En la película El Desprecio (Le Mépris, Francia-Italia, 1963) de Jean-Luc Godard, libre adaptación de la novela Il dissprezo de Alberto Moravia, el Fritz Lang de Jean-Luc Godard se interpreta a sí mismo, como un Dios del Olimpo Cinematográfico, realizado una obra maestra, dentro del drama que vive un escritor de teatro y guionista de cine, interpretado por Michel Piccoli, contratado para modificar el guión de la película que se está filmando: Una adaptación de La Odisea de Homero (sobre todo, la paciente espera de Penélope del retorno de su amado Ulises a Ítaca). Dentro del drama que vive con su mujer, interpretada por Brigitte Bardot, y el deseo por ella del productor de la película que se está filmando, interpretado por Jack Palance, descontento con el realizador Fritz Lang, empeñado en crear una obra de arte. El productor sólo quiere ver desnudos y más desnudos femeninos. El Lang de Godard es la admiración de Jean-Luc Godard, interpretando a su asistente, por FritzLang, admiración por el sereno e impasible maestro que, pese a todas las condiciones adversas, logra terminar su obra maestra, como él la había concebido. Una obra maestra sobre la fidelidad y el retorno feliz, después de la aventura épica.
Aquí, por el momento, no se tratará de manera profunda (sería en otra ocasión) de la temporalidad narrativa y el cine, en lo relativo a la doble temporalidad: los grandes conceptos de análisis del tiempo, en cuanto al orden o los saltos adelante (prolepsis), contrarios a las vueltas atrás (analepsis), como lo plantean André Gaudreault y François Jost en su libro El relato cinematográfico: “En pleno El desprecio, durante la larga secuencia de la disputa conyugal entre Camille (Brigitte Bardot) y Paul (Michel Piccoli), un montaje de imágenes muy breves presenta, además de los planos que nos remiten a la vida anterior de la pareja (analepsis externa), dos planos que habíamos visto al principio (analepsis interna), una imagen del final del filme, la de Camille y Paul caminando por una terraza de la villa de Capri: es una prolepsis interna. Es difícil imaginar una prolepsis externa en el nivel visual, dado que anularía esa posibilidad de verificación que nos permita atribuir un status temporal a la imagen, y nada la distinguiría de la pura imaginación.”
Volvamos, entonces, a nuestro tema: El Lang de Godard, en El Desprecio. Aparece Lang y el productor le pregunta: “¿Qué maravilla vamos a ver hoy, Fritz? El célebre realizador que, como había dicho al principio, se interpreta a sí mismo, contesta, impasible: “Cada película debería tener un punto de vista definido. He aquí la lucha del individuo contra las circunstancias. El problema eterno de los antiguos griegos, no sé si lo entiendes, Jerry (así se llama el productor), espero que sí. Es una lucha contra los dioses. La lucha de Prometeo y Ulises” (se ven imágenes de una escultura de Minerva, la protectora de Ulises, acompañadas de música que, frente a la toma, gira de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, como viendo hacia el horizonte) y de Neptuno, su enemigo mortal.
Lang, voltea y viendo al productor le dice. “No lo olvides, los dioses no crearon al hombre. El hombre creo a los dioses. Miren ahí está Homero” (vemos la escultura de Homero en la pantalla, seguida de ninfas nadando que alegran la vista del productor que comenta: “Es arte, sí, pero crees que el público entienda”. Al aparecer en la pantalla imágenes de Penélope, el productor expresa su teoría sobre La Odisea. Piensa que la mujer de Ulises le era infiel. De pronto, Lang dice una cita: “Oh, hermanos míos, que entre cien mil peligros han llegado a Occidente, no se nieguen a conocer el mundo deshabitado que está siguiendo él solo”. La cita es continuada por el guionista: “Piensen en su origen. No nacieron para vivir como bestias, sino para buscar la virtud y el conocimiento” (cita a Dante), y continúa, “La noche veía brillar todas las estrellas. Nos llenamos de regocijo que pronto se trocó en llanto hasta que el mar volvió a unirse sobre nosotros”.
El guionista le dice a Lang: “Soy Paul Javal, el Sr. Prokosch… (va a decirle que el productor lo quiere contrata para modificar el guión original). “Ya lo sé” lo interrumpe Lang. De pronto, el productor exclama sobre las imágenes vistas: “Me parece genial. Me gusta el Cinemascope”, a lo que contesta Lang: “Pero no está hecho para el hombre, sino para las serpientes y los funerales.
El encuentro entre Lang y el productor se vuelve violento. El productor tira unos rollo de película de las manos de su asistente y dice; ·”Eso es lo que opino de tu material”. Lang contesta: ¿Lo quieres volver a escribir Jerry”. El productor: “Me engañaste. Eso no es lo que dice el guión”. Lang, casi perdiendo la impasiblidad y un poco alterado contesta: ¡Caro que sí! “¡No! ” Al fondo, bajo la pantalla se lee: Il CINEMA E UN’INVENZIONE SENZA AVVENIRE (Louis Lumiére). El productor replica: “Sí está en el guion, pero no lo que vi en pantalla”. Lang afirma contundente: “Claro, porque el guion está escrito. En la pantalla se ven imágenes en movimiento: eso es cine. Por fin entiendes el sentimiento de la cultura griega”. Ya en plan de intolerante, el productor dice: “Cuando oigo la palara cultura saco la chequera”. Lang, con toda calma comenta: “Hace años, hace varios espantosos años, los nazis solían decir revólver en lugar de chequera”. El productor voltea a ver al guionista y le pregunta: ¿Vas a aceptar el trabajo. Sí o no? El guionista voltea a ver a Lang, quien abre las manos, como diciendo que le da igual. Momentos después de la confrontación y al quedarse solo, dice Lang, en alemán: “El hombre si está obligado, es capaz de afrontar a Dios, solo con su valor. Su franqueza es su escudo. No necesita armas ni tretas hasta que la ausencia de Dios lo ayuda”. Al escucharlo, la chica que sirve de traductora (Lang habla en alemán, el productor en inglés y el guionista en francés) se acerca y le pregunta: “¿Son versos de Hölderlin, no? “Sí, contesta Lang, de Vocación de poeta. El último verso es algo oscuro. Hölderlin escribió originalmente… Siempre que Dios no esté ausente… y luego… Siempre que Dios esté cerca de nosotros… Por como quedo escrito en el verso, cuando lees las dos alternativas, ves que ya no se trata de la presencia de Dios, sino que su ausencia reconforta al hombre. Es extraño, pero así es”. “¿Cómo se dice extraño en italiano?”, le pregunta a la chica traductora. “Estrano”, responde ella. Lang, muy cortés, le agradece diciendo: grazie y ella contesta: prego. Ya afuera de la sala de proyección, el guionista le presenta a su bella mujer a Lang: “Él es el que hizo el western con Dietrich”. “¡Me pareció formidable!”, dice ella, Lang, con un poco de humor, dice: “Prefiero llamarla M. “Hace poco la vimos por TV. Me encantó”, dice ella. “Gracias. Muy amable”, agradece Lang. El guionista concluye diciendo: “Me encanta la escena en la que Ferrer se apoya en la balanza (gracias dice Lang)… ¿Cuando termina La Odisea?”. Hasta aquí, por el momento. CONTINUARÁ.


