Agobiado por los primeros efectos negativos de su relajamiento de los controles de su frontera sur, el presidente Joseph Biden dejó ver su desconfianza en la embajadora Roberta Jacobson como encargada de la zona en el Consejo de Seguridad Nacional y designó a la vicepresidenta Kamala Harris como responsable de la agenda.
Luego de que puso el tema fronterizo entre los cinco vitales de su agenda de campaña, Biden ahora no sabe como salirse del conflicto. El relajamiento de los mecanismos de autoridad fijados por el presidente Trump reactivó la presión de masas migratorias en las dos fronteras estadunidenses: la física en los tres mil kilómetros mexicanos y la estratégica en el Suchiate para impedir desde ahí el ingreso de centroamericanos rumbo a territorio estadunidense.
La iniciativa de reforma migratoria de Biden apenas estaría atendiendo a una parte de los once millones de migrantes sin estatus legal, sobre todo a los estudiantes. Pero las cifras de arrestos y deportaciones diarias en las primeras semanas del gobierno de Biden han comenzado a reventar las capacidades administrativas de las oficinas migratorias,
Los migrantes le han tomado la medida al gobierno de Biden. Como ya no son tratados con violencia ni expulsados del país, entonces los solicitantes de visa ingresan de manera ilegal, se entregan a las autoridades migratorias, los programan para revisar su caso en juzgados y los dejan en libertad dentro de EEUU, con el compromiso de asistir a las citas de desahogo. Pero ya dentro del país, los migrantes se salen de la zona autorizada y se pierden al interior del territorio en busca de empleo.
El enfoque migratorio de Biden no es nuevo: el problema en la frontera es efecto de una causa: el colapso económico en México, los siete países centroamericanos, sobre todo los tres delo triangulo del norte y Venezuela. La violencia criminal, el desempleo, el empobrecimiento generalizado, y la crisis de expectativas han llevado a centroamericanos y mexicanos a seguir mirando al norte como el “sueño americano”, aunque muy poco sean los que tengan éxito con negocios productivos y la absoluta mayoría tenga que vivir en condiciones precarias para enviar sus salarios como remesas a sus países de origen.
La designación de la vicepresidenta Harris como responsable de la frontera EEUU-México fue una salida tangencial, para ganar tiempo y cuando menos para establecer una línea de mando. Pero la nueva funcionaria carece en realidad de experiencia en los problemas de la zona fronteriza: fue procuradora de California y combatió a los cárteles mexicanos del crimen organizado que se asentaron en California, pero sin logros tangibles; no ha trabajado con comunidades mexicanas organizadas y tampoco tiene un enfoque social de la problemática,
La estrategia de México no se basa en alguna propuesta de solución: el gobierno mexicano ya no quiere ser la versión de un “tercer país seguro”, tampoco quiere ser obligado otra vez a usar su Guardia Nacional para contener las oleadas de caravanas de migrantes centroamericanos, no posee fondos de ayuda a refugiados y ya no quiere construir zonas de refugio de migrantes que se conviertan en focos de inseguridad.
En este sentido, la crisis migratoria carece de un diagnostico real de responsabilidades y posibilidades y no puede por tanto definir un programa de atención al aumento de migrantes en busca de llegar a territorio estadunidense.
En este contexto, la crisis va a seguir aumentando, los problemas se seguirán multiplicando, Biden continuará culpando a los demás y los migrantes aumentarán sus caravanas hacia un destino incierto.
Ley de la Omertá
Calculada su circulación en días previos al 23 de marzo de recordatorio del crimen en Lomas Taurinas, el libro Colosio. Crónica del fracaso de un proyecto transexenal (Grijalbo), del columnista Raymundo Riva Palacio, comenzó a circular en librerías en tiempos pandémicos después de esa fecha. Aún así, a lo mejor hasta conviene más revisarlo al margen de los simbolismos de fechas.
La tesis central del libro se basa en el argumento de que Colosio no rompió con el presidente Salinas de Gortari, que el discurso del 6 de marzo sí molesto sin generar rupturas y que al final Colosio iba a ser el continuador del proyecto salinista. Por tanto, sería la estimación de cualquier lector atento, el asesinato fue realizado contra el presidente Salinas y “su proyecto que generaba consenso, aun después del alzamiento del EZLN en Chiapas”.
En este sentido, Riva Palacio obliga a regresar al debate de proyectos: el salinista neoliberal que debía de tener una vida de cuatro sexenios (De la Madrid, Salinas, Colosio y presuntamente Zedillo de 2000 a 2006). El asesinato rompió con la continuidad de Salinas y de su grupo en el poder, porque Zedillo rompió con Salinas pero continuó el proyecto neoliberal; incluso, el modelo salinista sobrevivió dos sexenios panistas (Fox y Calderón) y se reactivó con reformas en el sexenio de Peña Nieto.
El libro de Riva Palacio es polémico, como debe der ser toda propuesta de investigación. Y debe abrir un debate.
Zona Zero
- El gobierno de Biden ha definido con claridad, vía las evaluaciones de la DEA, a los cárteles mexicanos enemigos: El Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa del Chapo. En Mexico, sin embargo, sigue el modelo de construcción de la paz, de eludir confrontaciones armadas en zonas calientes y sin definir órdenes de aprehensión contra El Mencho ni contra los hijos del Chapo y el padrino Ismael El Mayo Hasta donde se tienen datos, la orden de búsqueda de EEUU contra El Mencho y Ovidio sigue latente y supone la existencia de comandos especiales en México para capturarlos y llevárselos a territorio estadunidense. El problema adicional en México es la existencia de decenas de bandas medianas y pequeñas que controlan cadenas de crimen organizado y operan sin persecución policiaca.
El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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