Como un lugar común, de tiempo en tiempo se culpa al Gobierno Federal de no haber manejado adecuadamente la política sanitaria contra la pandemia de Covid-19, se señala como prueba el número de defunciones por Covid-19 (bajo la advertencia de que pueden ser más) y la elevada tasa de letalidad (número de fallecimientos por cada 100 infectados por Covid-19).

Asimismo, para contrarrestar los argumentos oficiales de que el sistema de salud se había deteriorado en décadas recientes, se considera que ese es “uno de los muchos pretextos” para justificar la ineficiencia, negligencia y hasta soberbia de los funcionarios públicos. Pero esos opositores, tan afectos a las estadísticas catastróficas, no presentan pruebas de sus dichos.

 

La no transparencia en medios

El trabajo Characterizing a two-pronged epidemic in Mexico of non-communicable diseases and SARS-Cov-2: factors associated with increased case-fatality rates (Caracterización de una epidemia de dos frentes en México de enfermedades no transmisibles y SARS-Cov-2: factores asociados con mayores tasas de letalidad) de investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), que fue publicado el 15 de febrero pasado en International Journal Epidemiology, analiza datos de pacientes ambulatorios y hospitalizados, así como las defunciones por Covid-19, que sucedieron del 28 de febrero al 31 de julio de 2020 en México.

Por supuesto a ese análisis de la letalidad se le ha dado una pobre difusión, a diferencia del documento La respuesta de México al COVID-19: Estudio de caso, realizado por el Institute for Global Health Sciences, que dirige el doctor Jaime Sepúlveda, del que se resaltan las críticas a la política sanitaria pero se ocultan las conclusiones en que se reconoce: “El sistema de salud se encontraba en una situación precaria debido a la falta de inversión crónica, los recientes recortes por austeridad y reformas inoportunas y mal concebidas”; así como las “Grandes desigualdades en el acceso y la calidad de los servicios de salud y otras desigualdades sociales crearon vulnerabilidades estructurales a una elevada carga de enfermedad y se han profundizado durante la pandemia. Altas tasas de condiciones preexistentes —como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas— expusieron aún más a grupos sociales amplios al COVID-19 grave y han contribuido a una alta mortalidad”.

Por su parte, el estudio realizado por Eric Monterrubio, Simón Barquera y otros investigadores del INSP tuvo como objetivo determinar la asociación entre las enfermedades no transmisibles (ENT) y la elevada tasa de letalidad en mexicanos con diagnóstico positivo de SARS-Cov.2.

 

Un estudio con números y señales

Se analizaron los datos de 406 966 adultos de 20 años y más, con Covid-19 confirmado, de los cuales 53.2 por ciento eran hombres con una edad media de 47 años y 46.5 por ciento mujeres con edad media de 45.6.

Un poco más de la mitad de esos pacientes, 55.8 por ciento, informó no tener ninguna (ENT), de quienes sí tenían, la más común fue la hipertensión arterial, seguida de obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedad renal crónica y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Entre quienes sí padecían de ENT, 25.9 por ciento tenía una, 12.1 por ciento dijo que tenía 2 y 5.9 por ciento indicó que tenía tres o más.

Los resultados de ese análisis fue que entre los adultos mexicanos la mortalidad por SARS-Cov-2 aumenta con el número de ENT; la combinación de ENT en jóvenes acelera la aparición de la enfermedad “y puede explicar la mayor mortalidad en los jóvenes mexicanos”, consideran los autores, quienes señalan que sus hallazgos son consistentes con otros estudios y contribuyen a comprender estas asociaciones. Por último, plantean: “La evidencia generada por este estudio puede ser útil para los tomadores de decisiones en el sector de la salud, tanto a nivel poblacional como clínico”.

Asimismo este estudio, el primero en examinar las asociación entre tasa de letalidad y ENT en pacientes con SARS-Cov-2, puede contribuir tanto a comprender mejor la interacción entre el SARS Cov-2 y las ENT preexistentes, como a derrumbar los frágiles argumentos de quienes consideran a las comorbilidades como un problema de poca importancia, que no explica la elevada letalidad que tenemos.

 

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico