El concepto de Derechos Humanos de las mujeres, surge de los esfuerzos por cambiar de manera sustancial las condiciones y diferencias genéricas entre mujeres y hombres, y se concretan, asimismo, los esfuerzos por modificar a la sociedad en su conjunto y al Estado en particular desde una reorganización integral. Estamos ante un nuevo paradigma cultural basado en el imperativo de lograr la complementariedad real en el ámbito social de las categorías de ambos sexos en un solo género, que es el humano. En este sentido, el tema de los Derechos de la Mujer está estrechamente relacionado con los principios de igualdad y de no-discriminación; estos derechos son considerados en la actualidad componentes esenciales de la democracia moderna.
Nuestra Constitución, protege el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad, a la seguridad jurídica, a la integridad y a la dignidad de todos los seres humanos. A la mujer, en tanto que ser humano, al igual que el hombre, le corresponden dichos derechos y su pleno reconocimiento y ejercicio.
La prohibición de la discriminación, ampliada desde la reforma constitucional del 2011, constituye una norma imperativa del derecho. Sin embargo, observamos que, aun y cuando el postulado de la igualdad está reconocido en el orden jurídico de nuestro país, y que, además, el Estado Mexicano ha suscrito casi todos los tratados e instrumentos jurídicos de carácter internacional, mismos que han sido ratificados por el Senado de la República, la realidad muestra que muchas mujeres enfrentan situaciones de violencia que atentan contra su integridad y su vida.
La violencia contra las mujeres, conceptualizada como violencia de género, es característica sobresaliente de las sociedades donde se construyen identidades de género jerarquizadas, excluyentes. Las causas y las consecuencias varían de un país a otro, sin embargo la discriminación contra la mujer es una realidad que perpetúa la permanencia de estereotipos, prácticas y creencias culturales tradicionales que perjudican a las mujeres, y relegan posponen el pleno reconocimiento y la posibilidad de ejercicio de sus derechos.
Hoy, la mujer identifica a la violencia como uno de los problemas más urgentes de atender. Algunas de sus más graves manifestaciones son la violencia familiar, la violencia sexual y el feminicidio. En nuestro país actualmente se registran de manera alarmante alrededor de 10 casos de feminicidios cada día.
El día internacional de las mujeres no es un día de fiesta ni celebración ni de gozo o de festividad, es un día de duelo, es el reconocimiento de las luchas de las mujeres por la igualdad, se conmemora a las mujeres obreras textiles que murieron calcinadas en un incendio en Nueva York en 1911. Las diferentes marchas realizadas este 8 de marzo, buscan recordar que las niñas, adolescentes y mujeres víctimas de feminicidio tenían sueños, familias y vidas por delante. Las autoridades en el gobierno le apuestan a que van a olvidarlas, pero hay algo que subestiman: la gran indignación y rabia, porque deberíamos tener seguridad para todos y una vida libre de violencia, en lugar de destinar recursos a proyectos inútiles gestados en la mente de quien gobierna, debería mejorar los programas de atención a la violencia y a la seguridad.
Lo que Natura non da…, parece tarea imposible llegar a sensibilizar y hacer entender al presidente, en que consiste el reclamo de las mujeres, cual es la lucha emprendida, y porque se vuelcan en su contra cuando con indolencia las califica de “retrogradas y autoritarias”, aún no ha entendido, ni entenderá jamás, lo que significa el dolor de ser vejada, o de perder a una hija, a una hermana o una madre de manera violenta sin que se tenga ningún acceso a la justicia. Su respuesta fue protegerse con vallas de acero, pero las mujeres las utilizaron de pizarrón para exponer sus reclamos, haciendo de estas vallas un monumento en memoria de las caídas.
La lucha por mejorar las condiciones de vida de las mujeres, también interesa y debe interesar a los hombres, muchos de los cuales ya cooperan en su entorno, para que madres, esposas, hermanas e hijas, al igual que los varones, alcancen una vida libre de violencia y logren su realización plena e la sociedad.