Salvador Novo me dijo en el 68 “¿por qué están tan enojados, a poco no sabían que soy reaccionario?” Claro que lo sabíamos, pero el maestro Novo tenía rasgos que no compaginaban con Los Contemporáneos, como su participación en el seminario de náhuatl y hasta su tarea principal de Cronista de la Ciudad de México. Y pienso esto, porque Miguel Capistrán, Tayde Acosta Gamas y yo misma, sostuvimos en cuanta conferencia nos invitaron sobre el tema, que Antonieta Rivas Mercado era, con derecho propio, no sólo la mecenas, sino parte del “archipiélago de soledades”. De las obras completas de Antonieta, que recopiló Tayde, lo mejor, creo, son sus piezas teatrales que, por cierto, revelan su ideología. En esas breves obras el enemigo es Plutarco Elías Calles, y el héroe: el cristero José de León Toral, asesino in fraganti de Álvaro Obregón. La Rivas Mercado, además de actriz y traductora para el grupo de Ulises, dirigió en Bellas Artes La sombra de Caudillo, de Martín Luis Guzmán, novela, como se sabe, contra Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. Tayde Acosta Gamas entregó, para el suplemento de La cultura, hoy, mañana y siempre, una foto de todo el elenco en que, por cierto, está la mamá del director Miguel Sabido. Y esto viene a cuento, porque en la lista publicada en el Boletín de las Mujeres Universitarias sobre las mujeres notables, nacidas o muertas en abril, que comenté en días pasados cierra la lista la Rivas Mercado, y por eso, ya no cupo en mi nota.

 

Cien años de la SEP

En el régimen de Obregón, (en el porfiriato era Ministerio de Instrucción Púbica y Bellas Artes), José Vasconcelos, uno de los amores de Antonieta, fue el primer Secretario de Educación, y para esa dependencia se adaptó el convento de La Encarnación y se contrató a Diego Rivera para la que sería la más grande obra muralista, pues su extensión rebasa los 500 metros. Ni hablar de su belleza sin parangón. Ahí están los telares veracruzanos, la cosecha, las lavanderas, el día de muertos y el mercado de Tlatelolco en que aparece Frida como “alegradora” o cortesana, como se les llama en otros lares para el reposo (por no decir el regozo) del guerrero. En otra pintura, junto a la revista Contemporáneos, Salvador Novo con orejas de burro y Antonieta recibiendo una escoba. En contraste, Frida aparece en otro espacio repartiendo armas al pueblo. Se dice que, en venganza, Novo escribió La diegada, su sátira más que feroz contra Diego, Lupe Marín y Frida, versos en los que Diego ara con los cuernos. Por cierto, tengo entre mis lecturas pendientes, Diego y Frida, escrito por el guapo, (o al menos lo era cuando vivió aquí), J. M. G. Le Clézio, Premio Nobel de Literatura 2008.

 

Guerra de castas y Hernán Lara Zavala

Con el título de Península, península, escribió Hernán Lara Zavala su novela histórica sobre la llamada guerra de castas. Hernán se mueve en las épocas y en la geografía como si ahí estuviera viviendo. A eso hay que agregar su manejo de los narradores que nos recuerda que es gran conocedor de El Quijote. Novela épica, política y de denuncia, vale también por la creación de los personajes ficticios, como la inglesa Miss Bell o el inolvidable médico Fitzpatrick y su perro Pompeyo. Obtuvo el Premio de la Real Academia Española y el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska. Con eso de que el Estado mexicano les pidió perdón a los mayas con motivo de esa guerra, le han llovido las entrevistas al gran escritor. Tres detalles, es Ingeniero Industrial recibido, y tiene todos los grados en Letras Inglesas y es, con mucho, uno de los conocedores de Cervantes y de Shakespeare.