Al llegar al salón de clases donde supuestamente estudiaban niños hispanoparlantes en Queens, Nueva York, escuché mixteco. – ¿Por qué les están enseñando en español? – pregunté a la encargada, a lo que respondió– porque siguen un programa bilingüe inglés-español.
Continué observando y noté que en realidad los niños comprendían el español casi con la misma dificultad con la que comprendían el inglés. Al terminar la visita pedí ver los formularios completados por los padres en el momento de inscripción. Efectivamente, los padres habían escrito que español era el idioma que se hablaba en casa; no había mención del idioma mixteco –una de las 68 lenguas habladas por poblaciones originales de México. Durante los siguientes años como supervisora de escuelas, noté que el patrón se repetía. Las familias ocultaban su identidad indígena.
Los pueblos originarios de México continúan siendo víctimas del colonialismo tanto en México como en los Estados Unidos. Así como lo fue durante la colonización, en el presente, su idioma y creencias son vistos como inferiores y, en ocasiones, hasta un estorbo en el aprendizaje de otros idiomas. La ciencia ha demostrado, sin embargo, que esa es una visión miope propagada durante el colonialismo. El bilingüismo en realidad facilita el aprendizaje de otros idiomas y el desarrollo emocional y psicológico de la persona. Esto porque el uso del idioma natal fomenta la meta lingüística y lleva a aprender otros idiomas con mas rapidez. Además, el idioma es una ventana a la identidad y a la cultura y su uso lleva a los niños a afirmar sus identidades y a fomentar el sentimiento de seguridad personal y seguridad en el triunfo.
Eso lo saben los educadores que siguen la ciencia, la sociedad aun no lo sabe. Todo es cuestión de marco de referencia y, desafortunadamente, el marco de muchos fue creado utilizando historias falsas o verdades parciales. Las historias falsas crean memorias falsas y estas producen marcos de referencia con premisas erróneas. Los marcos de referencia son como la infraestructura de una casa, que no se notan ni se habla de ellos, pero están ahí sosteniéndolo todo –valores, creencias, actitudes. Las verdades falsas son la superioridad del español sobre los idiomas mexicanos originales, y la superioridad del inglés sobre todos estos– por ser los españoles superiores a los indígenas (mas civilizados), y los anglos superiores a los españoles (debate de siglos).
La teoría del esquema (schema theory) se basa en teorías del conocimiento como la de Piaget; proponen que como el cerebro no logra procesar la cantidad de información que nos rodea, este la clasifica y organiza para retenerla y procesarla. Por ejemplo, al pensar en una persona baja de estatura, morena y con tilma, no solo pensamos en un indígena, sino pensamos en una cultura menos civilizada que la de un hombre en caballo con armadura. Y esa relación coloca el indígena en una clasificación como inferior. Lo más trágico es que el catalogado como inferior se lo llega a creer la misma persona catalogada y la creencia continua de generación en generación. Lo mismo sucede con las creencias del cacique, el superior. De aquí que nos resulte normal que los que sirven tengan peores habitaciones, escuelas, transporte, y oportunidades en general; olvidamos que alguien tiene que servir, recoger la basura, etc., y no por realizar un trabajo que implica menos riesgo y estrés, merecen un trato inferior. Ideas que se llegan a entienden con la cabeza, pero no en el corazón por los cambios que implicarían en nuestra sociedad.
López Obrador llegó a la presidencia prometiendo a los indígenas de México una vida más digna, pero no hemos visto nada de eso. La constitución mexicana estipula que los indígenas deben de ser consultados y sus decisiones respetadas en cuanto el uso de sus tierras. Sin embargo, vemos en el proyecto del tren de AMLO (a ejemplo) que no han sido consultados ni respetados.
En Estados Unidos había pasado algo parecido con los afro-americanos –raza considerada inferior y mas salvaje que la del europeo occidental por la propagación de historias falsas durante siglos. Historias que han creado esquemas adoptados inclusive por muchos afro-americanos, cuyo efecto ha sido el de su subyugación (encarcelamientos, red lining, etc.). Por fin se vislumbra un cambio por medio de actos de reparación y restitución – fundamento del perdón y del cambio de estructuras por lo que implica de aceptación de historias pasadas.
¿Cómo alterar dichos esquemas? Recontando las historias, pero esta vez con diversas perspectivas y con hechos reales. El reto es encontrar historias de los indígenas y tomarnos el tiempo para escucharlas, prestando especial atención a su superioridad en las áreas en las que el mundo occidental flaquea – solidaridad a la naturaleza y a la comunidad, su sabiduría en la distribución y uso de los bienes, su sentido de los trascendental, entre muchas otras superioridades.
El día que observé la clase donde los niños mixtecos navegaban tres idiomas conforme la maestra explicaba la lección, me senté afuera de la escuela a la hora de la salida. Y después de identificar a las madres o padres mixtecos, me acerqué a elogiar su idioma, sus costumbres y la habilidad de sus hijos al manejar los tres idiomas. Me aseguré de reiterar que animaríamos a los niños a hacer conexiones lingüísticas con el mixteco para facilitar su desarrollo en la lecto-escritura del inglés y del español. Después, me percaté de que me quedaba el gran reto de asegurarme que las maestras entendieran que la identidad indígena de los niños presentaba más que retos, un enorme fondo de conocimientos –el reto de cambiar las estructuras.