“Quien es auténtico, asume la responsabilidad
por ser lo que es y se reconoce libre de ser quien es”.

J.P. Sartre

 

Bajo el lema “La marcha es de quien la marcha”, los Comités de defensa de derechos Lgbtttiq+ se han propuesto recuperar el espíritu que hace 43 años provocó que, en el marco del XXV aniversario de la Revolución Cubana, un audaz grupo de defensores de la homosexualidad, intentáramos ingresar a la multitudinaria manifestación de apoyo a Cuba y fuésemos insultados, vejados y, al final, orillados a marchar por la paralela calle de Río Lerma hasta la Plaza Carlos Finlay.

Ese mismo año se logró el ser “tolerados” como un pequeño contingente en la marcha del 2 de octubre, al cual el resto de los participantes intentaba “invisibilizar” a través de una suerte de encapsulamiento estudiantil y popular diseñado por los propios organizadores.

Un año más tarde, en 1979, el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y Lambda convocaron -a las 16.30 horas del sábado 28 de junio- a la “Marcha del Orgullo Homosexual”, invitación a la que acudimos no más de 150 personas a las que nos sorprendió un inesperado y espontáneo apoyo popular que permitió el acompañamiento de cerca de 1000 participantes con los que “conquistamos” el Zócalo para el Movimiento Homosexual y Lésbico.

A partir del siguiente año, el último sábado del mes de junio se fue consagrando como el día de la Marcha de la población Lésbico-Gay del Ángel al Zócalo, considerada como una manifestación sociopolítica a través de la cual se reivindicaban derechos y se exigía trato y respeto para los integrantes de dicha población.

En aquellos días, nuestro objetivo era denunciar “con orgullo y dignidad” nuestra existencia, y rebelarnos contra la forzada clandestinidad impuesta por las autoridades como fuente inagotable de corrupción y de sistemática discriminación o de ridiculización mediática.

Si bien recuerdo, será a partir de 1986 cuando comenzó la transformación de la Marcha del Orgullo al Desfile del Orgullo Gay que a partir de los noventa, y a lo largo de las primeras dos décadas de nuestro siglo, se apoderó del espacio público y dio pauta a una de las más coloridas, diversas y carnavalescas apropiaciones de la ruta de la Marcha.

Coincidiendo puntualmente con los Comités defensores, hoy el Gobierno de la Ciudad asume que esta Marcha Contestaria requiere más que nunca recuperar su esencia, a fin de dar voz e imagen a la diversidad de formas de vida que la población LGBTTTIQ+ viene desarrollando aunque el rechazo socio-gubernamental sigua impidiendo su libre desarrollo, como en el caso de las poblaciones “Trans”.

Y con base a ese reconocimiento, oficialmente acompañamos la iniciativa de considerar a la Marcha del Orgullo, así como a la Semana Cultural Lésbico-Gay, como Patrimonio Socio-Cultural de la Ciudad, declaratorias que ejemplificarán la máxima sartriana sobre la autenticidad, al asumir estas manifestaciones su responsabilidad por ser lo que son y su reconocimiento de que los son como un ejercicio de auténtica libertad.