultural, con programas de instrucción popular, escuelas rurales, edición de libros, y promociones de arte y cultura. Para coadyuvar en esta empresa Gabriela Mistral fue invitada a colaborar. Sin que este compromiso educativo fuera obstáculo, para que la incansable imaginación de nuestra escritora impidiera su prolífera producción.

En México, la SEP le publicó el libro “Lecturas para Mujeres”, libro que contiene diversos escritos en prosa y poemas de latinoamericanos, europeos y textos inéditos de Gabriela que tenían como objetivo la educación de las niñas de una casa Hogar que llevaba su nombre. Ella era de la idea de que la educación de niñas y niños debía ser diferente, sobre todo consideraba importante acercar a las niñas a la literatura, la cual no se incluía en los programas de la época. Lectura que además impulsaba férreamente el espíritu de familia, núcleo de las sociedades, merced a la cual, se transformaron en grandesa, los pueblos más reconocidos del orbe.

Para la década de los treintas, ya era todo un personaje, impartió clases en Estados Unidos en los College: Vaselsar y Middlebury. Así como en las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. Fue nombrada hija adoptiva en Puerto Rico. Su obra está traducida a más de 20 idiomas.

En el extrajero ocupó cargos significativos, como el de Secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra, Suiza; Representó a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, y trabajó en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma, Italia.

En el aspecto diplomático también desarrolló una importante carrera: Fue cónsul en Nueva York; Delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas. Posteriormente, fue designada cónsul de Chile en Madrid, y durante este periodo como embajadora, viajó por Lisboa, Guatemala, Francia, Brasil, Estados Unidos, México e Italia.

Gabriela Mistral recibió multiples reconcomientos, solo por mencionar algunos: el premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History, de Washington y el Premio Nacional de Literatura de Chile. Doctora Honoris Causa por la Universidad de Guatemala, Mills College de Oakland California, y por la Universidad de Chile.

La Academia Sueca le otorgó Premio Novel de Literatura en 1945. Fue la primera mujer latinoamericana en recibir este galardón. El premio Nobel de Literatura es uno de los cinco reconocimientos señalados en el testamento de Alfred Nobel, para ser entregado cada año a quien en el campo de la literatura realice la obra más destacada.

Al felicitarla por la recepción del premio Nobel, Alfonso Reyes manifestó: “…sus cualidades personales son excelsas. Su conversación y su trato, grandes, arrolladores, serenos, como un verdadero dehielo de las cumbres andinas. En esta mujer hay algo de montañoso y mitológico. Sus versos parecen descubrir un nuevo sentido de la profunidad humana y su prosa surge de sus fuentes nativas y nada le debe a la imitación”.

Gabriela Mistral, sin duda, es de las poetas más importantes del siglo XX. Mujer, adelantada a su tiempo, que venció con entereza la predeterminación femenina de su destino y lo transformó en logros y reconocimientos que ejemplifican el significado de que, luchar por nuestros sueños, es hacerlos realidad.

Ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

min.mblr@gmail.com @margaritablunar