¿Se abrieron en Chile las grandes alamedas?

Los comicios del 16 de mayo en Chile, para integrar la Convención Constitucional que habrá de redactar el texto que sustituya la actual carta magna, de resabios pinochetistas, produjeron un grave descalabro para la derecha y peor aún para el centro izquierda.

En cambio, para la izquierda comunista y formaciones independientes, se dice que significaron un éxito impresionante. Pero no solo eso, sino que, en elecciones municipales y regionales, coincidentes con los comicios del Constituyente, la izquierda comunista, con la economista Irací Hassler, ganó la alcaldía de Santiago, de enorme importancia simbólica y real.

Los comicios, además, han contribuido al fortalecimiento del alcalde comunista de Recoleta -norte de Santiago- Daniel Jadue, quien casi seguramente será candidato a las elecciones presidenciales del 21 de noviembre, con amplias posibilidades de triunfar.

El éxito de la izquierda en los comicios para integrar la Convención Constitutiva, en la elección de alcalde de Santiago y de otras alcaldías, ha producido júbilo entre los izquierdistas e hizo decir a Atilio Borón, el destacado activista y académico argentino, marxista, que en Chile “se abrieron las grandes alamedas”, parte de las últimas palabras de Salvador Alllende, antes de que las tropas golpistas de Pinochet tomaran, el 11 de septiembre de 1973, el palacio presidencial de La Moneda.

En su último, emotivo mensaje, antes de su derrocamiento y muerte, Allende dijo que “mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Con el golpe de Estado de Pinochet, orquestado en complicidad con Henry Kissinger, secretario de Estado de Nixon, se canceló la posibilidad de que la izquierda latinoamericana llegara al gobierno a través de las urnas. El único camino era la toma del poder por las armas, como Fidel Castro, quizá organizando focos de rebelión, la ilusa estrategia foquista: “muchos Vietnam”, del Che Guevara y Regis Debray.

La izquierda, el Frente Amplio, que incluye al partido comunista, tuvo, efectivamente, un desempeño exitoso en los comicios para conformar la Convención Constitucional, pero su verdadero éxito es la elección de Irací Hassler, como alcaldesa de Santiago, derrotando, además, al nieto del expresidente conservador Jorge Alessandri, Felipe Alessandri, que aspiraba a reelegirse. En una comuna —vuelvo a mencionarlo— de gran valor, simbólico y real.

Ese triunfo en una comuna, tan importante, fortalece la candidatura de Daniel Jadue, el recién reelecto alcalde de Recoleta, para las elecciones presidenciales de noviembre. Este Jadue, nieto de inmigrantes palestinos, que inició su vida política vinculado a organizaciones palestinas en la década de 1980 y que el año pasado, por alguna crítica a las políticas de Israel contra los palestinos, fue injustamente acusado de antisemitismo.

Irací Hassler, quien, desde su ingreso a la universidad, en 2009, se hizo dirigente de izquierda, habría de participar en el movimiento estudiantil de 2011 contra el gobierno de Sebastián Piñera. Dirigente comunista que ha leído a fondo El Capital, valora a Salvador Allende, admira a Alexandria Ocasio-Cortez y es una dura crítica de los gobiernos de la transición que han sucedido a la dictadura de Pinochet.

Elegida concejal de Santiago, en 2016, tiene entre sus banderas la lucha contra la violencia hacia la mujer, la igualdad de género y la agenda ambiental. Ha criticado la violación de derechos humanos desde las revueltas de octubre de 2019 hasta hoy y equipara a Piñera con Pinochet, afirmando que el actual “Estado de derecho” no es tal, porque viola de manera generalizada los derechos humanos.

La joven alcaldesa, de 30 años, es una persona de trato suave, pero condena a la derecha que —afirma— ha hecho mucho daño a Chile. Tan duro comentario y sus posiciones comunistas “sin fisuras”, harían pensar que no es proclive a negociaciones políticas con formaciones de distinto signo -aun las que fueran cercanas a los comunistas. Veremos.

Respecto a Daniel Jadue, hay que decir que en su gestión como alcalde de Recoleta ha desarrollado exitosos programas sociales, con la participación de la ciudadanía, en materia de educación, sanidad, inmobiliaria y cultura. En este último ámbito, ha traído a Chile festivales internacionales de música, arte y danza y creó la escuela popular de teatro.

Él, que sería el candidato comunista a las elecciones presidenciales del próximo 21 de noviembre, tiene, según las encuestas, óptimas posibilidades de ser el próximo presidente de Chile. Ni siquiera Allende, dicen los analistas, tuvo tales posibilidades.

Lo que he comentado hace pensar que, efectivamente, se han abierto para Chile —y quizá para América Latina— “las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, como lo dijo Allende.

La realidad de los resultados de estos comicios es, sin embargo, más prosaica. En primer lugar, porque contaron con una participación de apenas el 43 por ciento de los electores.

En segundo, porque, conforme a los resultados registrados por la prestigiada agencia Latinbarómetro, de los 28 escaños, el 18 por ciento de los 155 del Constituyente, ganados en alianza por los comunistas y el Frente Amplio, solo el 4.99 por ciento, equivalente a 7 puestos, corresponden al partido comunista.

Se trata, es cierto, de un avance, tomando en cuenta su situación antes de estas elecciones. Pero está todavía abajo del centroderecha o derecha, a pesar de que éste fue castigado por los electores, toda vez que, siendo la formación gobernante, es la responsable de la represión y violaciones a los derechos humanos que la sociedad rechaza indignada.

Esta derecha o centroderecha, castigada, obtuvo el: 23 por ciento que le da 37 puestos, pero no el derecho a veto. En tanto que la centroizquierda estuvo todavía más castigada, con el 16.1 por ciento de sufragios, lo que le dio derecho a 25 escaños.

Para concluir el análisis de este rompecabezas, 48 escaños corresponden a candidaturas independientes.

La consultora hace notar, por otro lado, que la elección de concejales dio resultados semejantes a los que ya había en Chile: un 33.14 por ciento para la derecha, el 34.15 por ciento para el centro izquierda y para la izquierda 23.77 por ciento. El partido comunista, solo, obtuvo 9.23 por ciento

A la luz de la fría información de las cifras, el resultado de los comicios no revela que Chile ha salido del post pinochetismo yendo hacia la izquierda —aun cuando esta salga fortalecida—. Lo que muestra es que se están conformando minorías. Y que, desde luego, como digo, ha significado un grave descalabro para la derecha; y aún peor para la oposición de centroizquierda.

Lo riesgoso de estas elecciones son las “mil minorías” que han aparecido y que no son la mejor garantía de gobernabilidad. Y lo más interesante, más allá del partido comunista, es la elección de Irací Hassler como alcalde de Santiago y la creciente presencia política de Daniel Jadue como candidato, comunista, en las próximas elecciones presidenciales, con posibilidad de ganarlas.

Va un comentario para concluir los numerosos, largos —y quizá tediosos— que he ofrecido sobre Chile y la izquierda alistándose para elaborar la nueva Carta Magna, que de fin a los gobiernos de la transición post pinochetista, como lo exige la sociedad, sobre todo los jóvenes.

Solo para recordar a los críticos izquierdistas de la transición, que durante este período, ha habido tres gobiernos encabezados por presidentes de izquierda: Ricardo Lagos —2000 a 2006— y Michelle Bachelet —2006 a 2010 y 2014 a 2018—Ambos con credenciales académicas —Lagos más— y amplia experiencia de gobierno, ejercieron el poder con eficacia y honestidad. Bachelet es actualmente Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

 

¿Grandes alamedas, la izquierda en Latinoamérica?

No, desde luego, en Nicaragua que sufre a un sátrapa seudo izquierdista, hoy persiguiendo periodistas. Tampoco en El Salvador, donde la corrupción en que incurrieron alguno de sus gobernantes de izquierdo terminó dejando al país en manos de un dictadorzuelo de derecha. Muy difícil en Venezuela, aunque se están reavivando intentos de diálogo entre Maduro y opositores: Guaidó, Capriles, etc., con el posible acompañamiento, como “facilitador”, de España -—la Unión Europea. Difícil pero esperanzador en Cuba, a la espera de contactos con Estados Unidos, que ya tardan mucho. Sí, quizá, en Bolivia, si Evo Morales no intenta un Maximato— Sí en Argentina, sujeto a que la vicepresidenta Cristina Kirchner no obstaculice, como lamentablemente lo ha venido haciendo a veces, la gestión del presidente. No, quizá, en Perú, ante las elecciones del 6 de junio -segunda vuelta- con un candidato de izquierda ignorante y demagogo.

¿Y Brasil?

La situación política brasileña revela el fortalecimiento de la candidatura de Lula en las elecciones de 2022 para la presidencia de la República. Restaurados sus derechos políticos y decidido a competir contra Jair Bolsonaro, el expresidente está cada vez más fuerte políticamente. Así lo confirma la reciente encuesta del periódico Folha de São Paulo, realizada de manera presencial.

La conclusión del sondeo es que Lula podría ganar la elección desde la primera vuelta: obtendría el 41 por ciento de los sufragios, contra el 23 por ciento de Bolsonaro. El resto de posibles candidatos no alcanzaría más del 7 por ciento. Respecto al rechazo, 54 por ciento de los electores rechazan a Bolsonaro, contra el 36 por ciento que no aprecia a su contrincante.

Omito informaciones adicionales del sondeo para referirme al encuentro de Lula con otro expresidente, Fernando Enrique Cardoso, ambos adversarios, que ensayan una alianza contra Bolsonaro, “el enemigo común”.

Un encuentro de vital importancia, exigió hacer de lado las pésimas relaciones de ambos y, para Cardoso, desafiar implícitamente a su partido, mostrándose amigo del enemigo.

Reunión, digo, de enorme importancia por lo que significan uno y otro político en Brasil e internacionalmente. Cardoso —me circunscribo a él, dado que Lula es ampliamente conocido— es un académico brillante y respetado, también con una brillante trayectoria política, como ministro de Hacienda, canciller y presidente de Brasil -1995-2002.

Neoliberal, choca políticamente con Lula y su partido; y este es uno de los motivos que dan mayor importancia y realce al pacto que ambos estadistas ensayan, más allá de líneas políticas y enfrentamientos. A favor de Brasil, para conjurar el peligro que es Bolsonaro para el país. Un pacto de nobleza y patriotismo.

¿Y México? Esperemos al 6 de junio.