Monstruos (Monstri, Rumania, 2019) de Marius Olteanu.

¿En el cine fantástico y terrorífico hay monstruos? Por supuesto que sí. ¿Y en la vida real? También. Los monstruos no sólo son los fantasmas interiores de quienes padecen y ocultan su conducta sexual íntima, sino de quienes sin conocerla la critican, cuando exigen un comportamiento “normal” en la vida conyugal que tiene el fin de procrear. En la primera parte de la película queda de manifiesto que la mujer casada sospecha de la infidelidad de su marido. En la segunda parte, se corrobora la sospecha. Lo inquietante y fantástico es que se descubre que sí y que ella ya sabe con quién. Lo fantástico es que la real “anormalidad” puede ser terrorífica. En la tercera parte, el formato casero, amateur, se amplía para pasar de lo fantástico monstruoso, a lo real monstruoso. ¿El dejar ser y hacer a quien oculta su preferencia sexual, en un matrimonio, es monstruoso o es comprensión amorosa, aunque se sufra y no se cometa infidelidad?

 

Sobre lo infinito (Om Det Oandliga, Suecia-Noruega-Alemania, 2019) de Roy Andersson.

No son sombras chinescas que hacen cambiar, en su representación, la conducta de los personajes que las presencian, sino viñetas de la conducta humana, en las más cotidianas e inéditas situaciones existenciales. Con tomas fijas que son secuencias aisladas, en donde la cámara filma digitalmente, en posición plana o en perspectiva, con colores pálidos de ensoñación fantástica absurda, la moral cristiana pasa de lo real, al seno de lo que manda el dogma cristiano, sea católico, protestante u otra concepción de otra derivación de la fe, a lo fantástico inventivo. Hay humor sobre la conducta humana, tanto individualmente como socialmente. Un humor que no invita a la carcajada sino a una leve sonrisa, producto de una broma seria, el ver la reacción de algunas personas ante lo que no les gustaría padecer y que les ocurre a los otros. Si pierde la fe en Dios, no se atormente, no sufra, la perdió y ya. Tómelo como gajes del oficio, si es sacerdote, y continué con su oficio, recomendando el bien contra el mal, si es que no sabe hace otra cosa más provechosa.

 

Una educación parisina (Mes provinciales, Francia 2018) de Jean Paul Civeyrac.

Sin llegar a las alturas fantásticas y oníricas de 8 ½ de Fellini, el realismo sentimental de la película cautiva, a momentos, por su intimismo, por sus innumerables citas cinematográficas, explícita e implícitamente, relamidas de esnobismo y erudición. Relato, un tanto tedioso, de la formación profesional y emocional de un joven aspirante a ser realizador de cine, mientras se familiariza con otros jóvenes inconformes y se relaciona con bellas chicas libres, en el pensar y hacer el amor. La fantasía romántica de crear arte para trasformar el mundo, tiene mucho de sensiblería y otro tanto de conformismo intelectual.

 

El gran cuento de los osos (La fameuse invasión des ours en Sicile, Francia-Italia, 2019) de Lorenzo Mattotti.

Lo fantástico de los dibujos animados es que todo puede ser recreado, todo puede ser desbordado, todo puede ser reinventado, tanto formal como esencialmente, aunque se trate de una parábola moral contada para niños y para adultos con espíritu infantil, basada en una, me imagino, fantástica novela La famosa invasión de Sicilia por los osos (1945) de Dino Buzzati. Aquí no hay realismo, a menos que se apele al marcado y exagerado carácter estereotípico de los personajes, tanto de los humanos como de los osos. Cine de animación convencional, con final feliz, recreado con un diseño de producción imaginado, a las alturas del arte más elaborado. Un lugar inexistente, inspirado en la realista y abrupta geografía siciliana, embellecida en forma de paraíso terrenal. Había una vez un Reino que…

 

Days (Rizi, Taiwán, 2020) de Tsai Ming-liang.

Minimalismo, insoportablemente tedioso y largo, en el que no se dice nada, tanto en imágenes como en diálogos, a no ser que en algunas escenas se compacte lo fantástico del realismo imaginado: 1. El profesional y monótono masaje corporal de un joven a un hombre de mediana edad que termina en un acto homosexual y 2. El regalo, aparte del pago en efectivo por el servicio, del hombre de mediana edad al joven, de una cajita musical que reproduce la tonada del tema de película Candilejas de Charles Chaplin.  ¿Realismo extremo sobre la soledad y sobre la miseria existencial, en medio de una narrativa vacía, dizque de vanguardia hiperrealista? Toda especulación, por encontrar algún significado, incluida la fantasía erótica en un realismo intimista, carece de sentido. Nada hay de interesante, a menos que se investigue el historial de las películas del autor (Tsai Ming-liang), con su actor maduro fetiche (Lee Kang-sheng).

 

La verdad (La verité, Francia, 2019) de Hirozaku Kore-eda.

El realizador japonés, Hirozaku Kore-eda, le rinde culto, muy a su estilo, a una de las más bellas estrellas del cine mundial (Catherine Deneuve), auxiliándose de otra no menos bella estrella (Juliette Binoche). La relación conflictiva entre madre (Catherine-Fabienne) e hija (Juliette-Lumir), combina el realismo naturalista del drama-comedia con la fantasía comparativa: La madre se ve más lozana y bella que la hija, en el relato drama-comedia, dado entre madre-hija, mientras que la madre trabaja en una película fantástica (ciencia ficción) en la que la madre rejuvenece y la hija  envejece, interpretada por otra actriz.

 

La llorona (Guatemala, 2020) de Jayro Bustamante.

Estrujante combinación de realidad y fantasía que denuncia los asesinatos en masa, cometidos contra de las etnias mayas, en Guatemala. Un espíritu del más allá reencarna en una joven maya que logra entrar, para trabajar, en la casa de un dictador y abusivo General, arraigado por genocida, con su familia, y perpetuar una venganza, por conducto de la mujer de General, debido al asesinato de sus hijos. Mientras los hijos vivos, oprimidos históricamente, por la conquista, la colonización y la explotación, hasta hoy en día, protestan afuera de la casa, adentro, las alucinaciones, los delirios, las lamentaciones y el terror, se suceden, ambiguamente, en un ambiente de desesperación, locura y muerte.